Facebook lo sabe todo…¿De verdad?

Hace unos días preparé un bacalao’ con pimientos guisado con leche de coco el que serví sobre una base de funche tradicional. Me acompañaron dos amigos con quiénes compartí un Albariño y esa estupenda conversación reflexiva que alimenta el espíritu y da vida. No tomé fotos, no lo mencioné por aquí.

Hoy, Facebook me envía la foto para recordarme que hace un año hice un funche como acompañante de un salmón a la plancha que compartí con otros amigos, otra conversación de «almas y espíritus». Les acompaño esa foto.

Hasta hace poco, cuando Facebook me hacía eso, confieso que me sorprendía y me llegó a preocupar. Ya no. Hoy vivo sabiendo que como siempre, soy esclava y hay registro de mucho de lo que hago. Hoy también se que tengo la opción de dejar que el temor decida y no decir.

Opto por vivir y decir, sólo que como antes de FB y siempre ha sido, no se dice todo lo que se hace o se piensa. Total, ¿Para qué? ¿Que existen programas y sistemas de datos que pueden dibujarme? Sólo a grandes rasgos porque el control de la información que obtienen para hacerlo, en buena medida, lo tengo yo. Que siga el juego. Porque ese esquema o tipo que se crea, será siempre parcial, incompleto.

Yo razono, la inteligencia artificial, no puede. Esa sólo calcula, trabaja con datos y números o dígitos, de ahí lo digital. Algoritmos es eso, el resultado de relaciones pre programadas. La imaginación, lo distinto, lo original y razonado, lo emocional sigue siendo inalcanzable para esa inteligencia artificial. Hasta ahí llega la capacidad de Big brother. Por eso importa que no sepamos, no razonemos y no nos desviemos de la conducta y los caminos predecibles.

Teniendo clara ésta parte, eso de que que es resultado de la banca de datos incompletos no soy yo, que a esa yo, por ahora, sólo la toca otro u otra humanos cercanos, retengo mi humanidad y la conciencia, entonces soy independiente de esto.

Porque fuera de este sitio que reconozco y conozco como artificial, soy además, un ser de cultura e identidad personal y de tribu, y eso es todavía inasible en su complejidad. Eso somos aunque no lo sepamos. Por eso para mantener la vida realmente humana, la que nos da fuerza, todavía es necesario el contacto personal, la palabra escuchada junto al gesto, el suspiro, el tocar, el calor de la piel, la sonrisa sutil, la lágrima y la mirada, entre otras. El tocar las cosas y al otro y otra, el abrazo son gestos humanos con contenidos que pueden distinguirse entre las culturas por ahora, al no ser homogéneos porque todos contienen historias colectivas e individuales, no son “uniformables”. Todavía requieren la interpretación que sólo, e insisto en decir que por ahora, sólo el cerebro humano puede hacer. También en eso está la libertad.

El día que lo perdamos, cuando no sepamos o que olvidemos lo que somos, de dónde venimos y qué nos distingue, seremos manipulados con mayor facilidad, sin resistencia. FB hace mucho, mientras menos sepamos de lo verdaderamente humano y de ese caminar que conocemos como el pasado, más maravilloso y amenazante nos parecerá la máquina y menos podremos resistir su dominio.

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