En Memoria: Iris Martínez “Le sirvo a Dios y a mi Patria”

Amada por su pueblo, al que ha dedicado su vida como actriz y militante independentista, Iris Martínez no cambiaría casi nada de su vida,excepto tal vez algunos períodos de tiempo muerto. Un tiempo muerto cuando el dinero para hacer teatro escasea demasiado. Esta es una profesión que hay que practicar siempre”, dice Iris, con su voz suave, que puede tornarse todavía en voz de trueno. Esta apasionada del teatro, nació en la Isla Nena pero cuando tenía diez años la familia se mudó a Santurce para que ella asistiera a la Escuela Superior Central.

Desde ahí su vida es un encuentro cada vez más cercano con un mundo extraordinario poblado de personajes de ficción y de la vida real, como Pedro Albizu Campos y Juan Mari Brás.

La entrevista que presentamos hoy en homenaje a Iris Martínez es parte de una anterior que le hice a la amiga y a la actriz para Agenda de Hoy, en Radio Universidad de Puerto Rico.

¿Cómo fue ese cambio de Vieques a Santurce que para esa época era el centro de todo?

Pues verás, cuando me dijeron que venía para acá, yo le dije a mi mamá que yo no quería venir, que me quedaría en Vieques. Ella me contestó que las niñas de diez años no se quedaban sin su familia, por lo que si todos venían, yo también tenía que venir. Entonces le hice prometer tres cosas que en estos días he recordado mucho.

Le hice prometer que me llevaría todos los días a la playa, lo que significaba que a las 5:00 de la mañana (porque en esa época no había ningún peligro), ella me llevaba a la playa, luego me llevaba a la iglesia y en la tarde me llevaba a la Legislatura, todo el mundo se quedaba bobo.

¿Más que bañarte en la playa tú lo que querías era ver el mar, en Vieques tu veías el mar por todas partes?

Sí, ver el mar nada más. Y pasear un poco por el mar, meter los pies e irme nuevamente.

¿Y tu mamá, te dijo que sí, y lo hacía?

Mi madre era una mujer muy extraña,en el sentido de que siendo una mujer de Vieques y una mujer que no salía nada más que a la iglesia y a cosas naturales de una mujer de su situación económica y de sus estudios, era una mujer inteligente y muy estudiosa,le gustaba leer mucho, por lo que a veces entendía cosas que a uno le eran difíciles de entender. Por ejemplo era bien católica, bien religiosa, pero entendía perfectamente el socialismo y los líderes socialistas del mundo.

¿Cuál fue tu primera experiencia de trabajo teatral?

Yo empecé recitando, diciendo poemas a la virgen en la iglesia y entonces pasé a certámenes, gané varios. A mí me llamaba mucho la atención tanto la política como la iglesia, y el teatro yo lo veía como algo que se hacía en la escuela pero no lo veía como una posibilidad futura. Cuando estudiaba en la universidad que ya me interesaba ser importante en el sentido de trabajo y luchas, pensé que la mejor forma era ser actriz porque como me gustaba tanto así podía servirle a Dios y a mi Patria a través del teatro.

Luego pasaste a la Universidad de Puerto Rico, ¿quiénes fueron tus maestros en la Universidad?

En la Universidad tuve maestros excelentes,la doctora Margot Arce de Vázquez, el doctor Cesáreo Rosa Nieves, Francisco Matos Paoli, el poeta y pues en el teatro, Leopoldo (Poldín) Santiago Lavandero y Ludwig Schajowicz. Poldín era puertorriqueño y Schajowicz era europeo-alemán.

¿Como te uniste a la militancia independentista?

Pues siempre lo fui, desde muy niña, ya te digo que desde los ocho años pensaba que la solución de Puerto Rico estaba en la independencia y cuando crecí pues quise cooperar y empecé a cooperar en mítines. A los 19 años ya estaba en la tribuna del Partido Independentista Puertorriqueño, ayudé a organizar el partido y tuve grandes amigos en ese sector como Juan Mari Brás.

¿Y con Juan estuviste en la universidad, en la huelga universitaria del 48?

Estudiamos juntos y trabajamos juntos, exacto, éramos presidente yo de mi clase y él de la suya y participamos en esa huelga. Fui expulsada pero por cuatro años.

¿Y qué hiciste durante ese tiempo?

No pude seguir estudiando porque había que admitir ante la administración universitaria que uno se había equivocado durante la huelga, y yo encontraba que no me había equivocado nada. Estaba tan segura. Una de las cosas que me enseñaron en mi casa mi hermano mayor y mi mamá fue que uno nunca debe decir “si yo hubiera sabido”, sino que uno tiene que estar seguro de lo que va a hacer para entonces no lamentarse. Aunque seas joven, uno debe estar seguro de lo que quiere y de lo que desea.

Es decir que en el ‘48 tuviste la fuerza de tomar esa decisión.

Fue muy doloroso porque yo había solicitado estudios graduados en Estados Unidos, porque Ernesto Ramos Antonini me había conocido a través de Nimia Vicéns y del doctor Cesáreo Rosa Nieves. Nimia Vicéns era otra poetisa excelentísima, y ellos deseaban para mí lo mejor como es natural y en esa época aunque participé en la huelga, Ramos Antonini me había conseguido una beca para estudiar fuera. O sea, que me quedé sin esos estudios. Bueno, estudios tenías…

Sí y he seguido estudiando porque la actriz tiene que estudiar siempre.

¿Y conociste a don Pedro Albizu Campos?

Sí, a través de Yeyita Cervoni, que era la madrina de todos los artistas, en una ocasión le hablé de mi deseo de conocerlo y ella me hizo una cita con él cuando él vivía en el Hotel Normandie.

¿Y como fue ese encuentro?

Fue extraordinario. Fui a verlo con dos compañeros y cuando uno dijo su apellido, Albizu comenzó a preguntarle por todo el mundo, él hacía tantos años que se había ido de Puerto Rico. Y al otro, a quien había conocido en Barrio Obrero en una biblioteca también lo recordó. De él aprendí lo importante que es recordar, porque ellos se emocionaron, ellos no podían creer que Albizu recordara tanta gente y que los recordara a ellos.

Entonces yo utilicé eso de aprenderme los nombres de cada uno de mis estudiantes cuando fui a Nueva York. Y en las películas que fui asistente de producción me aprendía los nombres de cada persona, de don Modesto y de don Hermenegildo. Me lo decían una vez y yo lo grababa en mi memoria, entonces se emocionaban ellos cuando yo los llamaba por su nombre completo y le preguntaba por su esposa (si ella había estado con él en la filmación) se sentían importantes.

¿Y qué recuerdas además de don Pedro?

Bueno de don Pedro yo recuerdo tantas cosas, entre ellas, la dedicación, el amor a Puerto Rico pero en serio. Yo recuerdo que una vez Albizu dijo “de la política no se habla, la política se hace” y eso es cierto hay que hacer las cosas.

¿Cuál fue la primera obra teatral en la que trabajaste?

Como experiencia que yo recuerde, la primera obra teatral como actriz y directora fue en la Escuela del Aire, porque se trabajaban muchos programas con libretos de teatro pero en radio. Después trabajé con Diplo (Ramón del Rivero) en La Farándula Bohemia, donde declamaba y hacía “pasada”… que significa que muchachas jóvenes “pasan” frente a Diplo, él se enamoraba de ellas y le decía tonterías pero muy bonito y con muy buen gusto.

Ay pero qué gracioso eso de las “pasadas”, ¿pasada era que tú pasabas?

Yo pasaba, ellos me decían algo y yo le contestaba, pero era muy bonito porque no era yo sola eran otras distintas muchachas, jóvenes todas.

¿También recitabas?

Siempre recité y cogí mucha confianza y aprendí mucho. Diplo era un hombre con una amplia cultura, él estudió deportes, pero se desarrolló como un hombre muy culto oyendo música, leyendo mucho era una persona extraordinaria, y él me conoció a mí durante la huelga universitaria, porque antes yo estaba trabajando nada más que en radio; luego trabajé en teatro con otros grupos como Tinglado Puertorriqueño que dirigía Francisco Arriví.

Me constaste una anécdota de cuando estabas sentada con un grupo de estudiantes…

Nosotras nos sentábamos en unas banquetas que había en la UPR para hablar de teatro, de planes y entonces ese día estábamos muy contentos porque ya se acababa el semestre y habíamos tenido muy buenas notas. Estaban Victoria Espinosa, Nilda González, Nilda Martínez, José Luis (Chavito) Marrero y tantos otros, y entonces yo les dije “Mira les voy a decir a ustedes que me voy a ir con una compañía, pienso que me van a contratar y uno de ustedes se va a ir conmigo”, y entre todos escogí a Chavito. Entonces les dije “es la primera compañía que pase por aquí”. (Refiriéndose a Puerto Rico) Al tiempo pasó una compañía que no era española, era una compañía cubana que iba por todos los países, pero da la casualidad que no necesitaban a nadie así que no nos fuimos. Al otro día todos los estudiantes se rieron de nosotros y yo les dije “pero viene otra compañía” y en esa próxima compañía que fue la Compañía Lope de Vega viajamos Chavito y yo, nos contrataron.

¡Qué interesante! Una compañía española de visita en Puerto Rico.

Sí, dirigida por José Tamayo y en la que trabajaban actores importantes. Pero lo gracioso fue que a todos los estudiantes que estaban ese día conmigo los llevé a conocer a Tamayo, porque yo tenía relación con Manuel Méndez Ballester, quien era uno de los productores de la compañía en ese momento. Así que yo sencillamente les presenté a los compañeros y entre todas nos escogieron a mí y a Chavito.

¿Qué otras obras de teatro recuerdas en las que trabajaste?

Trabajé en Al final de la calle de Gerald Paul Marín, hice Mariana Pineda de Federico García Lorca, de Lola Rodríguez de Tió hice su vida, La casa de los siete balcones de Alejandro Casona, que fue la primera obra que hice con el Instituto de Cultura Puertorriqueña cuando se hizo el Primer Festival de Teatro Internacional (1964). Fui la primera mujer que hizo teatro en un bar que fue en el Viejo San Juan.

¿Cómo se hacía teatro en un bar?

Poníamos escenografía y todo en el centro del bar y trabajaron conmigo algunos de los mejores actores de Puerto Rico, como Jacobo Morales y Walter Mercado que es muy buen actor. Entonces en televisión fui jefa de producción de Mi querida Silvia de Venevisión. Hice cine educacional con libretos de Emilio Díaz Valcárcel, hice la Casa de un amigo, con dirección de Amílcar Tirado.

¿Eso fue en cine de Educación de la Comunidad?

Sí, Un milagro en la montaña de René Marqués, de quien fui asistente de producción, y La Botija de Emilio Díaz Valcárcel, con quien trabajé como asistente de dirección.

He hecho teatro en Estados Unidos en Nueva York con Miriam Colón y con Pedrito Santaliz. Hice Cadencia en el Teatro Pobre de América de Santaliz y con el Teatro Rodante Puertorriqueño de Colón hice Flag Inside de Jaime Carrero y Al final de la calle de Gerald Paul Marín. Acá al regreso en el ‘75 hice Heroica de Buenos Aires de Osvaldo Dragún. También actué en Los cocorocos de Manuel Méndez Ballester con la que nos ganamos un premio.

¿Iris, de los dramaturgos que eran amigos tuyos como René Marqués, Méndez Ballester y Gerald Paul Marín, cuál de ellos era tu favorito para interpretar la obra?

Siempre he disfrutado mucho haciendo distintos trabajos, yo no tengo un dramaturgo que me guste, me gustan muchos, me gusta mucho Luis Rafael Sánchez. Produje La farsa del amor compradito con otras actrices, porque aunque me gusta trabajar mucho como actriz me gusta darle oportunidad a mis compañeras porque no hay tanto trabajo. Aquí se escogen obras con muy pocos personajes por lo caro que es hacer teatro, no hay dinero para poner 25 personas en un escenario. Y en ocasiones la gente por mucho tiempo no puede trabajar, entonces en una ocasión había trabajo y me dirigió Dean Zayas en Isabel viendo llover en Macondo de Gabriel García Marqués, la hice en Nueva York primero y después acá en distintas universidades y en el teatro.

¿Pero hiciste también Los soles truncosde René Marqués?

La primera persona que hizo Los soles truncos fue Madeline Williamsen, hizo una maravilla de actuación, es una obra extraordinaria. Yo la hice en el 1977 y después en el ‘91 y en el ‘98, la hice en Bayamón y en el Teatro Tapia con otra dirección (la dirigieron Dean Zayas y Victoria Espinosa).

¿Pero siempre interpretaste el mismo personaje, el de Emilia?

Sí, pero el director siempre pone algo que ve distinto.

¿Cuál de estas obras te ha marcado más?

Bueno, esa me emocionó mucho porque a René le gustó mucho mi trabajo, pero de una manera tal que la fue a ver muchas veces y encontraba que yo había hecho el trabajo que él quería se hiciera con ese personaje. Y sinceramente no siempre es fácil, después hice El apartamento (Marqués, 1965). Esa es una obra de mis favoritas, El apartamento, me encanta es bien adelantada a su época. Muy adelantada y muy difícil.Parecería sencilla porque están estos dos seres y están pasando una cinta mientras hablan y discuten, ¿por qué es difícil? Bueno porque es sencillamente muy difícil decir números seguir con una conversación y actuación.

Fíjate que interesante que digas una obra dramática, que no es dramática sino que es anti dramática yo diría, se te queda en la cabeza esa obra, yo la recuerdo siempre, cerrar los ojos y verte a ti y a Ramón Enrique Saldaña interpretando esa obra.

La hice con Saldaña, la primera vez la hizo María Judith Franco con Saldaña también. Entonces recuerdo ese pasar, leer los números mientras hablan de cosas de la vida. Eso no es fácil, no se te puede olvidar número, porque tienes que decir el tal como va porque a veces es el pie para que el otro hable, no es decir cualquier número, no puedes cambiar el número.

A mi me impresionó mucho, es una obra que no se ha hecho mucho.

No, no se ha hecho, de hecho que yo sepa esas dos veces. Una de las cosas hermosas de esa época era la amistad que había entre nosotros, el grupo de la Escuela del Aire, salíamos por la tarde íbamos a Cataño en la lancha y siempre estábamos inventando y cuando había alguna actividad como fuera, la gente no tenía carro, yo no sé que es esto cuando veo tanto carro, pero íbamos en guagua a todo.

¿Iris, cómo son los diferentes públicos en tu vida artística, como reacciona el público en un bar a diferencia del público de teatro en el Tapia o el que se interpreta en la plaza de un pueblo?

La gente que te está viendo por ejemplo en un bar va a ver la obra, fueron en la época que yo lo hice muchos intelectuales,iba Tomás Blanco, Alexander Schnider, muchos músicos, muchos profesores universitarios, o sea que no iban a embromar y yo lo hice en un sitio que era un restaurante, las personas que iban a tomar algo o a comer tenían que pedirlo mucho antes, porque no se permitía ningún ruido mientras estuviera la obra.

¿Cómo diferencias tu actuación en un teatro como el Tapia donde tienes que proyectar mucho la voz a tu actuación frente a una cámara?

En el cine hay que cortar mucho los gestos, no se pueden hacer gestos fuertes porque se tienen que usar los ojos, la emoción, la palabra. Un gesto fuerte puede quedar como una caricatura. Ya ves las actrices buenas que pasan a la historia son como Katherine Hepburn, profunda, Betty Davis era muy dramática pero no era buena actriz. Trabajaste en las películas Clara Lair y Julia de Burgos de la cineasta Ivonne Belén

¿Cómo es la diferencia de la dirección por ejemplo de Amílcar Tirado a Ivonne Belén que es una mujer joven?

En ambas trabajé. Yo no conocía a Ivonne Belén cuando fui a trabajar con ella, fue Edwin Reyes quien me vino a decir que ella necesitaba hablar conmigo para trabajar y yo me preocupé mucho ¿por qué ella me llama a mí y ahora, si ella está trabajando con Yeyita desde el año pasado? y es que hizo la película por etapas porque no tenía dinero, tenía que hacer un pedazo y después hacía otro cuando podía, y así la hizo en tres etapas o sea cuando yo la hice, ya Yeyita y Felisa Rincón de Gautier habían terminado sus partes que eran de narración.Entonces se hacían las partes mías y las otras dramáticas. En Clara Lair fue eso y después en Julia de Burgos lo mismo, ella fue a Cuba, trabajó con Benicio del Toro en Estados Unidos y después más tarde fue que hizo la parte dramática.

A mí me gusta más la de Clara Lair, me parece más compacta, más profunda, a pesar de que en la de Julia hay buenísima gente declamando y recitando su poesía. Clara Lair me parece más íntima, me gusta tu actuación también. Yo conocí a Clara Lair también, el profesor y poeta Cesáreo Rosa Nieves quiso que yo conociera a Clara Lair para que escribiera un ensayo sobre ella para darme nota, entonces fui donde ella y ella fue bien amable conmigo, la vi una o dos veces, y ella me dijo que quería seguir viéndome y hablábamos de todo, de política, de literatura, de viajes que yo nunca había hecho.

Me has dicho que cuando caminas por el Viejo San Juan la gente te habla, te toca,¿cómo sientes el cariño de la gente?

Yo creo que los artistas más queridos son los de Puerto Rico, que tal como me quieren a mí quieren a todas las personas, a nosotros los que no nos quieren tanto son los productores, o sea los que ponen el dinero, porque no conozco ningún actor rico trabajando y han trabajado toda la vida se han dedicado a trabajar, pero a ninguno han vuelto rico y en ocasiones hemos tenido que recoger dinero para enterrarlos, y eso es muy doloroso. Yo no sé si es que los quiero mucho pero los actores puertorriqueños son extraordinarios y te estoy hablando de todas las épocas. Porque ahora mismo los que se están graduando de la universidad son excelentes. Sí, ese es el amor que te tiene tu público. Sí pero estoy segura que es a mí y a todas y todos.

Bueno pero yo creo que es porque has tenido una vida tan noble. ¿Tu trabajaste mucho con la APATE (sindicato de actores)?

Sí estuve en su directiva todo el tiempo. David Ortiz fue presidente en determinado momento y trabajó muy bien. Y primero fue José Antonio Torres Martinó, hubo unos años que pintaba, pero muy poco porque todo el tiempo lo dedicaba a ese grupo y a otros grupos, fuimos miembros del MOU (Movimiento Obrero Unido). Yo me acuerdo que por ejemplo cuando había un lro. de mayo siempre iba la gente que sentía el sindicalismo de verdad.

¿Iris si pudieras mirar hacia atrás hay algún momento en especial que tu recuerdas con mucho cariño?

Bueno yo creo que la carrera de teatro, tal vez en Puerto Rico por lo que sea, porque la gente es encantadora y la gente le coge mucho cariño a uno y también antes se hacía muy buen teatro se trabajaba para hacer buen teatro y lo mismo en la televisión.

El teatro no se puede hacer sin pasión ni amor ese es un ingrediente importante, amar el teatro.

¿Y de tu lucha como militante independentista?

Si militante y además sindicalmente y en trabajo… Con Yoyo Boing que ya era un actor y trabajó en teatro hicimos Marianela juntos, él hacía el galán y lo hicimos gratis y lo llevamos a sitios pobres marginados, y también lo hicimos en el patio de la casa de Fernández. Con María Judith Franco y Ester Mari hicimos teatro en contra del servicio militar obligatorio que en ese momento era un problema grave en Puerto Rico.Entonces todos estudiamos la ley con un abogado y sencillamente la violamos y no nos castigaron.

Así, la vida de Iris Martínez, actriz y maestra, independentista y sindicalista, ha sido un suave vaivén de activismo a favor de pasiones siempre a beneficio del PuertoRico y del teatro a los a los que ha dedicado su vida buena.

Publicado en En Rojo en marzo de 2013.

Artículo anteriorLa Colonia al Desnudo*
Artículo siguiente“Enemy With No Face”