Peñuelas: Trabajan para un oasis energético

 

 

CLARIDAD

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Las secuelas de los huracanes Irma y María no habían sanado todavía cuando llegaron los terremotos y, ahora, la pandemia. Al igual que en muchas otras comunidades en Puerto Rico, en el sector Quebrada Ceiba, en Peñuelas, los líderes comunitarios han tenido que asumir la atención de las necesidades de su gente.

Desde un espacio en la iglesia episcopal San Mateo, que se convirtió en centro de acopio para ayuda a la comunidad tras el paso del huracán María, los líderes comunitarios Francisco Javier Figueroa Caquías, María Maldonado Rodríguez, Juan Carlos Maldonado Rodríguez, el padre Juan Carlos Restrepo y Grace Blanco, coordinadora del Programa Puente pal’ Sur, de la organización Enlace Latino de Acción Climática (El Puente), compartieron con este semanario sobre su trabajo comunitario.

Fotos:Viente Vélez
Los líderes comunitarios Francisco Javier Figueroa Caquías, María Maldonado Rodríguez, Juan Carlos Maldonado Rodríguez, el padre Juan Carlos Restrepo y Grace Blanco.Foto: Vicente Vélez

Al presente, los esfuerzos se concentran en el proyecto de un oasis energético. Fue por medio de otra líder comunitaria que María Maldonado se contactó con la organización El Puente. “Me pidió orientación para identificar una comunidad en donde colocar unas placas solares. Yo pensé en mi barrio. Hay muchas cosas. Pensé en la Ceiba, en el espacio de la iglesia San Mateo, que me dio el visto bueno”.

Grace Blanco, quien es el enlace comunitario del proyecto de El Puente, Puente pal Sur, narró que luego de las experiencias de Irma y María en el 2017 y de los terremotos en el área sur oeste a principios de este año, les pareció necesario empezar a moverse a establecer espacios para instalar oasis energéticos.

“Aprendimos en la recuperación que fortalecer estos espacios y las capacidades de las personas en términos de las respuestas, verdaderamente salva vidas, así que estamos tratando de construir estos oasis en diferentes partes de la isla para apoyar esos espacios de respuestas y la organización comunitaria”.

Resaltó que lo más importante es que el espacio sea reconocido por la comunidad. Su propósito es contar con las herramientas para facilitar energía en momentos en que por situaciones de emergencias o clima el otro sistema pueda fallar. El proyecto también ayuda a tener una conversación de cómo hacer una transición hacia la energía renovable.

Figueroa Caquías narró que a pesar de haber estado entre cinco a seis meses sin luz, la estructura sirvió de centro de acopio. Haberlo podido hacer y recibir la oferta del proyecto que trajo El Puente les brindó la oportunidad de continuar con el centro de acopio para poder atender cualquier otra emergencia que enfrente la comunidad.  “Ya la gente sabe que aquí va a tener la disponibilidad de ayuda”, expresó  entusiasmado.

La instalación de las placas solares –—el oasis energético— espera por el trabajo de compartir el espacio del techo con un árbol de yagrumo y por un tratamiento contra la humedad.

El padre Restrepo comentó que heredó el proyecto del oasis energético de la anterior presbítera, Arelis Casiano, y destacó la prioridad que este tiene. La presencia de la parroquia episcopal San Mateo, en la comunidad rural Quebrada Ceiba, data de hace 90 años, antes de que se construyera una capilla en el 1930.  Esta estructura fue casi destruida por los terremotos.

Después del huracán María, el grupo se ha mantenido ayudando en las necesidades de la comunidad, trabajo que ha aumentado con la pandemia. Hace dos meses completaron un censo que les reveló, entre otros datos,  que la mayoría de las familias tiene más de dos niños y que la provisión de los alimentos sigue siendo un reto.

María Maldonado, quien trabajó en ese censo describió que muchas personas le dijeron que sentían que habían cambiado con los terremotos, que les daban ataques de pánico, que se sentían ansiosas, que habían perdido el sueño o el hambre; que los nenes gritan y al sentir un movimiento, ya están de pie, y que muchas personas de edad avanzada están enfermas por el mismo miedo a que les dé el virus de la pandemia. También se percataron de que muchos de los envejecientes están postrados en cama al cuidado de otro envejeciente.

Figueroa Caquías, agregó que continúan buscando personas de la comunidad para que se integren y se sientan confiados en buscar ayuda. Otro dato que les reveló el censo es que en el barrio no hay jóvenes. “Queremos buscarlos, sé que nos pueden ayudar”, dijo con convicción.

En Quebrada Ceiba no hay ni escuela elemental. La única escuela que había era una para desertores escolares, y  al igual que el resto del área sur, desde los terremotos en enero, todas las escuelas de Peñuelas se encuentran cerradas.

El agua

Otra de las circunstancias que afectan a las comunidades de Quebrada Ceiba es la necesidad de mejorar el servicio de agua potable. El líder comunitario reconoció que ha habido una polémica entre los diversos sectores, ya que unos reciben agua de un acueducto comunitario, otros tienen el servicio de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) y otros no tienen ningún servicio. Pero el hecho es que ninguno de los dos sistemas es confiable porque hay veces en que el agua no sale apta para el consumo y hay otras ocasiones sencillamente no hay.

Figueroa Caquías señaló que, aunque ha habido reuniones entre los líderes comunitarios, no han logrado ponerse de acuerdo sobre qué sistema adoptar. Hace unos días el tema fue retomado por los líderes comunitarios.

El líder comunitario, cuya residencia resultó agrietada por los sismos, admitió que se sienten abandonados por parte del Gobierno y expresó que ese sentimiento causa desánimo. Añadió que muchos se sienten defraudados y engañados, lo que en alguna medida también dificulta el trabajo en la comunidad.

“Es la realidad.  Me gustaría que el Gobierno se preocupe al menos un poquito más”. No obstante, destacó que independiente de lo que pase el martes —se refiere al resultado de las elecciones—, en la comunidad Quebrada Ceiba “todo continuará igual, los residentes somos los que estaremos marchando”.

Por su parte, el Padre Restrepo compartió que Colombia, de donde es originario, prácticamente está atravesada en la parte norte de los Andes por una cordillera que tiene “mal contadas» cinco o seis fallas: “Tiembla frecuentemente así que nosotros ya tenemos conciencia de cuándo tiembla”. El también rescatista recomendó estar alertas a que no se debe salir hasta que no pase el temblor.

Además de atender el proyecto del oasis energético, la necesidad de agua y la prevención del COVID-19 —hasta el momento no ha habido brotes comunitarios—, el Padre Restrepo advierte de la necesidad de atender la salud emocional.

“Hay una desestabilización emocional inmensa provocada por María. María no ha sido resuelta. María, emocionalmente, no ha sido resuelta, económicamente, no ha sido resuelta. Hay muchas cosas de María que no han sido resueltas y con el tema de los sismos se altera mucho más. Y encima, la pandemia, con toda la desinformación y contradicción, con la desconfianza hacia los datos del Gobierno. La gente ya no aguanta más. La gente, emocionalmente, llegó a un tope, y ahí tenemos que intervenir mucho, dar la posibilidad a que las personas suelten lo que tienen y que no se sientan juzgados”.

Por su parte, la coordinadora del Puente p’al Sur también explicó: “La experiencia de estos años ha sido una sin precedentes en asuntos climáticos. La pandemia y el asunto estructural de la vivienda ha sido bien agotador para el país entero, pero mucho más para los líderes comunitarios, que han sido realmente la respuesta de primera fila, me atrevo a decir, en todo Puerto Rico”.

 

 

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