Nos tocan a todas

 

Especial para CLARIDAD

Llevo semanas por escribir sobre la Súper Liga de fútbol y desafortunadamente me encuentro tratando de escribir de las columnas más difíciles que he tenido que hacer en mi vida. Aún sin respuestas de algo que me parece incomprensible, le sigo dando vueltas a la pantalla en blanco sin encontrar palabras. Como dicen las compañeras feministas, cada vez que tocan a una, nos tocan a todas, pero el hecho de que el sospechoso de este vil asesinato sea un deportista cercano, nos toca más, como sociedad y en la familia.

Sin duda la violencia machista no es nueva en Puerto Rico y desafortunadamente está regada por toda la sociedad, así el mundo del deporte no es ajeno ni inmune a este mal. Se ha ido reclamando cada vez más frecuente que se incluyan más discusiones sobre género en el deporte y se abran más espacios para las mujeres, personas de la comunidad LGBTQI y que se rompan con roles de género en el mundo deportivo. Aún así el mundo del deporte sigue siendo en su mayoría machista y un espacio bastante conservador en cuanto a romper con la estructura patriarcal.

Pero en Puerto Rico, al igual que en otros muchos lugares, le adjudicamos a los y las atletas cualidades morales y éticas a veces superiores a los demás. Los convertimos en héroes por sus habilidades atléticas y simplemente deseamos, aspiramos que sean mejores seres humanos fuera de su entorno deportivo. Le tiramos toda esa carga y confiamos ciegamente en ellos y ellas. Y algunos son excepcionales dentro de la cancha, cuadrilátero y la pista, y también afuera; y otros no.

Aún totalmente con  mucha perplejidad busco comprender lo que pasó en los últimos días. Ese boxeador que mi Padre, Elliott Castro  tanto admiraba y quería, a quien apodó “el Diamante” jugando con el doble sentido del nombre del sector de Trujillo Alto donde se encontraba el gimnasio donde entrenaba con el mismo nombre, y en alusión a la piedra que puliéndose termina con un valor incalculable. Félix Verdejo, a quien vimos cómo poco a poco pasaba de “contacto” a “persona de interés” a  “sospechoso” a se “entregó a las autoridades” en un crimen que de acuerdo a la descripción es horripilante. Así hemos quedado todos y todas sorprendidos(as) y sin palabras. Cruelmente se le ha dado más cobertura mediática a este caso por el alto perfil del acusado, cuando en realidad cada muerte tiene el mismo valor y el mismo horror.

Yo no tengo idea de por qué alegadamente Verdejo decidió y planificó tan horrendo crimen de alguien con quien mantuvo una relación por tantos años y con quien esperaba un bebé. No lo entiendo de él, ni de todos los hombres que cometen femicidios en nuestro país, demasiados, siempre es incomprensible. Sé que hay gente que aún en el estado de shock se preguntan cómo se afectó su prometedora carrera como boxeador. Realmente yo pienso en la vida que se perdió injustamente, el enfoque, la empatía y los esfuerzos para hacer cambios institucionales, deben ser en ella. Obviamente por lo cercano que es para quienes estamos en el mundo deportivo y en el mío en particular por la relación con Papi, es inevitable preguntarnos cómo ese boxeador de sonrisa dulce alegadamente cometió un acto tan horripilante. Y aunque no tengamos respuestas, nos sirve para hablar del tema y recordarnos que el deporte y los atletas no están inmunes a lo que pasa en la sociedad. También quizás usar esta oportunidad para que el mundo deportivo se una a un llamado para que no haya una muerta más y que el gobierno haga los cambios estructurales para crear una educación con perspectiva de género y un estado de emergencia que funcione. Y de paso, también rechazar la pena de muerte que se quiere imponer .

Dentro del dolor y la rabia, seguimos trabajando para crear conciencia y educar a la nueva generación. Con la esperanza de no tener que perder la vida de una mujer más.

 

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