Integro por el PIP

Por Jenaro Rentas Rodríguez

Históricamente, la estructura económico-política en Puerto Rico ha ambulado con la prótesis de capital y tecnología ausentista.

En sintonía ideológica con un enjambre de falsas representaciones ha sido construida una artificiosa realidad que ha funcionado a modo y manera de infranqueable barrera a todo cuanto nos es dable aspirar como Pueblo.

Se ha tratado de una tajante usurpación montada con un violento despojo de los recursos y medios constitutivos y vinculantes entre la capacidad y la libertad de hacer, la formación social-clasista y la organización política. Elementos necesarios en convergencia, en y a todo despegue económico con base en la creciente acumulación de capital autóctono, producto del trabajo.

La condición de enclave colonial ha maniatado al país a la vieja práctica de producir lo que no consumimos y consumir lo que no producimos. En todo momento sometido al control propietario de la producción, del comercio, y los servicios por parte del capital ausentista. Y la consecuente fuga o exacción de excedentes capitales hacia las bóvedas de las corporaciones financieras metro políticas.

Todo a contramarcha del ingente proceso que en el mundo fue madurando condiciones a la formación y desarrollo del Estado Nacional. Proceso que tuvo su fundamento material en la acumulación originaria de Capital, la formación de un sólido mercado interno y la activa participación en el mercado internacional.

Con y desde ese distorsionante engranaje ha sido hilvanado el eslabonamiento económico-político capitalista colonial. Y paralelamente el semillero de antagónicas contradicciones que le están facturando cambios radicales hacia la liberación.

Ha sido altamente detrimental a los más caros intereses del pueblo puertorriqueño el resultado que el capitalismo colonial ha tenido.

En ese macroescenario se entrecruzan problemas estructurales, que conforman o expresan relaciones tanto cuantitativas como cualitativas de la realidad social total. Y las de tipo coyuntural que tratan de las condiciones prevalecientes en un momento determinado, pero que a su vez inciden sobre la estructura social total. Simultáneamente, la lidia conlleva el manejo de los elementos de carácter sustantivo y la metodología procesal. Ambos, de vital importancia para el diseño y puesta en práctica de la estrategia y la táctica. En todo caso, lo sustantivo tiene preponderancia sobre lo procesal.

Durante las últimas cuatro décadas el conjunto del movimiento de independencia ha ido concentrando grandes esfuerzos en dar con un mecanismo procesal para adelantar la lucha. Ello, en detrimento del trabajo sustantivo sobre la necesidad y la posibilidad de la independencia, imprimiéndole fuerza clasista-popular a la lucha anticolonial. Esa línea aislante entre lo sustantivo y lo procesal trae aparejada el debilitamiento de ambos y le resta poder a las masas trabajadoras.

 

Es harto frecuente, que desde los circuitos clasistas-gobernantes e instituciones  en su radio hegemónico se emitan nociones ideológicas y voces de mando político de corte retardatario desviacionistas e incluso reformistas para contrarrestar los movimientos de cambio.

Los movimientos de cambio organizados en sindicatos de trabajadores y trabajadoras, ambientalistas, comunidades residenciales, gestores y defensores de los derechos humanos, cooperativistas, grupos culturales… están atrincherados, las más de las veces en sus respectivas inquietudes inmediatas.  La participación en las próximas elecciones desde la perspectiva táctica-procesal ha ido ganando espacios con la renovada dirección del PIP.

De entrada, ha ido reduciendo la falaz argumentación de votar al Partido Popular para detener el mito de la estadidad. Ha recuperado espacios en las luchas sociales; reducido la absurda lucha entre la participación electoral y su rechazo por cuestión de principios y ha retomado la defensa de la lucha por la independencia.  Dentro de ese marco votaré integro en todas las papeletas por el Partido Independentista Puertorriqueño.

 

 

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