Recetas peligrosas: de la mantequilla, los tejedores y el cooperativismo

 

 

 

Especial para En Rojo

A la doctora Elba Echevarría Díaz, pionera del cooperativismo alimentario en Puerto Rico

Sabemos la mantequilla.  A fuego lentísimo se decanta para ser base de las cremosidades de guisos indios. Se dora hasta colores oscuros y luego se reconstituye con el batido furioso a mano hasta emulsificarlla salsa más deliciosa del mundo. Sabemos la mantequilla. El pan criollo es su sintaxis perfecta. Sabemos la mantequilla. Y por ello, sospechamos.Como sospechamos del placer y la alegría, del amor y del talento, parece ser coherente que sospechemos de la mantequilla. Como desechamos en los rincones de la desmemoria la posibilidad de hacer una mejor sociedad, por supuesto, olvidamos la mantequilla.

No siempre hemos desentendido el placer de la obligación social y del buen estar, me consuelo. A los tejedores de Rochdale, la tienda del patrón les sustituyó la mantequilla por margarina. Quien haya probado tal unto bien puede entender que la tal margarina les supo a 12 horas de trabajo sin interrupción, a brazos destruidos por las máquinas, a niños de seis años, tísicos. La mezcla de sebo, ubre molida y suero de leche que se llamó margarina, les llevó a la mesa pobre el sabor de la injusticia materia constitutiva de la primera tienda cooperativa, una de las respuestas más contundentes al capitalismo craso. En sus veladas en que servían té con azúcar, panecillos de harina de trigo con mantequilla, galletitas de avena con leche de vaca, escribieron los fundamentos del movimiento cooperativo, todavía hoy vigente .

Crearon su tienda en donde vendían azúcar, harina, avena y mantequilla. Dividieron las ganancias, a partes iguales y no aceptaron que se les diera un producto de ínfima calidad como la margarina. Lo que no sospecharon estes luchadores fue que la industria alimenticia (liderada por la danesa Jergens) invocaran falsamente la nutrición y la salud para mantener ese unto de grasa y suero en el mercado. Que invocaran la salud justo este amasijo grasa con colorantes artificiales que en nuestro siglo se vinculara con problemas intestinales, cardiovasculares y renales. Que la nutrición como ciencia crecerá bajo el ala protectora de la industria de alimentos enlatados, vitaminados y con saborizantes. Que se repetirá con el mismo éxito esta estrategia con el gluten, proteína vegetal del pan, la leche de almendras, vinculada a la extinción de las abejas y otras fantasías del capitalismo tardío y su entusiasta sustitución de lo falseado por lo auténtico . Que serán los liberales y los librepensadores, sus herederos, los más entusiastas deste código.

La cronología esta vez nos auxilia. La mantequilla sea batida a partir de leche de búfala o de oveja, lleva sobre la mesa más de 4000 años. La margarina fue inventada en 1869 por el químico francés Hippolyte Mège-Mouriès en respuesta a un concurso lanzado por Napoleón III. El emperador buscaba una alternativa barata a la mantequilla para alimentar a las tropas y a las clases trabajadoras. En tiempos de guerra y hambruna buscaba reservarse la escasa mantequilla para las clases altas.

El químico, Mège-Mouriès mezcló sebo bovino (grasa animal) con suero de leche, creando una sustancia untuosa que llamó «margarina», derivada del griego «margaron» (que significa perla), debido a su apariencia rosa perlada. El amarillo se logró con colorante el sabor no era necesario. Mas tarde, la hambruna de la entreguerra les posibilitó a la familia danesa Jerguens revivir el producto: cuando había sangre en las calles, supieron que era la hora de llevar la margarina (y el luncheon meat otras delicacies) a las mesas empobrecidas y crean su cartera millonaria de inversiones. Pronto unirián desfachatadamente el clamor de un alimento accesible al de un alimento saludable, falsamente saludable, conviene aclarar. A inicios del siglo XX, se desarrolló la técnica de hidrogenación, que permitía convertir aceites vegetales líquidos en grasas sólidas a temperatura ambiente. Este avance tomado de las petroleras permitió el uso de aceites vegetales en la producción de margarina, reduciendo la dependencia de grasas animales. Gracias a ello, se impulsó la falsa ilusión de un unto saludable.

Sin embargo, la mantequilla siguió su ceremonial existencia. De leche de cabra en Etiopía, recién batida es parte de la solemnidad comunitaria del café, de yak en Nepal es añadida al arroz en un plato sustancioso gustado por monjes para auxilio de su meditación, De búfala de aguas en India con chapati y cardamomo una maravilla que se prepara para las fiestas de la luz. Siempre sabrosa, festiva, iluminadora.. Curiosamente ,su existencia promovía la posibilidad de la margarina.

La cremosa indigesta sustancia le llenó a la boca de preguntas a Roland Barthes. Y a Guy Debord de respuestas. A Baudrillard del certezas. Resulta que en una untada la margarina resume el capitalismo: tomar la simulación por lo real es posible porque no se oculta su falsedad. Antes bien se proclama su patraña y se mercadea su infundio. Esta proclamación de lo falso permite ponderar la sustancia sebosa como superior a la primigenia, estrategia que se usará en los centros de poder con otros asuntos más grasosos y menos untuosos. Lo veremos suceder una y otra vez. La lecha, la esclavitud, el pan, la xenofobia, y otras tantas sustancias derramadas por quienes desde el poder parecen crearnos un banquete propicio para nuestro apetito mortal de creer.

No deja de parecer contradictorio que la meta de la margarina sea parecer mantequilla y su valor en le mercado es que no lo es. Como la de la soya desea ser bistec encebollado pero esta beyond meat. che. La industria de la salud y de la nutrición se convierten en brazo del producto comercial. El comensal es repensado en las coordenadas de consumidor/ espectador, y supondrá un mercado de alimentos sustitutos de billones de dólares.

Los tejedores de Rochdale sabían que sustituir la mantequilla implicaba crear un valor sustitutivo del cuerpo humano. La explosión poblacional en las ciudades hizo claro que un humano era fácilmente sustituible por otro. Te venden la sustitución, pues eres sustituible: tú y tu humanidad. Los cuerpos atados a la caverna no distinguen   entre margarina y mantequilla, esa certeza guiaba a los científicos napoleónicos. El tardo-capitalismo no distingue quien eres, de otra manera que sea un espectador, un consumidor. La sombra proyectada en la pared es de nuestra ignorancia, cada vez más entusiasta con lo facsímilar, con el conocimiento insustancial y frívolo de los expertos. Ese ente es quien puede ser sustituido por formas ratifícales de producción de conocimiento.

En Operación Margarina, Barthes iluminado como siempre, nos presenta cómo ante nuestro esencial de desear de lo verdadero, aceptamos la sustitución falseada, por considerarla más verdadera. Sin embargo, la propuesta del francés es todavía más devastadora, pues es de orden no ya epistemológica, sino del ser. El canje de lo sustituto es ingeniosamente usado por Barthes para recordarnos que al margarina ser anunciada por sus horrores, los tales horrores se convierten en sus virtudes. El no ser mantequilla es el resumen de su bondad, y su horror. Que la margarina es una grasa barata hidrogenada no se oculta y al declararlo se vuelve un sabor palatable y su éxito en este mundo donde la verdad esta ala venta en el mismo estante que lo falso. .

Así, la mantequilla representa nuestra incapacidad para distinguir ente lo factual y lo verdadero. Lo factual es una serie de datos que se acumulan y nos dan la falsa idea de lo veraz. Es la esencia de lo canjeable en oposición a lo consagratorio. Nuestra propia carnosidad y nuestros miedos hidrogenados, sintetizados y enlatados.

En medio de la revolución industrial, los tejedores de Rochdale decidieron crear una contestación tenaz ante el incipiente modelo capitalista ,que crecía alimentado de los muñones de hombre mujeres, de los cuerpos tísicos de los niños. Exigieron mantequilla.( y azúcar pero esto lo pensaremos en otro lugar) La respuesta de las industrias danesas, herederas de la execrable formula naole®onica, fue crear la salud como una nueva mitolología, en que este cuerpo necesita el artificio de no ser mortal. Paladeamos solo sustituciones, la triste leche de almendras, la hendidura existencial que es ausencia del pan, la imposibilidad de la alegría del azúcar. Nunca como ahora se nos hace mas urgente este pedido, frente a una nueva revolución: pásame, la mantequilla por favor .

Recetas : Durante la Revolución Industrial, los Pioneros de Rochdale y otros hogares en esa época habrían utilizado mantequilla en una variedad de recetas tradicionales. A continuación, se presentan algunas recetas comunes de la época que utilizaban mantequilla:

 

  1. Pan de Mantequilla

El pan casero era un alimento básico. La mantequilla se utilizaba tanto en la masa como para untar en las rebanadas de pan recién horneado. Todo lo bueno. Todo lo prohibido.

Ingredientes:

  • Harina
  • Agua
  • Levadura con un chin e azúcar para despertarla
  • Sal
  • Mantequilla

Preparación:

  1. Mezcla la harina con la levadura y la
  2. Añade agua tibia y amasa hasta obtener una masa
  3. Deja reposar la masa hasta que doble su tamaño.
  4. Incorpora mantequilla en la masa durante el amasado
  5. Hornea hasta que esté dorado y
  6. Scones de Mantequilla

Los scones eran populares en el Reino Unido y se servían a menudo con té.

Ingredientes:

  • Harina
  • Polvo de hornear
  • Azúcar
  • Sal
  • Mantequilla
  • Leche o nata

Preparación:

  1. Mezcla la harina, el polvo de hornear, el azúcar y la
  2. Corta la mantequilla fría en la mezcla hasta que tenga la textura de migas
  3. Añade leche o nata hasta que la masa se
  4. Forma discos y hornea hasta que estén
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