Encontrado en las redes: Crónicas decembrinas.

 

 

Sucedió el primer día en Tegucigalpa. El noticiario tenía cámara fija sobre la peatonal. Junto a Esteban, aún no contagiados por el covid, esperábamos nuestro turno para el recorte en la barbería. El noticiario hablaba de economía y la iliquidez deambulaba arriba abajo con el rostro triste, ojos rastreadores de présamos urgentes, manos crispadas del hey ayúdeme.

De entre la gente apareció al fondo Leonardo Montes de Oca. Se vino directamente a la cámara y pegó su rostro riéndose en sus clásicas musarañas. Me saludó!! Le decía a Esteban, vino a saludarme de bienvenida! Y claro, era un video de archivo, pero qué otra cosa es el tiempo si no un archivo que la nostalgia sintoniza y donde trasegamos fantasmas, energías suspendidas que solo hace falta sentir para que existan de nuevo? He estado viendo fijamente la televisión. Cambio de canal, zapping-ouija donde habitan mis amigxs.

Tegucigalpa, diciembre 2022.

 Fue en otro diciembre que transcribí a poema. Aparece en Los juegos fascinantes. El avión se preparaba a aterrizar en Toncontín y un enorme telón de nubes ocultaba este termitero intraducible que es Tegucigalpa. De pronto el cortinaje se hizo a un lado y, en medio del pestañeo, cruzó frente a mi ventanilla un corazón de helio perdido o lanzado a la deriva por algún amor anónimo.

Se fue flotando con lentitud, casi en velocidad de acoplaje con mi asombro. Soyuz, ballon rouge, qué sé yo. Era Tegucigalpa ingravida recibiéndome con sus muñones florecidos.

Tegucigalpa, 2022

 

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