Kelvin y Héctor Joaquín, dos historias de éxito

CLARIDAD

Kelvin Pagán La Luz tiene cara de mequetrefe, pero una noticia de El Nuevo Día nos dice que se trata de un “alto ejecutivo” del Departamento de Educación. ¿Puede un mequetrefe ser a la vez “alto ejecutivo” de una entidad que opera con un presupuesto de más de $3 mil millones? Suena incongruente porque según el diccionario de la RAE un mequetrefe es una persona “entretenida y de poco provecho”. Más incongruente resulta si acudimos a otro diccionario, el de Oxford, donde se define como: “persona considerada insignificante en lo físico y en lo moral.” Alguien así definitivamente no daría el grado para ser un “alto ejecutivo”. Pero lo es, dice END.

El diario tiene razón. Este tal Pagán La Luz, con cuerpo y cara de mequetrefe, pudo llegar a ser un “alto ejecutivo” porque se trata del Departamento de Educación del Gobierno de Puerto Rico. En ningún otro lugar del mundo hubiese llegado a ocupar un cargo tan importante.

Hay una razón adicional. Además de tratarse del Departamento de Educación, el joven mequetrefe es militante del Partido Nuevo Progresista (PNP). Gracias a esa condición de militante y activista pueblerino, Kelvin descolló y llegó a ser director de la Escuela Vocacional de Aguas Buenas. Cualquier mequetrefe se hubiese quedado ahí, como honroso director escolar de su pueblo, pero este siguió subiendo y poco tiempo después llegó a ser “Gerente de la Secretaría Auxiliar de Educación Técnica” con un salario de $60 mil al año. ¡Tremendo salto! Todo esto fue posible, repito, porque se trata del DE y porque es militante del PNP. En su alto cargo es el principal responsable de la educación de miles de estudiantes, que necesitan esa instrucción técnica para conseguir un buen trabajo.

El puesto y el salario y el salario que consiguió Kelvin son buenísimos, muy por encima de la media, pero quería más tal vez porque le fue gustando la buena vida. Se fue a vivir a un “penthouse” de un condominio bien ubicado y ese estilo no cuadra con un salario de $60 mil, si además hay que pagar carro, ropa, comida, salir de fiesta y viajar. Tal vez esto nos explica que policías federales allanaran el penthouse y la oficina de Kelvin hace unos días. Hasta ahora sólo conocemos el allanamiento, pero pronto sabremos más.

En el mismo Departamento de Educación donde está Kelvin (sigue allí, cobrando, aunque “sin funciones”) estaba hasta hace muy poco un tal Héctor Joaquín Sánchez, también como alto ejecutivo”. Este no creo que tenga un “penthouse” porque vive en Canóvanas, pero igual que el allanado no es conocido por ser pedagogo, ni por sus credenciales académicas en esa rama del saber. Antes de ser Subsecretario del DE, Sánchez trabajó como Comisionado Electoral del PNP, un cargo netamente político. Fue ese historial, y no su conocimiento de la pedagogía, lo que lo llevó al DE.

Sánchez tuvo que irse del su alto cargo porque lo descubrieron en una cruda operación politiquera (manipulando listas para darle premios solo a maestros identificados con su partido). Como el secretario Eliezer Ramos sabe que su departamento está vigilado de cerca debido a un historial nada honroso, se apresuró a salir del subsecretario.

Este individuo estaba en el DE sin ser experto en educación y de su historial tampoco surge que sea ingeniero ni que tenga experiencia en nada relacionado con trasportación. Pero una vez tuvo que dejar el guiso educativo fue ubicado en otro similar en el Departamento de Trasportación y Obras Públicas (DTOP). No perdió ni una quincena porque fue de un lugar a otro en cuestión de días. Más aún, según la prensa, a Sánchez le dieron a escoger a dónde quería irse y seleccionó al DTOP. No es difícil concluir que allí no estará a cargo de arreglar carreteras, que tan mal están, sino a realizar funciones similares a las que hacía como comisionado electoral del PNP y subsecretario de Educación.

Estas dos historias de éxito, las de Kelvin y Héctor Joaquín, sirven para explicar muchas cosas. En primer lugar, dramatizan un problema que no por ser viejo deja ser grave: el del patronazgo político. El partido político que prevalece en el control de la rama ejecutiva opera como quien maneja una finca privada. Aquellos que le fueron fieles durante la campaña y se “fajaron” buscando o, como Sánchez, cuadrando los votos, son de inmediato compensados a cargo del presupuesto público. La ubicación no se hace teniendo presente la capacidad o el historial profesional, sino por la fidelidad partidista y la importancia política de la agencia en cuestión.

Ese patronazgo explica la pobre calidad de la gerencia pública y de los malos servicios que recibe la ciudadanía. En el caso del DE, que es la joya de la corona dado su enorme presupuesto, el patronazgo político asegura una estructura ineficiente y derrochadora. Ahora mismo, mientras Kelvin y Héctor Joaquín siguen disfrutando de sus “sueldazos”, el año escolar comienza con escuelas dilapidadas y, pero aún, la calidad de la educación sigue en baja.

El patronazgo, además, alimenta la corrupción. Estos individuos no llegan a sus cargos por sus méritos ni mucho menos movidos por alguna vocación. Su motivación es el guiso. En muchas ocasiones, por sus manos pasan millones de dólares que se convierten en tentación. Y si tu base moral es débil ya sabemos el resultado.

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