Desplazamiento forzoso, desposesión y apartheid en Palestina

Este artículo se publicó originalmente en la edición impresa en mayo de 2021, dedicada al conflicto israelí-palestino. Por los recientes acontecimientos estamos reproduciéndolo nuevamente para beneficio de nuestros lectores y lectoras. Del 2021 hasta hoy algunas cosas han cambiado pero, la raíz del conflicto esta en su historia.

Especial para Claridad

 

Comercial ciudad,
barriga del mundo,
el Líbano explota,
aquí la banca eructa
Haití de sangre aguada,
Guatemala gime,
Namibia estruja
y Chile se alza;
y aquí estoy corriendo mi ruta:
garganta cual gruta que brota,
cantaré.

Roy Brown del álbum Árboles (1987)

 

¿Cómo y cuándo llegan masivamente los judíos a Palestina?

A finales del siglo 19 por muchas partes de Europa se producían con frecuencia “pogromes” en contra de las poblaciones judías. La palabra “pogrom” es de origen eslavo y significa modernamente persecución y expulsión encolerizada contra grupos religiosos minoritarios. De inicio el concepto se acuñó en la Rusia imperial para llamarle de esa manera a las persecuciones y masacres contra los judíos. En ese escenario desde finales del siglo 19 comenzó una notable migración de judíos europeos hacia Palestina en el orden de cientos de miles al cabo de algunas décadas.

Antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial una gran cantidad de judíos emigraron a Palestina huyendo de las atrocidades del fascismo más crudo y criminal. Ya durante principios del siglo 20 la idea de encontrar un territorio donde asentar el pueblo judío se hacía cada vez más fuerte. Más tarde el flujo inmigratorio de judíos volvió a repuntar con la desaparición de la Unión Soviética. Algunos reportes hablan de 2 millones de judíos rusos que llegaron al Estado de Israel. En realidad, el flujo migratorio de judíos desde Europa en particular, se ha sostenido en el tiempo prácticamente hasta el día de hoy aunque en diferentes intensidades por supuesto. Tanto las (in)migraciones judías desde Europa así como las altas tasas de fertilidad de su población, ha sido un factor esencial para explicar el extraordinario aumento y crecimiento de la población judía en Palestina en los últimos 120 años.

El colonialismo: ¡una vez más!

A finales del siglo 19 el imperio hegemónico en el llamado Medio Oriente (denominación occidental) era el Otomano que se consolidó a través de su extenso dominio sobre los pueblos turcos de Asia central, árabes y persas que tenían en común la religión y la cultura islámica en gran medida. El imperio Otomano pierde la Primera Guerra Mundial y con esa derrota pierde su posesión y dominio sobre Medio Oriente y Palestina. La entonces recién creada Sociedad de Naciones (1920) establece el Mandato Británico sobre la Palestina que no fue otra cosa que validar el poder colonial del Reino Unido sobre la región, que para esos entonces era habitada mayormente por árabes (palestinos) que habían vivido allí por más de 1,500 años. Pronto, durante la primera mitad del siglo 20, se desarrollan dos luchas importantes contra el dominio imperial-colonial británico en la región.

Los judíos por un lado que aumentaban en número rápidamente como ya hemos explicado, se habían crecientemente alineando con la idea de tener un lugar seguro que pudieran habitar y ejercer su credo religioso sin ser perseguidos y asesinados. Desde finales del siglo 19 y principios del 20 diferentes intelectuales (intelligentsia judía), políticos y empresarios acaudalados judíos fueron forjando las bases de un movimiento político-ideológico que buscó forjar las bases filosóficas para la creación de ese país para los judíos al que algunos textos bíblicos hacen referencias. Así surge lo que se llama el sionismo que ha sido fundamental en la creación y conformación del Estado de Israel en 1948. El sionismo en los 73 años de historia del Estado judío también ha sido clave en las geopolíticas de seguridad interna con relación a los palestinos y en las geoestrategias de Israel hacia sus vecinos árabes y el Medio Oriente en general.

Simultáneamente los palestinos también se organizaron contra el poder británico demandando poner fin al colonialismo en la tierra que habitaban pero también contra la incipiente amenaza de ser desplazados de su tierra. Ambos pueblos luchaban sin cesar por separado contra la presencia del colonialismo británico y crearon organizaciones políticas que también fueron apoyadas por sus respectivos brazos armados comenzando de esa manera un clima de violencia política que caracterizará la Palestina hasta el día de hoy. Desde el año 1920 con el pogromo de Jerusalén y los disturbuios de Jaffa en 1921 , así como posteriormente las llamadas matanzas de Hebrón y de Safed de 1929, se fue develando que la violencia se había convertido en un medio esencial para solucionar la creciente conflictividad por el aumento de las poblaciones judías en Jerusalén y en Palestina en general.

Ambas matanzas fueron pogromes en los que los árabes encolerizados asesinaron más de 100 judíos según reportes. Estos hechos son muy importantes porque a partir de estos acontecimientos los judíos respondieron creando una organización de defensa paramilitar que se llamó Haganá y que a su vez fue la base para la eventual creación del ejército israelí. En 1936 comienza una huelga general palestina para protestar contra la inmigración de judíos que se convirtió en una situación de insurrección. Como si fuera poco, la situación se prolongó hasta 1939 dejando un saldo de más de 5000 palestinos muertos y 400 judíos. En esos años se hizo evidente que la convivencia pacífica entre ambos pueblos de facto era ya un asunto insalvable. De ahí, el poder imperial-colonial, que toleró e incentivó de manera oportunista las incesantes corrientes inmigratorias que desplazarían a los palestinos, comienzan a instalar la narrativa de la solución de los dos Estados como la salida al recio conflicto.

Sin embargo, más allá de los anhelos independentistas de palestinos y judíos en la misma tierra, las agresivas pretensiones sionistas y el aumento vertiginoso de la población judía en Palestina, comenzó a preocupar cada vez más a los líderes políticos palestinos como a sus vecinos árabes.

En el plano internacional se comenzaron a observar diferentes movidas políticas que tendían a favorecer la creación de dos Estados en Palestina, cosa que tanto los palestinos como los árabes en general rechazaban de plano. En general, sentían que a los palestinos se les estaba expulsando gradualmente de sus tierras de una manera cada vez más agresiva y violenta. Igualmente, la solución de los dos Estados era rechazada por sectores radicales del movimiento sionista así como por algunas sectas judías. Mientras algunos judíos extremistas plantean que toda Palestina les pertenece a partir de interpretaciones hermenéuticas, hay otras visiones judías ultraortodoxas que se oponen a la existencia del Estado judío. La salida de dos Estados solo era favorecida realmente por los sectores moderados -pero muy resueltos- dentro de los dirigentes judíos.

Resulta obvio, por otra parte, que las raíces más esenciales del conflicto en Palestina solo se pueden entender a cabalidad por la ambivalencia imperial británica. Los británicos estuvieron siempre más pendientes a sus propios intereses y en la geopolítica de una región que ya se sabía que jugaría un rol esencial en la economía capitalista global ante su futura necesidad insaciable por los cuantiosos yacimientos de hidrocarburos del Medio Oriente. Ambos pueblos tenían razones de sobra para desconfiar de los imperialistas británicos. Conocían muy bien que en diferentes momentos hicieron promesas oportunistas y contradictorias a palestinos y judíos para buscar apoyos de ambos bandos en sus pretensiones de dominación regional.

 Fin al Mandato Británico y la resolución para crear dos Estados en Palestina

Terminada la Segunda Guerra Mundial, la incipiente y novedosa Organización de Naciones Unidas (ONU) se convirtió en una plataforma desde donde se apoyó ponerle fin al imperialismo-colonialismo en una época donde casi una tercera parte de la humanidad vivía y padecía la angustiosa realidad de ese flagelo. Una de las primeras acciones concretas de la ONU en esa dirección fue terminar con el Mandato Británico sobre Palestina con la resolución 181 de la Asamblea General del 29 de noviembre de 1947. La resolución emitida establecía la partición de Palestina para la creación de dos Estados: uno para los palestinos y otro para los judíos con 55% del territorio de lo que eran en ese momento las fronteras palestinas. De esa forma, la solución de los dos Estados se impuso finalmente pero nunca hubo un proceso de autodeterminación ni ninguna votación que consultara a los palestinos o a los judíos. Realmente fue una imposición arbitraria y autoritaria secuela todavía de una poderosa cultura política del legado imperialista.

No obstante, la resolución fue muy cuidadosa de incluir disposiciones importantes y valiosas sobre asuntos que evidentemente serían neurálgicos. Algunas de esas disposiciones fueron incluso propuestas muy avanzadas para su época.

La resolución, por ejemplo, contenía un llamado a ambos futuros Estados a concertar una unión económica, aduanera y monetaria además de muchas otras recomendaciones para la colaboración y cooperación en territorio palestino. Vale destacar que también se recomendó entonces la creación de una entidad internacional para la administración de los lugares sagrados en Jerusalén y Belén. Como si fuera poco y de manera preclara la resolución 181 también contenía las siguientes dos disposiciones:

(a)“garantizar derechos iguales sin ninguna discriminación en los asuntos civiles, políticos, económicos y religiosos, y gozar de los derechos humanos y de las libertades principales que incluyen la libertad de religión, idioma, expresión, publicidad, educación, reunión y fundación de asociaciones”.

(b)“no está permitida la confiscación de una propiedad territorial árabe en el Estado Judío o de una propiedad territorial judía en el Estado Árabe, excepto para los bienes generales. Todos los casos de confiscación se pagan por completo antes de la apropiación según lo determinado por la Corte Suprema”. [1]

Estas disposiciones son esenciales para entender la naturaleza de los reclamos palestinos porque de hechos verificables resulta evidente que el Estado de Israel ha violentado sistémica y sistemáticamente estas dos disposiciones tan vitales, las cuales son, a última instancia, las que propenden a garantizar de jure la coexistencia pacífica.

Suenan tambores de guerra

El fin del Mandato Británico sobre Palestina terminó formalmente el 15 de mayo de 1948 y David Ben-Gurión, como primer ministro, proclama la independencia del Estado de Israel un día antes. Pocos días después, prácticamente al unísono, fuerzas armadas árabes de Siria, Líbano, Egipto y Transjordania junto a otros voluntarios de otras regiones árabes invaden el nuevo Estado judío. El objetivo de esta invasión, avalada y estimulada por la recién creada Liga Árabe (1945), era precisamente acabar con el Estado judío. En poco tiempo las fuerzas armadas de Israel logran no solo detener el avance de los árabes sino también hacerlos retroceder. Esta victoria militar fue muy importante en la consolidación del nuevo Estado de Israel y el proyecto sionista. Mientras que para sus vecinos árabes significó una gran derrota no solo militar sino moral de la cual nunca se recuperarían en realidad. Esta derrota se debió en gran medida a que Israel conformó un ejército moderno usando modelos y enfoques tácticos europeos, además de armamentos superiores. En tanto los ejércitos árabes, que venían de sociedades muy rezagadas, de clanes pre-capitalistas en gran medida, no tenían las capacidades militares ni las visualizaciones adecuadas a pesar de superar en número a los israelíes.

Esa derrota profunda marca el inicio de lo que los palestinos han llamado la “Nakba o la catástrofe” para su pueblo. A partir de ese momento se calcula que más de 700,000 palestinos se vieron forzados a abandonar sus casas, propiedades y campos en Israel para ir al exilio o a campos de refugiados temiendo lo peor en un estado de tensión permanente para los que se quedaron a vivir en Israel. De hecho, pasada la guerra del 1948 Israel instaura un régimen de excepción para lo palestinos que permanecieron en Israel. A partir de ese momento se comienza a crear la diáspora palestina mayormente por los países árabes vecinos pero igual por muchas otras regiones del mundo también.

Luego de la Guerra Árabe-Palestina de 1948 se suceden a diferentes intervalos nuevas intentos para derrotar a Israel por parte de los vecinos árabes. Las guerras y los ataques violentos de todo orden entre palestinos e israelíes han caracterizado un estado de conflictividad como en pocas partes se ha observado. Podemos mencionar las guerras del Sinaí en 1956, la de los 6 Días en 1967, (con la anexión de Jerusalén occidental), la guerra del Yom Kipur en 1973 y las del Líbano de 1982 y 2006.  Todos estos enfrentamientos han dejado un saldo triste de muertes (sin contar las Intifadas y otros enfrentamientos intermedios) y dolor muy grande para el pueblo palestino que ha tenido que desde 1948 luchar por la posibilidad de vivir sus tierras y por la creación de su propio Estado de manera cada vez más en solitario en un ajedrez geopolítico sumamente complicado, debilitado y adverso para su causa.

Quítate tú pa’ ponerme yo: la desposesión de los palestinos en Israel

La secuela de la guerra del 1948 y de otros conflictos posteriores fue el desplazamiento de cientos de miles de palestinos (se calcula en sobre 700,000, pero hay cálculos que cifran en más de 1 millón) que vivían dentro de Israel. Solo para tener una idea en 2017 de todos los palestinos en Cisjordania se estima que el 43% viven en campos de refugiados en su propia tierra. Pero eso no es todo: cientos de miles de palestinos viven hoy por hoy  en campos de refugiados en Jordania, Siria y el Líbano. Como dato general conviene mencionar además que hoy día el 20% de la población de Israel la conforman árabes-israelíes que en su inmensa mayoría son palestinos.

A partir de 1948 el nuevo Estado fue creando un marco legal para justificar la apropiación de todas las pertenencias palestinas de los que tuvieron que abandonar sus propiedades por temor a la represión israelí que se desató después de ese conflicto y que institucionalizó la desconfianza total hacia los árabes. En 1950 se estable la ley de propiedad ausente y en 1953 la ley de adquisiciones de tierras. Ambas leyes posibilitaron la incautación de comunidades y barrios enteros, empresas, terrenos agrícolas, etc. Básicamente los palestinos desplazados fueron privados de sus tierras y otras posesiones sin que fueran compensados en absoluto. Se dice incluso que muchas comunidades fueron arrasadas y destruidas para volver a construir barrios para los judíos inmigrantes que han seguido poblando Israel.

Y es precisamente el tema de la desposesión de los palestinos de sus tierras y propiedades en Israel uno de los asuntos clave para entender la naturaleza de este conflicto tan complicado entre palestinos e israelíes.

La colonización de Jerusalén  

Los diferentes conflictos que se han sucedido entre israelíes y palestinos durante todas estas décadas pasadas han seguido produciendo no solo el desplazamiento de palestinos de sus tierras como ya vimos sino también reduciendo cada vez más los espacios que habitaban. Entre la Guerra de los Seis días y la Guerra del Líbano Israel tomó control completo de Jerusalén. Así se desata una nueva oleada de desplazamientos a decenas de miles de palestinos que no cesa. Por supuesto que la declaración unilateral de Jerusalén como capital de Israel -en clara violación por lo dispuesto por la ONU-, vino a agravar mucho más la situación. Así llegamos a la situación más reciente (abril de 2021). Una reciente resolución del tribunal supremo de Israel amplía el marco jurídico para la desposesión de los palestinos. A partir de esa determinación se permiten los desahucios de propiedades de palestinos en Jerusalén oriental cuando los judíos puedan demostrar que tenían propiedad de esas propiedades antes de 1948. Sin embargo, esa ley guarda silencio respecto a las reclamaciones que les corresponden en justa causa a los palestinos desplazados antes o después de 1948.

De ese modo múltiples familias del barrio eminentemente palestino de Sheij Jarrah han sido notificadas para desalojar. Sheij Jarrah se convirtió entonces en una nueva causa de protestas del viejo conflicto. De hecho, muchos observadores apuntan a que de facto todo esto corresponde a un objetivo geopolítico de Israel de desplazar forzosamente a los palestinos de la ciudad Santa de Jerusalén. Como antesala la decisión de expresidente Donald Trump de mudar la embajada de EE.UU. hacia Jerusalén solo ayudó a echar más leña al fuego. Vale la pena destacar que Jerusalén es una ciudad santa desde muchas vertientes religiosas. Allí hay lugares sagrados para los cristianos de diversas denominaciones, católicos, arameos, armenios y sin duda para judíos y árabes. Por cierto, allí se localiza uno de los lugares sagrados del islam, la mezquita de Al-Aqba, que también fue escenario de cruentas protestas ante acciones represivas de la policía en contra de feligreses musulmanes en congregación durante la finalización del mes del Ramadám.

 

El expansionismo y anexión de Israel en Cisjordania

Los últimos dos remanentes de lo que otrora fueran los territorios que habitaban los palestinos hasta el 1948 son ahora la Franja de Gaza, con cerca de dos millones de palestinos en a penas 380 km2. El otro territorio palestino es Cisjordania (ambos territorios separados por tierra) con una población palestina de poco más de 3 millones pero con más de 400,000 colonos judíos en pleno aumento. Cisjordania tiene una extensión territorial de 5,860 km2.

Afortunadamente Israel decidió cesar su política de establecer asentamientos judíos en Gaza y los retiró todos en 2006. En cambio, en Cisjordania se multiplican sin freno. Los nuevos asentamientos son comunidades cerradas dentro de Cisjordania que van reduciendo el espacio habitacional de los palestinos y fraccionando su espacio continuo. Los asentamientos judíos en Cisjordania a la luz del derecho internacional y las propias determinaciones de organismos de la ONU son ilegales. Este tipo de asentamientos, tal y como ocurría en Suráfrica, son en realidad una manera no solo de diezmar y desplazar violentamente a los palestinos sino que así se hace cada día más inviable la posibilidad de crear su Estado. Los asentamientos son enclaves cerrados de Israel dentro de Cisjordania con una amplia y moderna red de autopistas para que se comuniquen entre ellos y con Israel. En realidad, son pequeñas ciudades modernas que tienen viviendas, comercios, escuelas, universidades y hospitales para su población exclusivamente israelí.

 

Los acuerdos de Oslo: ¿paz o la antesala del Apartheid?

A partir de los Acuerdos de Oslo en 1993, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en su carácter de representante del pueblo palestino, reconoce por primera vez al Estado de Israel (un viraje de 180 grados muy criticado por parte de algunos sectores palestinos) como también aceptó la llamada Hoja de Ruta propuesta por el expresidente Bill Clinton. Como parte de estos acuerdos se dispuso la creación de tres sectores A, B, y C en Cisjordania con soberanías y derechos ciudadanos diferenciados. Por primera vez se podía establecer el control soberano total de una porción de territorio palestino mediante una entidad de gobernanza propia.  Ese es caso del sector A, de plena soberanía palestina, pero que apenas representa el 18% del territorio cisjordano. El sector B es de gobernanza Palestina pero control policial y militar de Israel y tiene un 22% del territorio total. Finalmente, el sector C es de control exclusivo de Israel y corresponde al 60% del territorio de Cisjordania pero además es el territorio que contienen los asentamientos israelíes, las reservas agrícolas, minerales y de agua. Estos Acuerdos de Oslo cierto es que daban un paso de avance en la creación de una entidad que facultaba a los palestinos a ejercer su soberanía por primera vez en una pequeña parte de Cisjordania. Pero, por otro lado, validó el desbalance y la injusticia territorial con la partición y las condiciones de desigualdad en general entre palestinos e israelíes en su propia tierra. No fue realmente una solución justa sobre todo porque la Hoja de Ruta de Clinton no evolucionó según dispuesto y quedó atrapada en el tiempo como otras tantas propuestas. Además, estos acuerdos no protegieron a los palestinos en Cisjordania de una geopolítica que busca y pretende -de facto- anular ciertamente la viabilidad territorial de un Estado palestino.

 La hora del Apartheid

En el 2017 la Comisión Económica y Social para Asia Occidental de la ONU rindió un informe muy importante bajo el nombre de Prácticas israelíes hacia el pueblo palestino y la cuestión del Apartheid. Este informe, y la investigación que le precedió, fue llevado a cabo por académicos, especialistas y técnicos que examinaron las denuncias en toda su dimensión. A manera de conclusión en el informe en su página 87 se dice en forma clara lo siguiente:

“Este informe declara, sobre la base de investigaciones académicas y evidencias contundentes, que Israel es culpable del crimen del apartheid. Sin embargo, solo un fallo de un tribunal internacional en ese aspecto daría auténtica autoridad a dicha valoración. Por tanto, los autores instan a las Naciones Unidas a aplicar esta conclusión con carácter urgente mediante el cumplimiento de sus responsabilidades internacionales en relación con el derecho internacional y los derechos del pueblo palestino por dos razones.”[2]

El establecimiento de diferentes tipos de relaciones jurídicas para los palestinos en dependencia de si son ciudadanos árabes-israelíes, o viven en Jerusalén oriental, o si viven en campos de refugiados en Cisjordania o en los diferentes sectores ya discutidos, constituye realmente una política de Apartheid que busca no tan solo inviabilizar un Estado palestino fragmentándolo en extremo sino que busca además dividir y desvincular territorialmente a la nación palestina lo cual constituye un serio atentado contra su dignidad tal y su derecho inalienable a existir.

¿La historia de nunca de acabar?

En retrospectiva histórica, la solución de dos Estados es como obligar a una familia que ha habitado su casa por generaciones a repentinamente tener que compartirla con otra familia ajena forzado por terceros. Esa es la costosa factura que todavía están pagando con vidas arrebatadas y sufrimientos no solo los Palestinos (incluso el pueblo judío también) sino también muchos otros pueblos del mundo debido a las torpezas egocéntricas del legado imperial-colonial en el mundo. Ahora bien, en Realpolitik no hay dudas que la solución de dos Estados es, dadas las condiciones existentes, la única manera plausible de transitar hacia una salida de las conflictividades entre palestinos e israelíes. Pero la salida de dos Estados tiene un imprescindible corolario: y es la aceptación de ambas partes del principio de coexistencia pacífica como ha resultado en la Suráfrica (pos)apartheid que dibujó con sapiencia y humildad Nelson Mandela.

Por ahora existe un gran signo de interrogación en medio de la tregua. Ambas partes tienen lideratos debilitados y desgastados. En Israel Netanyahu es primer ministro interino porque ha sido incapaz de constituir mayoría para gobernar después de cinco elecciones en dos años. Quizás pronto (la consolidación de partidos de derecha) Likud tenga que salir del poder después de 12 años consecutivos en los cuales no han abonado en nada a la paz sino todo lo contrario.  Eso abriría la posibilidad de que otras fuerzas gobiernen Israel (tanto el judaísmo como la sociedad israelí son muy diversas) con menos sionismo y mayor voluntad de lograr una paz verdadera y sólida. Por el lado palestino, tanto Fatah como la Autoridad Palestina (AP) (que fue un resultado de Oslo 1993 y de la OLP), lucen a leguas, no solo débil sino cuestionados crecientemente entre múltiples sectores políticos de los palestinos.

Tal y como ha ocurrido en muchas partes del mundo árabe, las agrupaciones y los lideratos alrededor del secular nacionalismo árabe han venido siendo desplazados por nuevos y vigorosos movimientos políticos con base y orientaciones islámicas como común denominador. Ese es el caso del Movimiento de Resistencia Islámico, mejor conocido como Hamás, que ganó las elecciones ampliamente en Gaza en 2006 (distanciándose de la AP y Fatah) y que hoy, según observadores, podrían ser los virtuales ganadores de las elecciones en Cisjordania. Las elecciones fueron programadas para mayo de este año pero que han sido retrasadas indefinidamente. La Autoridad Palestina a través de su presidente Mahmud Abás, han dicho que no cuentan con la autorización de Israel para las elecciones en prueba clara de su dominación colonial sobre los palestinos. Una victoria contundente de Hamás en Cisjordania que los consolide como la nueva fuerza representativa de los palestinos con toda seguridad es algo indeseado y desagradable para Israel. Una victoria de Hamás implicaría un fuerte cambio del balance de poder al interior de la sociedad palestina. Hamás, como otros grupos políticos de resistencia política y militar a su alrededor, no reconocen el Estado de Israel. Esto implica revertir la realidad política lograda en 1993. Así las cosas, lamentablemente este conflicto no luce tener soluciones cercanas.

[1] https://www.redalyc.org/pdf/181/18153296005.pdf

[2] https://www.alqudsandalucia.org/wp-content/uploads/2017/05/Informe-ONU-Apartheid-17.pdf/

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