El buen estudiante

Es paradójico el destino de un buen estudiante. Vallejo, me parece, hereda el bagaje de una buena escuela del pasado y ese detalle enturbia el sentimiento de su poesía. Cuando habla de los dolores de pecho o de la aritmética, en la que sin duda era más que bueno, acude a un vocabulario que no es arcaizante como el de García Márquez, aunque tampoco de actualidad. Lo que le dicen en la escuela le llama la atención, nadie habla así en la calle ni en su casa. Su idioma nunca llega a ser sentimental, como el de Juan Ramón Jiménez, aunque hable de sentimientos principalmente.

Otro autor peruano con la misma suerte es Martín Adán. Son los chistes del tranvía de nuevo, que aparecen por toda América Latina, o la obligación que tiene toda persona inteligente de cuadrar con la ciudad. Tener hijos, etcétera, o por lo menos no hacerle daño a tus semejantes. Lo mismo pasa con Vargas Llosa. Estudiante bueno. El bildungsroman alemán, que no conozco, y del que nos hablaban, supuestamente recrea el proceso de madurar- la Educación Sentimental de Flaubert- de la que nos dicen algo que nunca leímos. Pero ninguna novela latinoamericana va por las mismas y son las que leemos. Leí la historia de un viejo adolescente en Conversación en la Catedral. Es lo más parecido a lo que me decían que era un bildungsroman americano. Sin embargo, en la obra de Martín Adán es la puesta en escena otra vez de la rareza del lenguaje y las cosas que le dicen en la escuela. A la larga uno en realidad no sabe si es verdad lo que nos decían.

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En Papeles de Recienvenido de Macedonio Fernández hay un chiste que me llama la atención. Dice el humorista que quien toma el tranvía se encara a un choque con la policía. El enigmático comentario vuelve en Felisberto Hernández en un relato titulado Por los tiempos de Clemente Colling, donde el narrador se detiene largamente el la descripción de un tranvía en Montevideo. Aquí en Puerto Rico se habla de tomar el último trolley a Piñones, desde el casco de Santurce. También este famoso tren se decía que era propiedad de un catalán, don Pablo Ubarri. Ahora bien, hay que decir que significa todo esto, por qué se hace constante alusión a lo que se conoce como el tranvía o el último tramo, del que Ana Lydia Vega habla cuando antologó los escritos de sus amigos generacionales en el Relevo. Ella se refiere al tramo ancla, es el último camino que el americano o el español tomaría para civilizarse. En el caso de un joven como era yo, casarse en segundas nuncias cuando estaba vacunado, hacerme acompañar por una esposa hasta los hospitales, donde me iban a operar para que inseminaran a la dama y tuviera por fin un hijo al que yo pudiera reconocer como propio. Desde la óptica de un anglosajón, los soldados del Imperio que se enfrentan a los latinoamericanos, que ellos llaman los insectos, dan lo que se llama un Last Chance al insecto para que deje de serlo y se haga humano. Pero el sucio trabajo de humanizar al insecto lo hace un soldado sin honor, que es parte de un escuadrón de prisioneros como el de Rat Patrol en su primera serie, la de los años sesenta. El último trolley es la forma en que los insectos nos civilizamos aquí en Puerto Rico. Philip José Farmer ironiza sobre este Last Chance que dan los europeos cuando pone a Herman Goering, el publicista de Hitler, como el fundador de una Iglesia del Last Chance, en su libro Riverword. El novelista y creador de juegos Gav Thorpe escribió una versión más reciente de la idea de Rat Patrol, en su novela The Last Chancers, donde vuelve a mencionar el dudoso trabajo de los soldados civilizadores de insectos.

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No entendía el sentido de una expresión que me hacían en la adolescencia hasta que leí el Romancero. Me decían que mi suegro tenía una cava de vino en la trastienda del barrio Amelia y yo creía que se trataba de un sitio para catar vinos, mucho más cuando me dijeron que había demandado a la compañia donde yo trabajaba porque no le habían hecho una entrega. Pero en el Romancero hay un poema que habla de la Cava Florinda, novia del Cid Campeador. Entonces se trata de una mujer. Ahora que me acuerdo del comentario, la idea también está en la tradición medieval inglesa. Lady Mead es la cava de Piers de Plowman. Mead en inglés significa cerveza. La mujer tiene algo que ver con el alivio de la bebida, aunque no sé si el concepto en realidad es tardío y no medieval. La Cava de Efraín es su hija y también un alivio. Es verdad que Nayda es un alivio para todos nosotros, incluso yo, que soy su novio.

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