“En Haití las pandillas son los brazos armados del poder”

Evelyn Margron y Veika Donatien. Foto por Alina Luciano Reyes/CLARIDAD

Entrevista a: Veika Donatien y Evelyn Margron

 CLARIDAD

ccotto@claridadpuertorico.com

Aun con todas las posibles explicaciones sociopolíticas que se puedan ofrecer sobre la  inseguridad y la violencia que vive el hermano pueblo haitiano, la situación no deja de consternar. Es gente pobre atacando a gente pobre.

“Nosotros también teníamos esa pregunta. La gran mayoría de la gente que es asesinada es gente pobre, no es la gente rica. Hay mucha gente con carros blindados. No son ellos los que son asesinados, son la gente pobre de la calle”, expresa Evelyn Margron, activista haitiana.

Evelyn Magron. Foto por Alina Luciano/CLARIDAD

Margron, junto a su compatriota Veika Donatien, visitaron Puerto Rico invitadas por el Comité de Solidaridad con el Pueblo de Haití para dar a conocer la realidad por la que atraviesa su país. Las noticias que continuamente llegan a Puerto Rico sobre Haití nos informan de secuestros y ejecuciones  por parte de pandillas armadas que algunos medios han estimado en unos 200 grupos.

Evelyn Margron, pedagoga de profesión, ejemplifica esa inseguridad. Como sus abuelos y bisabuelos, es nacida y criada en Haití, en donde vivió hasta el 2020: “Dejé Haití por la inseguridad”. Esta emigró a Santo Domingo, donde viven sus dos hijos.

Veika Donatien se encuentra en  Canadá desde el 2013 cursando estudios graduados en  Administración Pública. En Haití estudió sociología en la facultad de Ciencias Humanas.

La joven, quien trabaja con organizaciones de mujeres en su país, afirma que las pandillas son una cuestión de control del territorio para controlar la mente de la gente y “entonces es como una manipulación del miedo de los más pobres, de la gente vulnerable, de la gente de la calle, de los barrios.  Es muy difícil estudiar y vivir en Haití ahora. Es que la finalidad es sacar a la gente, desestabilizar a la gente para tener control del territorio y también que la gente no pueda emitir una opinión ni entender lo que está pasando”.

Un aspecto de las pandillas que  llama su atención es su perfil. Estos  son jóvenes que incluso están en las  redes sociales. “Hay uno que tenía casi un millón de seguidores, y hubo una petición para que se le cerrara la página. Son  jóvenes que vienen de los mismos barrios que  aterrorizan, eso me llama la atención. ¿Desde cuándo tenemos esa animosidad entre nosotros para hacer tanto daño al vecino?”, se cuestiona.

Las pandillas actúan por sí solas o están manipuladas por otras personas de poder

 Margron toma la palabra y señala que las pandillas están siendo utilizadas como los brazos armados de gente de poder. Aunque dijo que hasta ahora no puede dar nombres a esos poderes, tiene unas hipótesis.   “Pero hay poderes detrás de estas pandillas”, reitera. Las pandillas, dice, crecieron mucho durante la última ocupación de la ONU, con la MINUSTAH (la supuesta Misión de Estabilización de la ONU en Haití),  que ocupó el país desde el 2004 hasta el 2017. Denuncia que las armas llegan de Estados Unidos en su mayoría, aunque hay unas que cruzan la frontera de la República Dominicana. Pero la mayoría, reitera, llega de Estados Unidos, y todo el mundo lo sabe. Incluso, se supone que hay un embargo de armas por parte de ese gobierno.

“Lo que es cierto es que, desde el terremoto, los poderes de afuera nos han impuestos dirigentes políticos. El presidente Michelle Materlly fue impuesto, no hubo elección realmente. Desde entonces jamás hemos tenido elecciones reales. Entonces ahí está la voluntad de controlar y hay una voluntad de laterrorizar al pueblo haitiano”, expresa Margron, quien estudió una maestría en Administración Pública en la Universidad de Puerto Rico (UPR).

La pedagoga describe que el ambiente de terror ha crecido hasta lo que se ve hoy: más de dos mil asesinatos, muchos secuestros, en el país no hay ninguna autoridad  legítima debido a que han no tenido elecciones desde hace años, no hay Parlamento. Ninguna de las autoridades locales ha sido electa. El actual primer ministro de Haití, Ariel Henry, fue nombrado por el entonces presidente Jovenel Moise, días antes de ser asesinado en julio del 2021, y el país entró en una confrontación de poderes, en donde prevaleció Henry, lo que se atribuye a presiones de Estados Unidos.

“El resultado es que la clase media se ha ido, la clase media se ha empobrecido porque ha tenido que pagar por los secuestros. Esa es una razón por la cual yo dejé Haití, porque yo no quiero que mis hijos tengan que por el resto de su vida pagar un secuestro”. Margron, quien es viuda, describe que se sentía como un blanco, es decir, como un objetivo para un secuestro si continuaba viviendo sola en Haití

Como  consecuencias de las acciones de las pandillas, describe Margron, la clase media y los capitales, el dinero de Haití se ha movido a la República Dominicana, en donde ya hay inversiones inmuebles y de otro tipo de personas haitianas. Observa que además de la mano de obra barata de haitianos, al vecino país está llegando alguna gente rica por razones de seguridad.

Veika Donatien
Foto por Alina Luciano/ CLARIDAD

Veika señala que mucha gente también está buscando una visa a la que llaman la “visa de Biden”, un programa humanitario que ofrece la oportunidad de dejar el país a haitianos que tengan familiares en Estados Unidos. Veika señala en que el  impacto de la emigración, en particular de los jóvenes, es uno muy fuerte.

“La  pregunta que tenemos todos y todas es cómo vamos a reconstruir este país después, cuando todo el mundo se ha ido, los profesionales, el dinero, el capital que se está moviendo. Es una pregunta que tenemos: con qué y con quién vamos a poner de nuevo de pie a nuestro país”.

La producción del país

En esa línea, las activistas también nos cuentan que  cada día  la producción agrícola está muy afectada porque hay muchos agricultores que han cruzado la frontera, y aun cuando reconocen que hay un sentimiento antihaitiano en el vecino país, también reconocen que es hacia los pobres, no hacia los que tienen dinero.

Las pandillas también están interviniendo con la circulación de los productos en el país. Veika, cuya familia está en la transformación de la producción de cacao, cuenta que en Puerto Príncipe, del norte hacia el sur, hay dos grupos armados que controlan la carretera, lo que hace difícil la circulación de los productos del  campo hacia la capital donde viven casi dos  millones de haitianos. “Es muy difícil tomar el cacao desde el sur a Puerto Príncipe, el precio del producto sube, obvio, por el soborno que hay que pagar”.

El vacío institucional y la sociedad civil

 Las activistas haitianas describen que en estos momentos en el país lo que existe es un vacío institucional, ya que no hay presidente ni Parlamento, y quien gobierna de manera unilateral es el primer ministro, quien tampoco nunca fue instalado, por lo que está tomando decisiones sin ningún apoyo popular. “Hay que sacar conclusiones de quién lo mantiene. Porque si tú tienes todo este pueblo en contra de ti, ¿cómo tú te quedas en ese poder?, se cuestiona Margron.

Desde el 2004, en Haití existe un ente impuesto por la ONU, llamado CORE Group, integrado por el representante de Haití en la ONU, el representante Especial del Secretario General de la ONU, un representante especial de la OEA y embajadores de Brasil, Canadá, Francia, Alemania, España y la Unión Europea. Este ente, denuncian, es quien toma las decisiones en el país.

No obstante, las activistas destacan que la sociedad civil, al margen de las pandillas, está organizada y en la calle. “Cuando tú tienes 200 mil personas en la calle, eso quiere decir algo”, reclama Margron como prueba del activismo de la sociedad haitiana. Ambas citan la iniciativa conocida como el grupo Montana, un acuerdo de hace tres años firmado por casi 300 organizaciones con propuestas para atender la crisis.

“De parte de la comunidad internacional, como no hay gobierno legítimo, nuestras voces no llegan lejos. Eso me llama la atención. La sociedad haitiana sigue siendo muy dinámica, a pesar de todas las  dificultades, porque yo veo que todas mis amigas y amigos de Haití siguen tomando iniciativas, centros culturales muy activos, produciendo libros, actividades. Muy dinámica; pero no hay voz política, y eso sí es un problema. Los medios internacionales manipulan mucho lo que está pasando,  incluso nos hacen pasar como gente que no sabe lo que está pasando, que somos gente que no sabe negociar. ¡Cómo tú vas a negociar con una pandilla! Yo no  tengo armas, ¿qué puedo hacer con la pandilla?”, manifiesta Margron. A la vez rechaza que la situación sea una de guerra civil, porque en una guerra civil son dos las fuerzas las que se enfrentan, pero que en el caso de su país, es que el pueblo está siendo aterrorizado y asesinado.

Por su parte, Donatein expresa que el pueblo  haitiano jamás ha dejado de reclamar sus derechos desde su primera invasión y sugiere que el interés de la presencia extranjera en el país responde al interés por sus recursos naturales. Haití tiene reservas de petróleo y comparte con la República Dominicana la minería más grande del vecino país, que representa el 25 % de su PIB.  De hecho, dijo, hay  varias compañías canadienses haciendo estudios para ver cómo explotar ese recurso. A nivel geopolítico, observa la joven, hay otros conflictos para controlar regiones en el mundo, como por ejemplo lo que está pasando en la región del occidente de África. “Pienso que nuestra región del Caribe tiene esa importancia estratégica”.

Su compañera coincide y señala que hace unos años Haití tuvo la capacidad de escoger entre la cooperación con China o con Taiwán, oportunidad igual que tuvo República Dominicana. Mientras los dominicanos escogieron China,  Haití escogió Taiwán por la presión de Estados Unidos.  “Por eso es que yo creo que debemos analizar la situación haitiana  dentro de un contexto general mundial de los poderes.  Haití  siempre quiere salir del poder  americano y no puede hacerlo. Pero no puede aliarse con ningún otro país porque está en el patio de atrás de Estados Unidos. Vamos a llegar a ese punto: no tendremos oportunidad de encontrar armas de otros países para enfrentar a estas pandillas. Yo no creo que alguien en Haití pueda discutir eso”.

Las activistas haitianas consideran que va a llegar un tiempo en que la sociedad civil haitiana va a tener que negociar y tendrá que ver dentro de este cuadro lo que puede negociar. Hicieron la comparación de que  la República Dominicana es aliada de los Estados Unidos,  pero su sociedad civil sí negocia cosas, aun con mucho problema, pero negocia cosas. “Entonces debemos llegar a ese punto, porque no puede ser sí o no, negro o blanco. Debemos encontrar algo. Primero hay una pandilla que tendrá que ganar a las otras”.

 

 

 

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