El tiempo de nuestra liberación

Hoy, el calendario de las Iglesias antiguas celebra el domingo de Ramos que da inicio a la Semana Santa. El próximo domingo será la fiesta de Pascua. Hasta hoy, las comunidades judías llaman la fiesta de Pascua “el tiempo de nuestra liberación”. Para quien cree, la celebración de Pascua no es sólo una celebración religiosa que recuerda eventos antiguos. Es una experiencia actual y que nos compromete.

Pascua es una fiesta común a dos religiones: el Judaísmo y el Cristianismo. Su origen viene de las danzas y pasos que antes se hacían para recibir la llegada de la primavera. Según la Biblia, durante una fiesta de Pascua, Dios quiso liberar a los hebreos de la esclavitud y enseñar a toda la humanidad que el ser humano es llamado a ser libre y feliz. Celebrar la Pascua es una forma de reconocer esa vocación humana a la libertad y asumir el compromiso de luchar por eso.

Durante una Pascua, Jesús fue en peregrinación a Jerusalén, allí fue condenado a muerte por el poder político (romano) y religioso (los sacerdotes). Según los Evangelios, Dios lo levantó y le dio una nueva vida. Las Iglesias nos invitan a celebrar la Pascua para renovar en nosotros la vida de Cristo resucitado. Ellas creen que Dios, al liberar a los hebreos de Egipto y al dar a Jesús una vida nueva, renueva también nuestra vida y todo el universo.

Desde la Edad Media en Occidente, la memoria del sufrimiento y muerte de Jesús tuvo mayor importancia que la Pascua. En la América Latina y el Caribe, el Catolicismo aún es muy marcado por una espiritualidad pesada, centrada en los sufrimientos y la muerte de Cristo y de los santos. No hay una imagen alegre. Todas sucumben bajo el peso del dolor. Hace poco más de 50 años, la Iglesia Católica ha restaurado la celebración festiva de la Pascua, como centro de la vida de fe. Por supuesto, uno es discípulo de Jesús, no por celebrar un rito, sino por asumir la causa de Jesús y vivir de acuerdo con ella. Sin embargo, el seguimiento de Jesús sólo es vivido en comunidad. La celebración de Pascua es signo de esa disposición a asumir juntos la misión de proclamar al mundo una nueva esperanza. La Vigilia de Pascua puede ser signo del compromiso de vivir la fe como fuerza para hacer frente a las dificultades de la vida. Esa Pascua puede ser una luz para iluminar nuestras opciones de vida y fortalecer la lucha pacífica por un mundo más justo y solidario. En la Pascua, las comunidades cantan: “Mismo las tinieblas no son tinieblas para Ti. La noche es luminosa como el día (Sl 139).”

El autor es  monje benedictino y ha escrito más de 40 libros.

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