Agricultores a pequeña escala: “se están perdiendo las cosechas”

 

Por Gabriela Ortiz Díaz/ Especial para Claridad

“La semana pasada boté 100 libras de cilantrillo y alrededor de 800 mazos de lechuga romana. En términos de dólares, si multiplicamos 800 mazos por $1.50, estamos hablando de $1,200 de pérdida en una semana”, le comentó a CLARIDAD Abimael  Ortiz, agricultor que trabaja una finca de 24 cuerdas de terreno en el barrio Real Antón de Ponce. 

El agricultor, que lleva en esta industria tres años, no genera sus ingresos únicamente del trabajo de la tierra, por lo que ha podido manejar el impacto económico que ha provocado en el sector agrícola del país el toque de queda comenzado el pasado 15 de marzo. Sin embargo, por empatía con sus compañeros agricultores que sí viven de la cosecha que venden – y para mermar de alguna manera la pérdida de lechuga romana – ha regalado parte de su producción para que se aprovechen de la venta. 

Al igual que otros agricultores y agricultoras del país han hecho desde que la gobernadora Wanda Vázquez Garced decretó el periodo de cuarentena como medida preventiva ante el acecho del COVID-19, Abimelec Ortiz ha decidido anunciar la venta de sus productos agrícolas por las redes sociales. De esta manera, un supermercado pequeño lo contactó para comprarle una cantidad limitada de cilantrillo. “Nos compran de poquito en poquito, pero algo es algo”, dijo. 

Como consecuencia del desbarajuste económico que va provocando la cuarentena, el agricultor ponceño comentó que los supermercados pequeños que antes no les compraban a los agricultores locales se están añadiendo a la cadena de ayuda a los agricultores del patio. Ortiz hizo la salvedad de que las cadenas de supermercados que han anunciado que están comprando productos agrícolas locales solo lo hacen a fincas que generan un alto volumen de productos. 

“Nuestro cliente primario es una cadena de cuatro restaurantes localizados en el área sur de la isla y como tras la primera semana de cuarentena tuvieron que cerrar, no nos están comprando lechuga”, añadió el agricultor, quien además dijo que la lechuga romana es más difícil de mercadear en Puerto Rico porque casi toda se importa, a diferencia de la que se vende como “lechuga del país”. 

“Mi producción, que es prácticamente para esa cadena de restaurantes, casi se ha perdido. La vamos a tratar de vender en las cajitas”, dijo. 

“Estamos organizando la logística porque hay incertidumbre con que si el gobierno nos permite llegar a un punto medio y vernos con los clientes. Con la situación del toque de queda es difícil crea la logística de ir de casa en casa entregando los pedidos de cajitas. Queremos estar seguros para que no nos detengan y nos multen”, comentó Abimelec Ortiz a CLARIDAD. Esta incertidumbre se debe a que tras la emisión de la orden ejecutiva que decretaba el toque de queda, algunos placeros y agricultores que venden en mercados agrícolas fueron intervenidos por agentes de la policía. Estas intervenciones fueron reclamadas por la Asociación de Agricultores de Puerto Rico, obligando así a la Gobernadora a aclarar que los agricultores y otros miembros de la cadena de distribución de alimentos formaban parte de los negocios que pueden abrir dentro del horario acordado en la orden ejecutiva. 

No obstante, ante la confusión que ha causado esa situación entre los placeros y agricultores, muchos han decidido no acudir a los mercados a vender. 

Sobre el particular, Ramón Martínez, presidente de la finca Vista Dorada en Corozal, comentó “unos [mercados agrícolas] continúan abiertos y otros no. Me imagino que por el miedo a que vaya a intervenir la policía y multen”. 

El presidente de la Asociación de Agricultores de Puerto Rico, Héctor Iván Cordero, ha comentado públicamente que, el pasado fin de semana, la Cámara de Representantes sometió a revisión varias resoluciones conjuntas – la 653 y la 503 – que recogen los problemas que están presentando los placeros y agricultores que venden en mercados agrícolas y familiares. 

Martínez, presidente de la finca Vista Dorada en el barrio Negro de Corozal, dijo en entrevista que agradecía la gestión de cabildeo que ha hecho la Asociación de Agricultores desde la primera semana de toque de queda. Sin embargo, comentó que estaba “totalmente decepcionado con el Departamento de Agricultura. No he visto movimiento del Secretario, está prácticamente escondido. Nos ha fallado. Si fuera otro, estaría haciendo campañas para que se consuma el producto local o buscando cómo se pueden mercadear los productos de nosotros”. 

Al igual que Abimael Ortiz, Ramón Martínez le vende sus productos – principalmente plátanos – a restaurantes. Sentenció que estos 15 días de cuarentena han sido “devastadores”. Para tratar de remediar las pérdidas, también ha acudido a la venta de plátanos por las redes sociales y a incluir sus productos en una base de datos que ha creado la Asociación de Agricultores en un intento de concentrar en un solo sitio las publicaciones de productos agrícolas locales. Accediendo a este enlace, el público puede ver lo que hay disponible para la venta a través del Programa de Mercadeo Agrícola: https://prfb.org/. 

“Se está vendiendo un poco, pero no la cantidad que se está sacando de la finca y prácticamente se  pierde la cosecha. Hay demasiada producción y poca demanda”, dijo Martínez a CLARIDAD. 

Aunque la Comisión de Agricultura del Senado indicó la semana pasada que el Senado aprobó un paquete de $25 millones para ayudar a los agricultores con una inyección de $1, 500 para cada agricultor – hay 17 mil agricultores registrados en el Departamento de Agricultura de Puerto Rico –, Martínez comentó que “como quiera la pérdida es muchísimo mayor a esos $1,500”.

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