¿Qué hacer?

 

 

Especial para Claridad

 

Últimamente he estado participando en charlas y conversatorios sobre el asunto de la ciudadanía puertorriqueña y la certificación que se me expidió por el por el Secretario de Estado de Puerto Rico, Fernando J. Bonilla, sobre mi condición de ciudadano de Puerto Rico. Curiosamente, son grupos de jóvenes los que han auspiciado estas actividades. En todas ellas, celebradas, en la Facultad de Derecho de la UPR, en el Museo de la Historia de Ponce, en el Recinto de Arecibo de la UPR y en el Recinto Universitario (RUM) de Mayagüez, prevaleció lo que más positivo me ha parecido, que es el gran interés de un sector significativo de nuestra juventud en reclamar que se les certifique su condición de ciudadanos puertorriqueños.

Ha sido tan impactante ese hecho y esa voluntad de muchos jóvenes boricuas que ya, un grupo de ellos ha comenzado a organizar una nueva entidad, que ellos titulan Alianza de Jóvenes Ciudadanos Puertorriqueños (AJCP). Fue esta organización, todavía embrionaria, la que me invitó a dar un charla sobre el tema de ciudadanía, la cual se celebró el pasado miércoles, 28 de marzo, en el anfiteatro de la Escuela de Enfermería del Colegio o RUM, en Mayagüez.

Allí distribuyeron un volante que describe de esta manera su “visión”:

“Nos afirmamos como jóvenes comprometidos y combatientes ante el sistema colonial que impera en la isla. Somos fieles creyentes y luchadores de la emancipación de nuestro terruño borincano. Tenemos como meta crear conciencia acerca de la Ciudadanía Puertorriqueña en especial en las futuras generaciones. La lucha de la AJCP es pacífica, a su vez, creemos que al educar al pueblo abrimos caminos, creamos conciencia y avivamos el sentido nacional.”

“La AJCP entiende que somos los jóvenes quienes seremos los futuros líderes de nuestra tierra. Por eso creemos que es esencial fomentar el liderazgo, la conciencia nacional y la educación para la formación de una NUEVA PATRIA.”

En el mismo boletín, enumeran sus objetivos y metas a corto y largo plazo, todo lo cual indica que están legítimamente motivados para encausar un movimiento amplio, patriótico, no sectario, y fuera de todas las líneas de los partidos y semi-partidos que se están gestando por diferentes grupos en el país, sin que —por otro lado— se coloquen en polémica ni discusiones estériles con esos otros grupos. Están convocando a una asamblea general para constituir formalmente la entidad, la cual está tentativamente señalada para el 14 de abril. Supongo que publicarán un anuncio con todos los detalles de dicha asamblea en CLARIDAD. Tienen dos portavoces, una mujer y un hombre, ambos muy jóvenes y sumamente articulados y que se ven auténticamente involucrados en su importante quehacer patriótico. Me emocionaron mucho sus intervenciones en la actividad del RUM, porque me hicieron recordar los días tan remotos en que un grupo de jóvenes de los años cuarenta iniciábamos en Mayagüez una modesta organización juvenil pro independencia.

Me consta que existen hoy unas entidades muy diversas en sus concentraciones y enfoques, que tienen en común la meta de la soberanía e independencia para Puerto Rico. Pero, como ocurre en los períodos de dispersión del movimiento patriótico, buscan adelantar la causa desde perspectivas diferentes, hasta el punto de distanciarse las unas de las otras. Y lo que es peor, la confusión que produce esas disputas internas, han marginado hacia la no afiliación a lo que tal vez  sea la mayoría de los independentistas conscientes del país.

Tengo gran respeto por todas esas organizaciones, grupos y personas. Les basta ser independentistas para contar con mi mayor consideración y aprecio. Cada una de ellas y ellos se plantean con variados enfoques el problema de qué hacer para mejor adelantar la causa común que nos motiva a todos: la plena soberanía, independencia y justicia social para los puertorriqueños de hoy de  mañana.

Sin subestimar esos enfoques diversos de unos y otros, a mí —a la altura de mis experiencias de muchos años de lucha— me motiva más que ninguno otro el esfuerzo concertado que pueda producir un programa masivo de educación del pueblo sobre sus derechos nacionales como boricuas. Visualizo con gran esperanza la realización de campamentos de verano para jóvenes en  los que se  ofrezcan discusiones abiertas sobre cuál es el futuro mejor para nuestra patria. Aspiro a sacar a Puerto Rico de la tribalización y la trivialización en que parece sumirse el debate político actual en el país. Soy hostosiano y me parece indispensable la educación como vehículo para avanzar en la comprensión masiva de las realidades de cada sociedad. Si Puerto Rico hubiera respaldado a Hostos en sus esfuerzos de más de un año, en la Liga de Patriotas, que incluía sobre todo un plana educativo muy pormenorizado para jóvenes y viejos, otro habría sido nuestro accionar colectivo a lo largo del Siglo XX.

Todavía tenemos tiempo para salvar al país de la desintegración y el colapso por las peores enfermedades sociales que está padeciendo.

Uno de esos genios organizadores de pueblos, en el Siglo XX, Lenin, quien dirigió la primera revolución socialista triunfante en la historia, examinó con precisión matemática el cuestionamiento de ¿qué hacer?, aplicándolo a su pueblo y a su época. De la misma forma que él no siguió al calco las ideas de Marx, aunque se fundó en sus enseñanzas para realizar su obra, así también los jóvenes de hoy en Puerto Rico no tienen que seguir los dictámenes de ninguno de los mayores en esta lucha, aunque —como es natural— podrán aprovechar sus enseñanzas, por aquello de que la rueda se inventó una sola vez y no hay porqué intentar sustituirla. Lo que hay que hacer es luchar. Nadie espere el triunfo de su causa sin lucha. Y las luchas requieren dedicación, firmeza y perseverancia. Lo demás se irá produciendo sobre la marcha. A luchar todos y todas, que todavía hay reservas seminales en nuestro pueblo que producen los caminos que se irán abriendo para encausar la patria hacia su mejor destino, que será, sin duda, el de la plena soberanía y la independencia y ninguno otro. No hay atajos para alcanzar esa ancha avenida. Empecemos por comprenderlo así y nos estaremos acercando a la ruta indispensable.

 

30 de marzo de 2007

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