Encontrado en las REDES

Digresión pura

Por Domingo Dávila

         No creo que sea nada extraño que sepan que desde lostrece años los Beatles me fascinan. Aún guardo el recuerdo de la primera vez que los escuché en la casa de Nicolás, en la calle Madrid. Nicolás se haría líder estudiantil y luego famoso como representante, abogado y traductor de Tito Trinidad. Se hizo tan famoso al lado de Tito que no creo que recuerde que recuerdo.

         Estábamos en la Avenida Universidad, Wilfredo, él y yo. Y para aquellos días, de 1964, este niño acabandode dejar a sus amigos en el barrio Buena Vista de Cayey y aquellas ligas improvisadas de béisbol, iba haciéndose de unas pocas amistades.

         Las primeras amistades fueron de admiradores que reconocieron, al menos, lo atrevido que era. Eso, por una pelea que tuve detrás de un estacionamiento de un supermercadoque había al lado de la actual Farmacia Cabrera.

         Estaba comprando algo y era yo de esos niños que le gustaba correr los carritos de compra a velocidad por los pasillos del supermercado que para mí eran una dinámica nueva. Supongo, que en mi imaginación era como tirarse por la cuesta de la calle Toita Sur, con aquellos carritos de madera con ruedas de latitas de salchichas, cuyo modelo probablemente recordarán solamente jóvenes de mi edad.

         El asunto es que otro niño, de Blondet, que trabajaba en el supermercado vino a regañarme. Y titerito como era le dije: qué te pasa. Y ya no recuerdo el intercambio de palabras pero sí tengo vivito estar cogiendo galletas hasta por el pelo. Todos mis intentos de darle un puño fallaron. Cuando pararon la pelea, gracias a Dios, me dijeron; él es boxeador. De todas formas me gané el respeto hasta del boxeador que me dio la mano y me dijo vamos a olvidarlo. Desde entonces, quiero que sepan que guío los carritos de supermercado a velocidad reglamentada, aunque mi dulzura para la pelea a los puños me duró todavía hasta la edad de los treintas, mala mía.

         Bueno de ahí me llegó, imagino, la amistad con Nicolás. Me invitó a la casa, no se por qué; quería que escuchara un disco. Para aquel tiempo aunque Cortijo y su Combo,eran el motivo de reunirse en la calle, con latas a tocar el Negrito Bembón, a niños como yo la payola de Paul Anka y Neil Sedaka, le había penetrado el gusto. En mi caso las películas de Elvis Presly vendrían a rematar el golpe asimilista. Cuando Nicolás puso el disco de los Beatlesya de ahí mi interés de forma marcada se trasladó al rock, y en ese campo ningún grupo superaría a la banda de Liverpool.

¿Cómo pude politizarme hasta ser comunista, de intención y socialista e independentista por determinación? Esa historia no viene aquí, podría adormecerlos. Sé que la poesía está en su centro.

         Ni lo que era mi intención escribir de los Beatles, he podido. Esto es digresión pura, la memoria entorpece. Otra vez será.

Artículo anteriorConfinamiento y Colapso Económico en Puerto Rico
Artículo siguienteLa esclavitud en Puerto Rico hoy