Un año que se pareció al cuatrienio

 

CLARIDAD

“Nunca habíamos sufrido tanto en cuatro años. Huracanes destructivos, muertos no contabilizados, un gobernante inmaduro y truquero, terremotos múltiples, tres cuarentenas por un virus, una gobernadora sustituta truquera, una legislatura revanchista y una junta de usureros.”  Reinaldo Millán.

Se supone que este artículo comente, a modo de resumen, lo ocurrido en el 2020, que será un año que se recordará por mucho tiempo. Pero, en el caso puertorriqueño, también concluimos el cuatrienio político que comenzó el 2 de enero de 2017 con la juramentación de Ricardo Rosselló como gobernador colonial. Si bien el año que termina fue particular, el cuatrienio lo fue aún más.

Un gobierno en pedazos.

La cita del periodista Reinaldo Millán que reproducimos al tope de este relato es un buen resumen de lo enfrentado en estos cuatro años, aunque fue un poco peor. En lugar de dos gobernadores tuvimos tres, si incluimos a Pedro Pierluisi, quien se apoderó del cargo tras oficializarse la renuncia forzada de Ricardo Rosselló el 2 de agosto de 2019. Dado que asumió el mando sin haber sido confirmado como Secretario de Estado, el Tribunal Supremo ordenó su salida, pero consideró válidas sus acciones como gobernador hasta que se emitió la sentencia.

La debacle gubernamental durante los cuatro años que terminan fue tan grande que, de las dependencias importantes del Gobierno, en apenas dos casos (Obras Públicas y Desarrollo Económico) sus jefes completaron el cuatrienio. En el Departamento de Estado, que opera como subgobernación, hubo cuatro secretarios y también en Hacienda (si contamos las dos estadías de Raúl Maldonado) y Justicia. En esta última, una secretaria apenas duró semanas.

En casi todos los casos las renuncias fueron resultado de clara incompetencia. de imputaciones de corrupción o de represalias por parte de la tercera gobernadora, Wanda Vázquez. Bajo la guillotina vengativa de Vázquez cayeron las cabezas de la secretaria de Familia, Glorimar Andújar, el de Vivienda, Fernando Gil, y de la segunda secretaria de Justicia, Denisse Longo, quien se atrevió a cumplir con su deber dándole curso a una investigación contra la gobernadora. En cuanto a los y las que salieron bajo la sombra de la corrupción, nada ocurrió tras la precipitada salida, porque esa fue otra de las características sobresalientes del cuatrienio: la impunidad. Tras el despido o la renuncia llegó el olvido protector, salvo los casos de Julia Keleher (Educación) y Ángela Ávila (ASES), imputadas por los federales.

El gobierno completo falló precisamente cuando los eventos sobrevenidos durante este cuatrienio demostraron que, aun cuando es una criatura colonial, supeditada al poder de Estados Unidos, cumple funciones que pueden ser vitales en determinado momento. En esas ocasiones, se hace evidente la importancia de contar con funcionarios medianamente competentes, que no asuman el cargo tan solo atraídos por el pequeño poder que detentan y las prebendas asociadas a sus funciones. El huracán y su larga secuela, los terremotos, la pandemia y hasta la corta sequía, fueron eventos que se encadenaron contra los puertorriqueños, volviéndonos dependientes del accionar gubernamental. Durante estos cuatro años, desde el más pobre al más rico en determinado momento ha necesitado de algún servicio del Gobierno y, en lugar de recibirlo, ha sufrido las consecuencias de la desidia y la incompetencia. Para colmo, se trata de funcionarios a los que se les ha estuvo pagando grandes sumas de dinero, muy superiores a las que devengaban sus antecesores. ¿Acaso ya se ha olvidado que a Julia Keleher le pagamos $250 mil anuales y otros tantos a Héctor Pesquera, para a que dirigieran los departamentos de Educación y Seguridad?

El 2020 comenzó temblando

El 2020 coronó un cuatrienio de pesadilla. Si los tres años anteriores habían dramatizado la soledad del pueblo frente a su gobierno, lo que sucedería a partir de enero lo dramatizaría aún más. Los días 6 y 7 de ese mes, la isla tembló desde el suroeste y el remezón se sintió por todo el país.

Aun cuando sólo el grupo de municipios del suroeste sufrió daños de consideración por los terremotos, Puerto Rico entero quedó paralizado porque un apagón eléctrico lo arropó. A partir de ese momento, comenzando por el apagón que, más que el terremoto lo produjo la negligencia, las características de un gobierno fallido volvieron a manifestarse.

Llegando a febrero la mayoría de las escuelas públicas permanecían cerradas, y las víctimas directas clamaban por ayuda. Tal como ocurrió durante la secuela del huracán María, que puso sobre el tapete las enormes deficiencias de la entonces joven administración de Ricardo Rosselló, los terremotos expusieron las de Wanda Vázquez. Entonces ya ella estaba inmersa en la campaña electoral primarista y quiso beneficiarse de la tragedia, pero las noticias de los dos primeros meses del año están llenas de las quejas de los afectados clamando por ayuda, mientras se descubrían almacenes abarrotados de los suministros que nunca les llegaron.

La respuesta a aquella primera emergencia terminó con las aspiraciones políticas de Vázquez, quien unos meses antes aparentaba dominar la carrera de su partido hacia la gobernación. La imagen de apertura que había proyectado con sus reuniones en Fortaleza, y el aire de “figura nueva”, quedaron suplantados por la politiquería de siempre que tanto ella como otras figuras del PNP proyectaron.

En cuanto al país se refiere, la destrucción provocada por el terremoto vino a sumarse a la del huracán del 2017, porque cuando la tierra tembló en enero, la inmensa mayoría de las viviendas destruidas dos años antes seguían en el mismo estado. Como se certificó a fin del año, durante las vistas de transición, la reconstrucción nunca llegó. Todo indica que el cuadro de desamparo continuará tras irse Vázquez porque Pierluisi ha dejado en sus puestos al mismo grupo de funcionarios que, desde Vivienda y otras agencias, controlan los fondos asignados para la reconstrucción. Todo esto a pesar de que en las propias vistas de la “transición” se informó del desastre, destacando que el costo promedio de las pocas viviendas de “interés social” que se construyen, ronda en los $300 mil. Ese simple dato nos da una idea de cómo se está gastando el dinero asignado para la reconstrucción del país. Al dato de las viviendas se añadió en de las escuelas, porque ni una sola de las afectadas por los terremotos ha sido restaurada.

Del terremoto a la pandemia

Justamente cuando ya empezábamos a acostumbrarnos a los continuos temblores, llegó la pandemia. Antes de que se certificara su arribo fuimos testigos de un despliegue insuperable de incompetencia por parte del grupo de funcionarios a cargo de enfrentarla. Frases como “aquí no llegan vuelos desde China” o “Italia está cerca de China”, pronunciadas por el secretario de Salud y la “epidemióloga del estado” para decir que el virus nunca llegaría a Puerto Rico, nos recordarán siempre que, si nos salvamos, no fue por el Gobierno.

De la epidemia, que todavía no termina, debemos apuntar en una tablita los $38 millones entregados a un grupo de protegidos del PNP para comprar pruebas a sobreprecio que nunca llegaron; la doble vara a la hora de aplicar restricciones, que nunca afectaron los políticos de los llamados “partidos principales” en medio de las campañas electorales; el año prácticamente perdido por nuestros estudiantes, que debieron tratar de estudiar a distancia sin recursos porque el Departamento de Educación les falló, y la ordalía sufrida por cientos de miles de personas para solicitar y recibir ayuda por desempleo. Todo esto nos dice que, si los efectos de la pandemia no han sido tan graves en comparación con otros países, fue porque en su mayoría los ciudadanos respondieron con responsabilidad frente a la crisis recurriendo al auto confinamiento y al auto control.

Las elecciones y el cambio que llegó a medias

            Como ocurrió en Estados y en otros países, en medio de la pandemia debieron celebrarse, tanto las elecciones generales como las primarias en el PNP y el PPD. Estas últimas debieron posponerse de junio para agosto y, cuando finalmente e celebraron, terminaron exponiendo todo lo negativo que existía en la Comisión Estatal de Elecciones. Por primera vez desde que se tenga memoria, un proceso eleccionario no pudo concluirse dada la incompetencia de la entidad responsable de organizarlo. Tras la primaria hubo que celebrar una “secundaria” para poder concluir con la selección de candidatos.

El resultado electoral pudo haber cambiado el mapa electoral puertorriqueño de cara al futuro tras emerger un nuevo partido político, el Movimiento Victoria Ciudadana, y resurgir con fuerza el Partido Independentista, que obtuvo su mejor resultado en más de sesenta años. Tanto el PPD como el PNP se quedaron con poco más del 30% de los votos, diez puntos porcentuales menos que en 2016. El bajón fue grande, pero suficiente para que el primero obtuviera una mayoría mínima en la Legislatura y el segundo se quedara con la gobernación.

El PNP, con su historia de corrupción, seguirá controlado el presupuesto público, mientras el PPD tendrá una mayoría muy ajustada en Cámara y Senado. Ese panorama podría indicar que el nuevo cuatrienio que comienza el 2 de enero será parecido a los anteriores, en particular, al de 2005-2009 que también tuvo un gobierno dividido. Hay, sin embargo, algunos ingredientes que lo harán distinto. En primer lugar, la Legislatura tendrá diez integrantes que no pertenecen a PNP-PPD, por lo que el proceso legislativo será distinto. El poder total de los presidentes de los cuerpos, que los llevó a actuar con pequeños zares, no será tal en este cuatrienio. En los días anteriores a las elecciones, se conoció la enorme lista de protegidos políticos del PNP que chupan del presupuesto legislativo, muchos de ellos con salarios de escándalo. Esas nuevas realidades harán muy difícil que el despelote se repita en el nuevo cuatrienio a pesar de que los nuevos presidentes de Cámara y Senado, José “Tatito” Hernández y José Luis Dalmau, llegan sus puestos cargando sombras. Cuando se arrestó en el mes de agosto a la representante María Charbonier, quien único intentó justificarla fue Hernández.

Otro elemento que hará el cuatrienio distinto es la aportación de los dos partidos que obtuvieron una fuerza electoral significativa el pasado noviembre, el MVC y el nuevo PIP. Nuevas figuras políticas se consolidaron en esos dos partidos. El MVC, además de la tradicional dirección de Alexandra Lúgaro, tiene en Manuel Natal un dirigente con mucho futuro, luego de su virtual triunfo en San Juan, escamoteado por el fraude electoral que organizó en PNP manipulando el llamado “voto adelantado”. Desde el PIP, junto al liderato legislativo, se fortaleció la figura de Juan Dalmau quien salió de la contienda como el dirigente político de mejor proyección en el País. Ambos podrán jugar un papel importante en las batallas que seguramente vendrán.

Entre lo que se proyecta para el nuevo cuatrienio es necesario incluir a la Junta de Control Fiscal, que ya cumple cinco años y que tendrá una nueva composición. Donald Trump sale de la presidencia de Estados Unidos, pero antes nombró sus representantes en el consejo de procónsules que controla las finanzas boricuas. El más conocido hasta ahora, Justin Peterson, es un burdo representante de los fondos buitres que ni siquiera guarda la forma. Aunque aún no se sabe cómo son los otros nombrados o por nombrarse, sería lógico esperar que la austeridad y el castigo puesto en marcha por la anterior Junta, incrementará con la nueva.

A pesar de la pandemia y los otros golpes, el 2020 termina en una nota de esperanza. El bipartidismo tradicional, que sin duda es la hipoteca más grande que carga el país, sufrió un retroceso importante que puede aumentar de cara al futuro. Mientras tanto, las fuerzas de cambio crecieron durante el año convirtiéndose en actores de primer orden.

Adiós a los muertos.

Durante el 2020 el País perdió gente valiosa.  Entre todas las pérdidas no asociadas a la pandemia, deben destacarse tres que estuvieron muy cerca de CLARIDAD y nos dejaron un historial irrepetible. El primero fue el inmenso Rafael Cancel Miranda a quien pudimos despedir como merecía, porque se adelantó a la maldita pandemia. El golpe fue grande. pero al menos, pudimos llevarlo a su última morada en Mayagüez. El héroe del Congreso, el que con su estoicismo nos dio cada día lecciones de resistencia, pudo sentir en su último viaje el amor de su pueblo.

Luego llegó el encierro obligado y despedir a nuestros muertos se tornó imposible. Jaime Córdova le siguió los pasos a Rafael menos de dos meses después. Con él se fue el periodista, el cronista del deporte y de la vida, el luchador constante y, sobre todo, el amigo. Más delante, también dos meses después de Jaime, se nos fue Osvaldo Romero, un dirigente y luchador sindical como pocos, de los que se formaron en la escuela del maestro Pedro Grant. A ambos los despedimos desde la distancia, con el pensamiento.

Tampoco el país ha podido despedir como merecen los más de 1,200 hijos de Borinquen que se ha llevado la pandemia. ¡Tan temprano como el pasado mes de marzo desde el gobierno nos decían que nada ocurriría y ya la cuenta pasó de 1,200 muertos! Esa cifra, que sigue aumentando, se une los 4,645 que murieron después del huracán María, muchos de ellos abandonados y solos, como los de la pandemia.

El cuatrienio que termina será siempre recordado por esas cifras.

 

Artículo anteriorCarlos Feliciano ¡Presente!
Artículo siguienteCOVID-19: “En Puerto Rico hay un nivel de contagio comunitario sostenido”