Virus que tumba gobernantes

 

Por Manuel de J. González/CLARIDAD

Todavía no es posible visualizar con precisión las consecuencias políticas y económicas de la pandemia del coronavirus. La epidemia propiamente está muy lejos de llegar a su pico y aún quedan por tomar medidas de control que afectarán con mayor profundidad la vida ciudadana y el futuro económico del planeta. Ahora mismo, cuando en el país de origen, China, la crisis parece superada, la situación italiana, y la española que le sigue de cerca, conmueven al mundo, mientras que Estados Unidos se ubica en el punto donde Italia y España estaban hace dos semanas. Lo mismo ocurre en países latinoamericanos como Puerto Rico, Brasil y Argentina. 

En lo económico se da por descontado que la virtual parálisis productiva provocada por el detente en la circulación de personas, desembocará en una recesión a nivel mundial. Medidas de urgencia adoptadas en algunas de las grandes economías – dirigidas a mantener operando el sistema financiero, limitar el impacto a las grandes empresas y aumentar el gasto público – podrán aliviar el problema, pero no evitarlo. En Estados Unidos, economías tan grandes como las de Nueva York y California, están virtualmente detenidas, mientras que en el frente europeo destaca la paralización de Italia y España. En China, cuya actividad productiva depende de la buena salud de los mercados internacionales, se vislumbra una recesión que se acercará al -5%. Lo mismo ocurre en la economía más grande de América Latina, Brasil, donde ya se habla de una caída de -4%.

Como sucede siempre, los sectores sociales más afectados serán la clase trabajadora, los autoempleados y los pequeños empresarios, a quienes los gobiernos de ordinario no rescatan. A los empleados públicos con puestos regulares tal vez se les paguen los salarios durante las semanas que duren los cierres anunciados por los gobiernos, pero el número de estos ha menguado mucho en los últimos años como resultado de la austeridad impuesta por las políticas neoliberales. Sus puestos ahora son ocupados por empleados irregulares o transitorios que carecen de garantías, o por trabajadores de empresas que ya están haciendo despidos masivos. 

En Puerto Rico nadie sabe lo que ocurrirá porque tanto los nacionales de la colonia como el gobierno que a veces eligen carecen de poder para tomar decisiones fundamentales. En algunos países ya se tomaron medidas de estímulo a la economía y se decretaron moratorias en el pago de hipotecas y arrendamientos, pero aquí estamos esperando por lo que otros dispongan. Sobre posibles moratorias, sabemos que el sector financiero de aquí es “campo ocupado” por los federales, por lo que dependemos de las acciones voluntarias de los empresarios. En cuanto a medidas relacionadas con el gasto público o de estímulo a la actividad económica, se depende de lo que autorice la Junta de Control Fiscal. En los últimos días la procónsul Jaresko ha estado muy activa escribiendo artículos en la prensa a modo de recordarnos dónde reside el poder. De lo que no hay duda es de que tendrán que revisar el plan fiscal que impusieron, aunque nadie sabe lo que vendrá.  

Las crisis económicas siempre terminan tumbando gobiernos y cuando lo económico se junta con el terror de una pandemia el efecto es aún más devastador. Hay ocasiones en que un gobernante sale fortalecido por la manera en que atiende la crisis, pero esas son las menos. En el caso de Italia y España sus gobiernos eran muy débiles antes de la crisis, logrando investirse tras armar una mayoría precaria. La respuesta a la pandemia podrá hundirlos o salvarlos. 

En Estados Unidos y Puerto Rico la crisis se ha desatado a siete meses de la cita electoral, con los gobernantes aspirando a la reelección. En el caso estadounidense la respuesta del gobierno central no ha evidenciado nada que no se conociera o se anticipara. A la vista de todos, en ocasiones de manera risible, casi como un espectáculo de circo, ha estado un presidente torpe, disparatero, hablando con desdén frente a la gravedad del problema. Nada de eso es nuevo y, por tanto, no cambiará la opinión de la base política que lo ha apoyado en peores momentos. Eso puede cambiar si la crisis sanitaria, como resultado del mal manejo presidencial, desemboca en una recesión que termine afectando el bolsillo de todos. Por eso el propio Donald Trump y el Senado controlado por él han acogido las medidas impulsadas por los Demócratas dirigidas a aumentar el gasto público enviando cheques a los contribuyentes, dando apoyo a los estados y financiando un nuevo rescate empresarial parecido al implantado por Barack Obama. Dentro de siete meses sabremos si ese abrazo a medidas impulsadas por la oposición será suficiente para reelegirlo. 

En Puerto Rico la crisis comenzó con un sistema sanitario todavía dirigido por las mismas personas cuya ineptitud provocó más de tres mil muertes tras el huracán de 2017. Ese grupo, actuando de forma casi criminal, retrasó la respuesta a la pandemia dejándonos en estado de extrema vulnerabilidad. Luego de verse obligada a despedir al jefe de la ganga, el Secretario de Salud Rafael Rodríguez Mercado, y a esconder de la vista pública a los otros, la gobernadora en funciones Wanda Vázquez se dispuso a tomar las medidas de control que los salubristas reclamaban. Lo que ocurra en los próximos meses será determinante sobre su futuro político. Si la epidemia se contiene y sus efectos económicos se retrasan gracias a las acciones tomadas en Washington, resurgirá victoriosa. 

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