El tiempo de nuestra liberación

Este domingo 23 de abril y durante toda esa semana, la sociedad civil internacional retoma la reflexión sobre el cuidado con la Tierra y sobre cómo evitar el cambio climático que tantos problemas han traído al mundo. Hace más de 40 años, la ONU tomó el 22 de abril como el “Día Internacional de la Madre Tierra.” Esa fecha es más importante en estos días en los cuales el presidente de Estados Unidos declara que no se preocupa por la Ecología y cancela tratados internacionales de protección al clima ya firmados por su predecesor. En África, millones de personas sufren la peor sequía en décadas. En la República Democrática del Congo, patrocinada por empresas extranjeras de diamantes, una guerra civil causa miles de víctimas, especialmente entre la población civil.

El planeta tierra está enfermo. De esa vez, nosotros, los humanos, somos los principales responsables. El modelo de desarrollo que la sociedad dominante sigue imponiendo es construida sobre la destrucción de la naturaleza para generar más ganancias. En la Amazonia, incendios y destrucción de bosques llegan a la proporción más alta, desde los años 90. La creación de puestos de trabajo y beneficios a corto plazo han llevado a muchos gobiernos de América Latina y el Caribe a reducir al mínimo la legislación que protege la naturaleza y a acoger empresas de minerías. Después de los permisos oficiales, esas empresas hacen lo que quieren y destruyen la naturaleza y sacrifican la vida de los pueblos locales. Por eso, en estos días, la sociedad civil internacional ha celebrado como victoria el hecho de que el gobierno de El Salvador firmó un decreto que prohíbe la extracción de oro y de otros minerales en todo el territorio nacional (Cf. revista Internazionale, 04.07.2017, p. 17).

El papa Francisco ha  llamado la atención de todos para el hecho de que, si no cambiamos los criterios que guían el camino de nuestra civilización, todo cuidado ecológico será solo paliativo. Es urgente asumir el paradigma de sostenibilidad como objetivo y prioridad de gobiernos y de la sociedad civil. En América Latina, los pueblos indígenas tienen propuesto el criterio del Bien Vivir, personal y colectivo como objetivo del Estado. Esa propuesta presupone una espiritualidad ecológica abierta a todos los caminos espirituales y culturas. Un documento cristiano del siglo II dijo: “¿Quieres encontrar a Dios? Busca una planta, oye la voz de un animal, o incluso cuando contemplas una roca, es posible que exista este amor que te dio la vida “.

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