Especial para CLARIDAD
Dos muertos y alrededor de diez heridos fue el saldo de un atentado terrorista contra un acto público del Partido Socialista Puertorriqueño en Mayagüez el 11 de enero de 1975. Bastaría rasgar aquí y allá las notas periodísticas del momento para formarse una idea básica de lo ocurrido. Lo que no quedan claro son las pequeñas historias. Uno de los muertos, Luis Ángel Charbonier, de 24 años, quizá desoyó horas antes los tibios reclamos de su esposa en su hogar en Cataño: no vayas, es un viaje largo, imagino que dijo más o menos a sus oídos. Pero no fue así. Cuenta su viuda Eva, de 23 años entonces y con bebé de meses:
“El niño y yo estábamos un poco enfermos, nos dejó en la casa de mis padres y nos dijo que la lucha era sacrificial y que él debía ir a la actividad. Acostumbraba decirme que moriría por la lucha, pero no creía que fuera tan pronto”.
El redactor de CLARIDAD, Benjamín Rivalta, hace esta entrevista un día más tarde del bombazo, y de esa misma nota se desprenden estos y otros datos que deberían ser rescatados por la salud de nuestra memoria colectiva.
Al parecer, Cholo, como le llamaban sus amigos, quería asistir al mitin del PSP en Mayagüez por el significado histórico que tenía la fecha del 11 de enero, día del natalicio de Eugenio María de Hostos y aniversario de la fundación del Movimiento Pro Independencia. No obstante, para él había otras razones que más tarde trascendieron en unas declaraciones de Carlos Gallisá. Era que, en esa próxima semana, el joven líder sindical en la fábrica de la Puerto Rico Cement se proponía hacer su ingreso formal al PSP luego de participar de un círculo de estudios por varios meses. Pero murió en Mayagüez dentro de una cafetería horas antes de un mitin multitudinario en compañía de un empleado, Eddie Román Torres, de 26, que nada tenía que ver con el evento en progreso a esas horas.
Se cuenta que los heridos fueron unas diez personas, aunque se estima que fueron más pues no todos los heridos quedaron registrados.
En una breve entrevista que tuve con Consuelo, una de las heridas, me dejó saber que en ese momento ella era afiliada o “candidata a afiliada del PSP”. Para ese entonces pertenecer al partido implicaba un largo proceso de integración y compromisos. La bomba, al estallar, repartió fragmentos de las paredes, de los muebles y al parecer de algunos cristales, minúsculas esquirlas que fueron a parar a su rostro sin graves consecuencias que no fuera verse súbitamente ensangrentada. Segundos después abandonó el área de la explosión con un amigo y se despidió de Mayagüez con una promesa: De ahora en adelante Consuelo trabajaría con más ahínco por hacerse “militante”, carnet rojo, el más alto rango en el PSP.
Me pregunto si los operativos del extremismo cubano de derecha que planificaron y ejecutaron esta salvada del 11 de enero de 1975, con alguna colaboración de la Policía según consta, tuvieron algún día conocimiento de las consecuencias de sus actos. En Consuelo el país ganó una militante socialista, pero me pregunto también cuántos puertorriqueños no habrán desistido de sus impulsos y hasta de sus convicciones por el simple cálculo de los enormes riesgos que implicaba la lucha en esos momentos.
Por documentos de la Policía, por ejemplo, nos enteramos de que unos vecinos del hogar de mis padres declararon al FBI y la Policía que en casa había una fábrica de hacer bombas y que olía a gasolina. Que estaban seguros de eso. No dudo que la fantasía tornada en pesadilla fuera producto de los seguidos interrogatorios que el FBI solía practicar a domicilio como parte de sus faenas intimidatorias. Las veces que lo intentaron en casa, papi simplemente los mandaba al carajo, recuerdo bien, en español y en inglés.
Estos próximos meses quizá se nos presentan como una buena oportunidad para dejar un registro exhaustivo con relatos y testimonios e ilustrado con fotos, gráficas, mapas, de todos los incidentes de represión sufridos por el movimiento independentista entre 1960 y 1980. Parte de la investigación está hecha (aunque siempre es bueno verificarla) tal y como lo sugiere la cronología preparada por Domingo Vega Figueroa en la que detalla 303 incidentes de represión, y el libro de “Las Carpetas” de Ramón Bosque y Javier Colón. Así también los trabajos de investigación realizados por Che Paralitici, por un lado, y Raúl Álzaga y Ricardo Fraga, en torno, en este caso, a las acciones terroristas realizadas aquí por la extrema derecha cubana.
En las investigaciones de Álzaga y Fraga, solamente entre 1974 y 1976 se da cuenta de 24 atentados terroristas contra la vida y propiedades de independentistas, CLARIDAD entre otros, y personas vinculadas al movimiento obrero y estudiantil. En estos años, destacan, hay un cambio dramático en el poder de las bombas usadas. Por eso lo bautizan como “el más mortífero”, y añaden: “En dicho período hubo claros intentos de asesinatos al administrador del periódico Claridad, Domingo Vega Figueroa y al secretario general del PSP, Juan Mari Bras, con la colocación de bombas debajo de sus carros o frente a sus residencias”.
Del libro de Bosque y Colón sabemos que esos operativos “no se idearon como meras actividades de vigilancia. Se concibieron como operativos agresivos dirigidos a interferir con las actividades normales de las organizaciones”.
Son años que en un extremo tiene los asesinatos del 11 de enero de 1975 en Mayagüez en el contexto de un acto público, multitudinario, en presencia de gente de todas las edades, mediante un artefacto de alto poder destructivo ¡colocado en una cafetería!, hasta el vil asesinato de Chagui Mari Pesquera, el hijo mayor de Juan Mari Bras, el 24 de marzo de 1976.
En el 2025 se conmemoran 50 años de aquel 11 de enero. Propongo que usemos el periodo que lleva a esta fecha tan significativa para recapitular esos procesos y reencontrarnos en los nuevos horizontes de lucha, algunos de los cuales se perfilan muy prometedores en estas elecciones del 2024.