LOS CONTRASTES VIOLENTOS
Y no hay duda, el tirano lleva muerte,
castra, castra.
(El jardín balancea
los ricos ortos).
El tirano en su inicua pesadumbre
desplaza el monte de los egregios pájaros.
(El jardín se ha brindado en lucha mía
más allá de la estela).
El tirano sostiene en la cisterna
el arrebato de los peces muertos.
(El jardín, con su ola liberada,
no permite el ludibrio en la ciudad).
EL POEMA OLVIDADO
Ya no me acuerdo,
jardín vedado.
El yo suprime
todos los rastros.
Esfuerzo inútil
del que es extraño.
Corola turbia,
vacíos labios.
Sobre el poema
caen los resabios
de tardes lentas
que me soñaron.
Y el yo que atisba
lo que he fraguado
desaparece
contra los pájaros.
LA ROSA PROFUNDA
También allí, en la rosa profunda,
me ha asaltado la sierpe del amor.
Desinterés de todos por la libertad.
Parias, parias, parias.
Una espesa cortina de subterfugios avanzó,
perdí el equilibrio, la razón del aire
y la rosa lejana que me vela tan engalanada
por la llama del pueblo, también me frustró
en la ignorancia del yo anónimo
AL JARDÍN DE BORINQUEN
Vendrá la luna llena sobre tu nido.
El mar no es el semblante torvo de olvido.
Vendrá el orvallo. Y Manolo el Leñero en su caballo.
Vendrá el incandescente sueño en la era.
De Diego en la pupila de tu bandera.
Vendrá azahar de la luna que ronda en tomo al mar.
Pedro, que es agonía de mil cristales,
dirige hacia los ortos mis manantiales.
No habrá desvío en el dejo remoto que está en el río.
Es jardín de la luna nuestra costumbre.
Lolita, en su amapola, ríe en la cumbre.
Y luminares vendrán de ese misterio que habita en Lares.
ISLA: DECIR FLUCTUANTE
Y tanta frase callada
que se duerme en polvareda.
Y el designio de la seda
en la atónita mirada.
Reminiscente coral
que el invasor nunca invoca.
Y el preludio de la boca
en la fragancia fatal.
Jardín de luna luctuosa.
Piedra vieja que se pierde.
Y el argumento tan verde
de la isla que me acosa
como remedio divino.
Tal vez el decir fluctuante
se alarga en el caminante
que se queda sin camino.
POEMA 5
He avanzado por túneles de niebla, he avanzado
hacia ese antiguo mar
que nunca se da como misterio redentor.
Hasta mí llega la irrisión de la plebe.
Yo sé lo que me espera: el INRI en la cruz.
Y nadie me hace caso. Los mártires sobran,
son impertinentes
ante ese colectivo que no abraza más
al indefenso.
Tú me aseguras: es un delito interpretar,
resbalar sobre la misma superficie siempre
sin lograr el milagro del Cristo.
Me encuentro con un rótulo imperialista: «No trespassing».
El coquí, sobre la hierba,
no necesita alojo en el minuto. Le basta la humedad
del cielo
derramada sobre él, le basta la conjunción del astro
que lo halaga con su rielo secreto
en la plena, gustosa ebriedad de la lluvia.
Hasta aquí llega la impiedad del paria,
del que imita payasos y ha plagiado
el oro de los asesinos.
El cielo es áspero, camarada.
Es pavesa no más.
Si se considera que debemos aguardar
lo meditativo de aquella semilla
que murió
para que yo naciera en ti.
¿Pero yo soy Jacob? ¿Y peleo con el Ángel
hasta la escurridiza alba interior,
hasta pedir el nombre, o la piedra blanca
con nombre
al que evade mi silencio de siglos?
Porque el signo no debe dilapidarse. Es un acervo
soledoso, es una compañía que se merece
la emoción del reconocimiento
en una isla apagada por el mar.
Las cosas…
El vientre de la mujer…
¿Qué voy a hacer con el hecho, con el praxista
desconsiderado
que no cree en mí?
Alguien desea ardientemente acortarme las alas,
seccionarme en el objeto desnudo,
volcarme en la refriega del que empieza siempre
a no interpretar…
No es tan válido el útil que me ofreces
a cambio del suicidio de los astros.
No insistas, camarada,
yo no debo callar ante la madrépora gigante
cubierta de algas. No debo callar ante los corales primigenios
que conocí cuando era niño,
no debo callar…
EL PACTO COLONIAL
Domingo, arenal baldío.
Trópico, modorra, sueño.
Y el sentimiento pequeño,
de caer en el vacío.
El jardín, en su extravío,
es sorna del aire inerte.
Y la muchedumbre advierte
la suprema inarmonía
del hombre que no nacía
porque es pacto de la muerte.
SANGRE DE LOS NACIONALISTAS
Fe en las rosas. Por la vena
de Jesús palpita el cielo
de los mártires en vuelo.
Sangre es ascuas. Sangre buena,
tan alta que se encadena
a la paz. Sangre proscrita
que en la cárcel precipita
pupilas de roja flor.
Sangre curvada en dolor
Hasta ser sangre infinita.