La miopía colonial y racista: entendiendo a Haití y Africa

 

 

Especial para CLARIDAD

Para entender lo que sucede en África y en Haití debemos superar la miopía colonizada y racista que tenemos y comenzar a analizar los procesos descolonizadores, sin infantilizar o despreciar las luchas de estos pueblos. Níger, país que se une a otros del Sahel, Mali, Burkina Faso y Guinea en la rebelión contra el dominio occidental, exigen su soberanía nacional y señalan la contradicción colonial que enfrentan que siendo un continente que tiene riquezas, son países pobres. Haití dice que no quiere más intervenciones militares que siguen destruyendo al pueblo y la soberanía nacional, tienen recursos pero también son pobres. Tanto los países africanos como Haití lo que reciben es el muestrario de la crueldad racista, políticas económicas y sociales de dependencia, bloqueos económicos, genocidios y destrucción ecológica, con endeudamiento. Son políticas de entrega de los recursos para ser saqueados y no permitir desarrollar proyectos de soberanía económica y política, de endeudamiento y de obediencia colonial. La deuda es un recurso imperialista para controlar gobiernos e incluso tumbarlos. Por eso dicen basta ya.

Conmemoramos el 22 de agosto se inició (1791) la Revolución haitiana, que triunfó pero el imperialismo le impuso un castigo terrible por su osadía. Cuál fue su osadía, retar el imperialismo-colonial, pero en especial a la hegemonía de hombres, blancos, ricos, europeos y decir que se puede construir un país soberano. Lo mismo pasa con los países africanos, osaron retar al imperialismo-colonial europeo y a los hombres, blancos, ricos y decir que podían construir Repúblicas soberanas e independientes. El castigo que los haitianos y los países africanos recibieron fue el bloqueo, la deuda, el control de sus recursos, el control neo colonial, la imposición de modelos económicos capitalistas explotadores, de democracia liberal, de ayudas para el desarrollo que crea dependencia y control social disfrazadas de ayudas humanitarias, el intercambio cultural, el apoyo a la democracia que sirven para saquear y explotar a los países.

Haití al igual de los países africanos del Sahel han expresado su oposición a la intervención militar y cuestiona el afán de las antiguas potencias coloniales, esclavistas, imperialistas qué hora se comprometen a defenderlos. Reconocen que EEUU y Europa tienen un proyecto criminal y racista de desestabilización, de sabotaje sistemático de las soberanías de estos pueblos. EEUU y Europa continúan engañando a la opinión pública internacional, van construyendo discurso donde manifiestan expresiones racistas (golpistas, terroristas, bandas criminales, etc., o controlados por Rusia y el comunismo) y no reconocen la capacidad de análisis y de interpretación de estos pueblos sobre su realidad. Con estos discursos racistas intentan minar el liderazgo anticolonial e independentistas en África y en Haití para instalar gobiernos a favor de la política exterior y los capitales de EEUU y Europa. Así insertarse en las dinámicas socioeconómicas africanas y haitiana para saquear los recursos a través de prácticas explotadoras.

Estos pueblos muestran el enfado y no aceptan la presencia de tropas francesas y estadounidenses, incluyendo la ONU o la OTAN, por las continuas crisis económicas infligidas a sus países.

Los informes señalan que esta región de África -el Sahel- con las intervenciones militares reciben “la desecación de la tierra como consecuencia de la catástrofe climática, el aumento de la militancia islamista debido a la guerra de la OTAN en Libia en 2011, el auge de las redes de contrabando para traficar con armas, personas y drogas a través del desierto, la apropiación de los recursos naturales -incluidos el petróleo, el uranio y el oro- por parte de empresas occidentales”. También el “atrincheramiento de las fuerzas militares occidentales mediante la construcción de bases y las acciones impunes de sus ejércitos”. En Haití se da a conocer el informe del 2023 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (UNODC), donde señala que “el tráfico de las armas y municiones (legales e ilegales) utilizadas por las pandillas provienen en particular de los EEUU”. En Haití se cuestionan cuál es el interés de EEUU de combatir las pandillas si son los que entrega armas y municiones y desde Miami los ricos haitianos controlan y explotan los recursos de Haití. Los haitianos exigen la creación de una Comisión de Investigación Independiente para evaluar los años de apoyo de la ONU y sus responsabilidades en la caótica situación actual, los abusos cometidos y el daño infligido a la salud.

El enfado de estos pueblos hermanos es real, se niegan a ser sometidos al neocolonialismo que saquea sus recursos y los deja en la pobreza. Se niegan a la economía de la dependencia y a mendigar a través de las ayudas internacionales que los someten. Se niegan a la corrupción neocolonial que generan estos esquemas de ayuda. Esa corrupción que no se refiere a pequeños sobornos a funcionarios del gobierno, sino a toda una estructura colonial que impide establecer la soberanía nacional sobre sus materias primas, la producción de alimentos y su desarrollo.

Son países que vive por debajo del umbral de pobreza, con continuas crisis económicas infligidas, que llevan décadas viendo cómo su riqueza se les escapa de las manos y han dicho basta. Y dicen que el desarrollo debe ser diferente, sin intervención militar.

Saben que EEUU y Europa quieren el acceso a materias primas, fuentes de energía, mercados, campos de inversión y esferas de influencia y no vienen a ayudar. Pero también saben que hoy hay nuevos aliados hegemónicos, en especial de los países del BRICS. El ascenso de China y Rusia en el escenario mundial ha sido bien recibido por varios líderes, como un medio para combatir el imperialismo y asegurar la soberanía y un desarrollo económico propio que responsa a sus intereses.

Y le dicen a los países que si quieren ayudar:

Comiencen apoyar la recuperación de la soberanía nacional para poner fin a la injerencia de las potencias imperialistas;
A reconocer a su liderato y que pueden construir modelos económicos y sociales propios que ayuden a sus pueblos;

La suspensión por parte de EEUU y Europa de los ataques mediáticos, amenazas con quitar ayudas y de las intervenciones militares. En especial, el fin del apoyo internacional a neocolonialismos y neoimperialismo;
La creación de una comisiones de investigaciones de todos los atropellos y saqueos contra los pueblos, en los campamentos y en especial contra mujeres y niñas;

La restitución y reparación de los agravios a lo largo de la historia, en particular la histórica deuda de la esclavitud, que se une a el robo de sus recursos actuales y la cancelación de las deudas ilegales y odiosas a las que han sido sometidos.

Podemos seguir añadiendo, pero lo importante es escuchar a estos pueblos y que sean los que construyan su futuro y lo que desean.

Basta ya de imperialismo, colonialismo, racismos e injerencias extranjeras. La hora es de la independencia y plena soberanía ha comenzado.

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