Nuestra bandera de Lares es veraz y auténtica

 

 

Especial para CLARIDAD

A raíz del artículo que el historiador Joseph Harrison Flores, publicó en El Nuevo Día, el 8 de marzo de 2022, y de su posterior conferencia del 20 de abril de 2022, en el Centro de Estudios de Puerto Rico y el Caribe, cuestionando la veracidad y autenticidad de nuestra bandera, expresamos mediante estos apuntes, nuestra percepción sobre el asunto. En lo que a este servidor respecta, para muchos lareños y para muchos otros puertorriqueños que atesoramos los símbolos patrios, nuestra bandera, la bandera del Grito de Lares, la bandera que exhibe desde 1954 el Museo de Arte, Historia y Antropología de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, réplica de la cual exhibe el Centro Cultural 23 de septiembre de Lares desde 1968, es veraz y auténtica. No negamos la veracidad y autenticidad de otras banderas, incluyendo la que exhibe el Museo Militar de Toledo, en España, porque desde el proceso judicial que presidió el juez Nicasio Navascués y Aisa, así como la obra de José de Pérez Moris y Luis Cueto Quintero, y de otros trabajos publicados desde entonces, se ha establecido que se cosieron varias o muchas banderas para emblematizar la gesta heroica de 1868, siguiendo el diseño sugerido por Betances. Entre las costureras se mencionan a Mariana Bracety, Obdulia Serrano, Dolores Cos, Eduviges Beanchamp, Rosalía Márquez y Justina Rochet.

Está meridianamente establecido y adjudicado que las fuentes primarias o documentos originales son herramientas indispensables para la construcción de la historia o reconstrucción del pasado. Pero cuidado, no las usemos para aventurar en conclusiones e inferencias incongruentes con el texto e inconsecuentes con lo que se quiere demostrar, cayendo en el campo de la especulación. El descubrimiento de las banderas en el Museo de Toledo no le quita autenticidad a nuestra bandera. Independientemente de la ausencia de documentos que la validen existe toda una tradición o testimonios orales y toda una literatura que la autentifican. Esa tradición oral la podemos rastrear hasta el mismo artículo de José Perignat, hijo, en la revista cubana Carteles de 1936, al que hacen referencia Roberto H. Todd en su columna para El Mundo, en 1937, y Joseph Harrison en su artículo para El Nuevo Día, del 8 de marzo y su conferencia del 20 de abril de 2022. En 1924, Luis Llorens Torres, laureado bardo juanadino, escribió el himno de Lares y luego su obra El Grito de Lares, ambos inspirados en los acontecimientos de Lares. Se puede argumentar que como poeta y dramaturgo, la ficción literaria fueron parte de su legado pero también es cierto que elementos de esa realidad están presentes en toda ficción. Llorens vivió cuando aún vivían protagonistas del Grito y sus descendientes. La tradición también hace referencia a que José de Diego y Martínez visitaba a Lares los 23 de septiembre con una bandera de Lares. José de Diego estaba emparentado con Aurelio Méndez Martínez, uno de los líderes de la Revolución. Posteriormente, René Marqués escribe Mariana o el Alba y Cesáreo Rosa Nieves escribe Brazo de Oro, en las que también abordan la temática del Grito. La literatura histórica, propiamente, especialmente historiadores como Cruz Monclova, Loyda Figueroa, Germán Delgado, Olga Jiménez, Ché Paralitici, Francisco Moscoso, Raquel Rosario y otros, hacen acopio de toda esa tradición, y por supuesto, de documentos disponibles.

Para completar estos apuntes, quiero reconocer la honestidad intelectual de Joseph Harrison, quien no obstante a sus cuestionamientos, coincide con Todd a los efectos de que “no existen documentos históricos que evidencien la existencia de dicha bandera- la bandera de Lares- en la Iglesia de Lares” pero distinto a Todd establece que pueden “existir otros documentos que si lo validen”- pág. 16 de su conferencia. Para establecer esa posibilidad argumenta que de 52 piezas de los expedientes del juez Navascués, 33 de ellos no han sido localizados. A esa discrepancia de Harrison con Todd nosotros añadimos que muchos otros documentos pudieron haber sido escondidos o destruidos por los acusados para mitigar la sentencia o lograr la absolución. Es ahí, donde la tradición oral llena el espacio de los documentos perdidos o destruidos.  Para concluir, nos reiteramos en nuestra convicción a los efectos de que nuestra bandera es veraz y auténtica, pero reconociendo el interés y el esfuerzo de Joseph Harrison Flores en este asunto.

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