Entrevista a Carlos Padilla Rodríguez “Trabajaré por la liberación de la Patria hasta el último suspiro de mi vida”

Por Cándida Cotto/ Edición Especial

ccotto@claridadpuertorico.com

Las aventuras desvían a una de su rumbo; hay quienes nunca van por rumbo fijo. Así parece de primera intención una conversación con el revolucionario don Carlos Padilla Rodríguez. Va de una anécdota a otra, cada una más interesante. “Vamos a llegar ahí ya mismo”, nos dice al notar que intentamos volver a una pregunta específica.

Padilla Rodríguez es uno de los periodistas de más fogaje que ha tenido CLARIDAD. Nos dice que su interés por el periodismo comenzó desde niño, ya que era muy aficionado a organizar y escribir. Aunque nació en Bayamón, se crió en Río Piedras y se graduó de la Escuela Superior Central (la que otros llaman la Central High). Su militancia independentista e internacionalista se inicia desde muy joven, casi adolescente, en el Partido Nacionalista bajo el liderado del maestro Pedro Albizu Campos. No tuvo tiempo de entrar en acción en la insurrección nacionalista. Luego de una reunión bajo la dirección de Raimundo Díaz Pacheco, la noche antes, en la zapatería La Champion en Río Piedras, fue arrestado y encerrado en prisión, en la misma celda que don Pedro. 

Tras la salida de la prisión La Princesa, el Maestro le encomienda divulgar la causa patriótica e ir a compartir las tareas del Partido Nacionalista en La Habana junto a Juan Juarbe Juarbe. Allí, además de ocuparse de los asuntos del Partido, se dedicó al oficio de la encuadernación y fue coautor del libro Tortura de los presos políticos en Puerto Rico. En una entrevista con el bibliotecario Esteban Valdez, Padilla le cuenta que el libro constituyó una denuncia ante la Organización de Estados Americanos (OEA), pero ni siquiera tuvieron una copia de acuse de recibo de ese organismo.

El ataque al Congreso de Estados Unidos, el 1 de marzo de 1954, por el comando nacionalista constituido por Lolita Lebrón, Irvin Flores, Rafael Cancel Miranda y Andrés Figueroa Cordero le dio un nuevo rumbo a Padilla. Aunque en La Habana, ajeno a los sucesos, el Gobierno de Estados Unidos, intervino para ordenar su arresto y fue encarcelado en la temible prisión batistiana, Columbia. No hay que olvidar que en Cuba los independentistas puertorriqueños al igual que los cubanos viven bajo la dictadura de Batista. En esa prisión —cuenta— se acordó de un poema de Juan Antonio Corretjer que hablaba de un río y una madrugada. Durante el traslado a la prisión El Príncipe, en La Habana, Padilla logró escapar por un río y subir como polizón al avión que el presidente de Guatemala de entonces Jacobo Arbenz había enviado a Cuba para recoger a su personal diplomático expulsado de Haití. “Cuando el avión aterriza en El Salvador, ya los americanos saben que hay un polizón, pero el capitán del avión, el piloto, me protege y no los dejo entrar a la nave”.

Es aquí en Guatemala que el boricua conoce al joven Ernesto Guevara, el que luego sería el Guerrillero Heroico, Ernesto Che Guevara. “Nos conocimos en las tertulias de la plaza pública frente al Palacio Presidencial, donde en las tardes nos reuníamos exiliados de distintos países. Al salir de su trabajo de médico en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, se unía al grupo, siempre con su mochila al hombro a compartir con nosotros”. Aquí también conoce a Ñico (Antonio) López, otro joven cubano que participó junto a Fidel Castro en los sucesos revolucionarios en la Provincia de Oriente en el 1953. 

El golpe de estado patrocinado por Estados Unidos contra el gobierno democrático de Arbenz, en junio de ese mismo año (1954), expulsa al boricua esta vez hacia Argentina. Refugiado en la embajada de ese país, pudo abordar uno de los aviones que el Gobierno del presidente Juan Antonio Perón, envió a Guatemala para desalojar su personal diplomático. Guevara le advierte de que él no es peronista; pero le da dos nombres que puede contactar en Argentina, a donde llega técnicamente como preso y es alojado en un llamado Hotel de Inmigrantes.

Al cabo de varias semanas, luego de completado los trámites para poder quedarse, de inmediato comenzó a hacer gestiones para comunicarse con las personas que le había dicho el Che. Estos personajes eran Alfredo Palacios, fundador del primer partido comunista de América Latina, y Eduardo Enrique Venturas Corominas, destacado político argentino, quien ya estaba relacionado con el independentismo puertorriqueño. Otro amigo argentino, Dardo Cúneo, le ayudó también a comunicarse con el abogado puertorriqueño Francisco Pagán Rodríguez, quien llevaba residiendo ya bastante tiempo en el mencionado país.

“La labor política que debía cumplir durante mi recorrido por encomienda de don Pero Albizu Campos fue lo primero que ocupó mi tiempo”. Padilla distingue a Corominas, quien en esta empresa, como embajador de su país en conferencias internacionales, ofreció su resuelta y valiosa solidaridad en el cumplimiento del compromiso con la independencia de Puerto Rico.

Entre su trabajo proselitista por la independencia patria, Padilla participa en una colonia cubana de apoyo a la revolución; se casa con una argentina; escribe el libro Puerto Rico al rescate de su soberanía, y trabaja como periodista, por lo que conoce a otro joven periodista de radio, Ricardo Masetti. Entre otras personalidades con las cuales se relaciona están el líder socialista Alfredo Palacios; el Dr. Juan José Arévalo, quien fue el primer presidente del periodo revolucionario guatemalteco; el escritor y diplomático Manuel Galich y el Premio Nobel de Literatura, Miguel Ángel Asturias.

De Argentina emprende un periplo por Uruguay, Paraguay, Brasil, hasta que llega a Bolivia, en donde dirigió un periódico sindical. Regresa a la Argentina y luego sigue a Santiago de Chile. Corre el año 1956. En Santiago de Chile conoce y hace amistad con el entonces senador Salvador Allende. “La primera vez que me brindó su valioso auxilio fue cuando me presenté ante él con el manuscrito de mi libro Puerto Rico, Nación Intervenida. Me brindó la mayor solidaridad para hacer realidad mi proyecto”.

Allende llamó a la imprenta del Partido Socialista e instruyó a que le publicaran el libro. La relación con Allende se extendió para siempre e incluso acudió a su toma de posesión como presidente en el 1970. Para ese año ya Padilla se encontraba en su tierra.

Padilla, el Che, Masetti = Prensa Latina

Al momento del triunfo de la Revolución Cubana (1959) Padilla se encuentra en Argentina y, tan pronto como el 9 de enero, regresó a Cuba. Allí se reencontró con el Che y allí también había llegado Masetti. No sabe cómo, nos dice, pero el hecho fue que Masetti, se conectó con el Che y llegó a la Sierra Maestra. Tras una entrevista y charla nace la idea de al triunfo de la revolución crear una agencia de noticias y una estación de radio.

El compromiso requiere, por supuesto, el aval del Comandante. Como si estuviera narrando un simple cuento, Padilla revela que pasaron dos semanas y Masetti estaba enojado porque todavía no había recibido el aval para el proyecto. Están en el vestíbulo del Habana Libre y Masetti le dice molesto que había entregado una carta diciendo que se iba del país. “Le dije que recogiera la carta de la oficina donde la había dejado”. Masetti le hizo caso y entró al edificio. Padilla le esperó, “a las horas salió con dos o tres cubanos con una sonrisa de oreja a oreja”. “Ya está todo arreglado”, recuerda que le dijo Masetti. Por su parte, el boricua ya estaba dirigiendo la estación de radio CMZ en Cuba, heredera del Partido Comunista, la cual había estado abandonada luego del golpe de estado de Batista. Formalizada Prensa Latina, Padilla trabaja para la agencia en Ecuador.

A mediados de los 60 del siglo pasado, el delegado internacionalista regresa a la isla y se integra al Movimiento Pro Independencia (MPI). De esta etapa recuerda que tenía tres funciones: redactor de CLARIDAD, reportero de Prensa Latina en Puerto Rico (trabajo por el cual dijo nunca le pagaron un centavo) y miembro de la Comisión Política del MPI. Participa en la lucha contra la explotación minera. 

Como miembro de la Comisión Política del MPI le recomienda a don Juan Mari Brás un recorrido por América Latina, y lo organiza, para recabar apoyo a la independencia de Puerto Rico. Padilla se adelanta y viaja a Perú, en donde fue arrestado al llegar a Lima.“No sé qué pasó. La cosa es que, ya de noche, vinieron unos individuos vestidos de civil y me dijeron ‘usted está libre, se puede ir’. No me interrogaron, no me torturaron. Lo que pasa es que lo querían era sabotear el trabajo nuestro, pero sabían que Mari estaba en la ONU”.

Salió de Lima vía Miami a San Juan, y una vez llegó, la noticia se publica en CLARIDAD. Vuelve a embarcarse, se encuentra con Mari Brás y continúan su viaje a América del Sur, en donde les espera Allende , todavía como senador.

De su labor periodística en los primeros años de la década de los 70, el incansable luchador independentista pasa a ser promotor cultural en el Instituto de Cultura Puertorriqueña en donde continúa su lucha en otras esferas.

Retirado ya a punto de cumplir 90 años, Padilla nos ofrece esta reflexión: “A estas alturas de mi vida y afanes, siento que no es suficiente lo poco que he ofrendado a la Patria a cambio de todo cuanto ella me ha dado. Sea poco o mucho lo que me resta, me esforzaré por entregarlo; ella es merecedora de todo cuanto podemos hacer para honrarla. Sólo así partiré conforme. Trabajaré por ella hasta el último suspiro de mi vida”. 

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