Luchar y resistir

A poco más de un año de la aprobación de la mal llamada ley PROMESA, el país comienza a sentir los estragos de esa legislación. Tal y como denunciamos muchos(as) de los(as) que creemos en la genuina descolonización de nuestro país, la Junta de Control Fiscal no venía a rescatarnos, ni a poner la casa en orden, ni a procesar los corruptos responsables de esta debacle económica y fiscal. Ya ha quedado demostrado que la Junta viene a cobrar de donde haya, para pagarle a los usureros que, aprovechándose de los cómplices que tenían en el gobierno de turno, nos endeudaron a niveles insospechados. No importa el sufrimiento y la miseria a la que haya que someter a nuestra gente, con tal de lograr el cobro de la deuda. Mientras, el gobierno de Ricardo Rosselló, que opera en absoluto contubernio con la Junta, implanta su plan neoliberal, en perjuicio de los intereses de la clase trabajadora del país. La ejecución del plan fiscal que sometió el gobierno del PNP, cuya aprobación por la Junta celebraron con bombos y platillos, presagia tiempos aciagos.

En estos momentos resulta, en extremo preocupante, la posibilidad de una reducción de jornada laboral para los trabajadores del sector público. Ello representaría un recorte a sus salarios y un serio escollo para afrontar las obligaciones cotidianas, en detrimento también de otros sectores de la economía. Esta medida se suma a las condiciones de extrema precariedad que muchos(as) experimentan, pues la falta de empleo es la orden del día, así como la falta de acceso a buenos servicios de salud, educación y transportación pública. Más de 5,000 unidades de vivienda fueron reposeídas por los bancos en el 2016, por falta de pago de los préstamos hipotecarios. A lo largo y ancho de todo el país, ha proliferado la industria de dar en prenda los automóviles, lo que demuestra la urgente necesidad de nuestra gente de acceder a dinero con relativa rapidez. Nuestros(as) viejos(as) sufren la merma en sus ya escasas pensiones, lo que abona al empobrecimiento de este sector, por los retos de salud y el desamparo que muchos(as) enfrentan en esta etapa de su existencia. No hay que ser científico nuclear para saber que el empobrecimiento en la calidad de vida, desencadena una serie de males sociales que nos afectan a todos(as). De ahí, que se dispare la criminalidad y la violencia como medio para paliar la carencia y desahogar la ira y la desesperanza. Algunos(as) recurren al uso y abuso de alcohol y drogas o al suicidio. Otros(as) optan por abandonar el país que, paulatinamente, va perdiendo los recursos humanos que necesita para reconstruirse.

Mientras todo esto ocurre, los colonialistas divagan en la constante politiquería, eludiendo enfrentar el problema de fondo que nos esclaviza y que, hoy más que nunca, necesita abordarse y resolverse: somos una burda colonia de los Estados Unidos que ellos han saqueado, ultrajado, explotado, exprimido, pisoteado y utilizado para su absoluto beneficio y el de los intereses del capital que gobierna ese país. El liderato estadista, que reniega de ser puertorriqueños, machaca el discurso fantasioso y engañoso de la estadidad, sacando provecho de la ignorancia de aquellos(as) que piensan que esa opción traerá la solución a todas nuestras desventuras. Por otro lado, ante la precarización de la vida que todos(as) enfrentamos, despilfarran los fondos públicos en pagar gastos exorbitantes de la Junta y en contratos a amigos y políticos derrotados. El liderato popular, por su parte, sigue sumido en la negación en cuanto a la implosión de su proyecto político y continúa propagando el discurso trillado del “desarrollo” del ELA. Se han convertido, a su vez, en una caricatura de oposición, afrontando con su acostumbrada blandenguería, los desmanes del gobierno de turno. Al negarse a enfrentar la realidad, ambos, PNP y PPD, se han desenmascarado como enemigos del pueblo, traicionando nuestras genuinas aspiraciones a una vida digna y justa.

Son muchos los retos que tenemos por delante, ante las medidas que impondrá la Junta con la connivencia del gobierno PNP. El país está en juego. Es, pues, tiempo de lucha, resistencia y solidaridad. Hay que luchar para salvar nuestra universidad de sus verdugos. Hay que luchar por salvar nuestro patrimonio, nuestra cultura y el tesoro que alberga el Instituto de Cultura Puertorriqueña, que enfrenta la codicia de los mercaderes que nos gobiernan. Hay que luchar contra los proyectos críticos contemplados en la ley PROMESA que pudieran promover un gasoducto en el sur y la incineradora de Arecibo. Hay que luchar contra el depósito de las cenizas en Peñuelas, Humacao y Guayama y por la salida definitiva de los mercenarios de la AES. Hay que salvar nuestra escuela pública de las garras de una administración totalmente insensible e indiferente a nuestra vida e idiosincrasia como pueblo. Hay que luchar contra la Junta, contra la corrupción, contra la privatización, contra la pobreza, contra la colonia. El gobierno, por un lado, no dará tregua en el logro de sus objetivos, irreconciliables con los nuestros. El pueblo por el otro, tiene el deber de luchar y resistir la ofensiva que amenaza nuestra propia subsistencia. La indiferencia es inadmisible.

La autora es Presidenta del Movimiento Unión Soberanista (MUS).

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