Un atentado contra los derechos culturales en Puerto Rico

 

 

Especial para En Rojo

La cultura es tan amplia y diversa como tantas sociedades existen en el planeta que habitamos. Y cada sociedad es tan diversa y amplia como lo es la cultura. La cultura es inmensa, al igual que su fuente de origen: el ser.

¿Cómo describir la cultura puertorriqueña? Pensar la cultura puertorriqueña es remitirnos a años de historia. Por consiguiente, si profundizamos en la historia de Puerto Rico es apreciar la amplitud y la diversidad de la cultura puertorriqueña. No es un “trabalenguas”, es la realidad: para apreciar la cultura puertorriqueña –u otras culturas– es necesario algún conocimiento histórico sobre el país y su entorno. Para proteger el patrimonio cultural es menester conocer. Es en el conocimiento histórico donde puede hallarse o experimentarse parte de la solidaridad cultural que necesitamos como pueblo.

Actualmente, el Instituto de Cultura Puertorriqueña se encuentra bajo asedio. Un “tiempo actual” que es más antiguo de lo que parece. Esta institución fundada en 1955 suscitó una serie de debates político-partidistas que aún permanecen. ¿Existe realmente una cultura puertorriqueña? ¿Qué elementos la definen? ¿Se necesita un Instituto de Cultura Puertorriqueña? Lo cierto es que la reflexión y el diálogo al respecto son necesarios. Tan necesario como entender que la cultura es un derecho y mi criterio es que éste es el enfoque que debe tener esta discusión. Trasladar las funciones del Instituto de Cultura Puertorriqueña al Departamento de Desarrollo Económico y Comercio es una idea desacertada que atenta contra la dignidad de los puertorriqueños. Los gobiernos de turno han trastocado nuestros derechos culturales y esto es una muestra más de ello.

En efecto, la labor administrativa del Instituto de Cultura Puertorriqueña debe estar en constante revisión y asegurar que su gestión garantice los derechos culturales de la sociedad a la que pertenece; no se debe eliminar la institución y confundirla con lo meramente económico o comercial. La cultura es mucho más. «La cultura es el marco ineludible de nuestra existencia» (Antonio Monegal 2022). La significación de la cultura mantiene un vínculo muy fuerte con la calidad de vida de la humanidad y es en ese vínculo donde tiene lugar el derecho.

¿Realmente le interesa al autor del Proyecto del Senado 273 (PS 0273) el desarrollo del ámbito cultural en Puerto Rico? Tantos años en el poder contrasta con el deterioro del patrimonio histórico y los escollos continuos para una educación humanística y artística amplia y accesible en Puerto Rico. ¿Ahora le interesa el patrimonio cultural? Justamente ahora es que el patrimonio edificado tiene valor para los que regenta un poder limitado en la colonia. En el dejar deteriorar hay alguna “riqueza”. El «estorbo público» es un “negocio”. Este parece ser parte del “desarrollo económico” planteado. ¿Por qué no tenemos acceso a lugares históricos que deberían estar abiertos al pueblo? Esto es un asunto que trasciende al propio Instituto de Cultura Puertorriqueña, puesto que esta institución es parte del gobierno. Los gobiernos de turno: gobernadores, legisladores y alcaldes deben responder a ello. Y nosotros debemos cuestionar sus prácticas irresponsables y violentas con relación a nuestro patrimonio. Ya dejarnos de tanta desidia en lo que nos pertenece como pueblo y asumir un rol participativo y solidario. No puedo dejar de hablar de la solidaridad, pues, ésta es vital en cada escenario social de nuestra existencia e incluso para nuestra evolución intelectual y espiritual.

En artículos previos publicados en este mismo espacio de En Rojo del Periódico Claridad –5 de abril de 2022 y 13 de noviembre de 2024– he puntualizado que el derecho a la cultura toma en cuenta, en primera instancia, a los habitantes del país para que todos se sumen a la divulgación del conocimiento histórico, a la apreciación artística, al disfrute de las diversas expresiones culturales, y al diálogo y a la discusión en torno a la preservación y conservación del patrimonio. Ello se traduce a personas más sensibles, solidarias y participativas en el porvenir y la calidad de vida de la sociedad a la que pertenecen. Es necesario mirar al turismo como una extensión de la cultura y no por encima de ésta. Un adecuado plan turístico debe estipular la accesibilidad de la información histórica, artística y patrimonial en cada municipio. Una accesibilidad real y no elitista. Las instituciones educativas, culturales y turísticas de Puerto Rico deben unirse –no destruirse– y crear agendas que armonicen. Estas instituciones deben repensar una y otra vez su rol en el colectivo al que pertenecen y apoyarse precisamente para el bienestar de ese colectivo. El derecho a la cultura en Puerto Rico requiere de alianzas.

¿Cuál es la posición de los Centros Culturales de Puerto Rico? ¿Cómo han sobrevivido a tanto ataque por parte de los gobiernos de turno? Precisamente los Centros Culturales de Ponce, Guayama, Salinas, Arroyo, Humacao y Juana Díaz han convocado a trabajadores de la cultura, historiadores, escritores, artistas, artesanos y gestores culturales a una reunión este domingo, 9 de marzo a partir de las 12:00 m., en el Centro Cultural Carmen Solá de Pereira, situado en el número 70 de la calle Cristina del centro histórico de Ponce. Es necesario acudir y unirnos a esta conversación en favor de la solidaridad cultural.

El rechazo al Proyecto del Senado 273 debe ser rotundo. Como historiadora y trabajadora de la cultura en Puerto Rico no puedo concebir la eliminación de esta institución que por 70 años ha sido gestora de experiencias culturales y defensora de la escritura histórica y literaria puertorriqueña por medio de sus publicaciones. Este Proyecto 273 es un atentado más contra nuestros derechos culturales.

 

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