Blackkklansman Spike Lee en su mejor momento

(director Spike Lee; guionistas Charlie Wachtel, David Rabinowitz, Kevin Willmot, Spike Lee; autor Ron Stallworth; cinematógrafo Chayse Irvin; elenco John David Washington, Adam Driver, Laura Harrier, Topher Grace, Corey Hawkins, Jasper Pääkkönen, Paul Walter Hauser, Ryan Eggold, Ashlie Atkinson, Michael Buscemi, Robert John Burke, Ken Garito, Frederick Weller, Alec Baldwin, Harry Belafonte)

Blackkklansman es la mejor producción cinematográfica de Spike Lee en términos de cine político desde Malcolm X de 1992. En el Festival de Cannes, donde obtuvo el prestigioso Grand Prix y mención especial del Jurado Ecuménico y donde tuvo casa llena en cada una de sus presentaciones, tanto el público como la crítica quedaron sorprendidos tanto por su historia y su estilo. Basado en las memorias de Ron Stallworth, primer detective negro en el Colorado Springs de 1972, y  su experiencia como encubierto en la policía de Colorado, el protagonista logra infiltrarse a través de llamadas telefónicas al capítulo de KKK —lo cual es muy gracioso porque los racistas nunca se imaginan que se comunican con un hombre negro— y luego en persona cuando su compañero en la unidad, Flip Zimmerman, asiste a las reuniones, donde él también tiene que atragantarse que es judío. Es un juego extremadamente peligroso y siempre la posibilidad de ser descubierto está presente.

Ron Stallworth aparece como un joven muy preparado física, mental y emocionalmente, para ser parte del grupo de inteligencia de la policía. Pero por ser negro —así lo dicen abiertamente— no se le va a dar esa oportunidad porque los jefes y “compañeros” policías lo consideran inferior. Por eso lo relegan al cuarto de archivos, una manera de aislarlo pero todavía cumplir con la ley de no discriminar por razones raciales. Pero cuando lo necesitan para que infiltre a un grupo de jóvenes negros militantes que quieren cambiar su presente, entonces sí les es útil y lo asignan como encubierto: como todos los miembros de la unidad son blancos, nadie más lo podría hacer sin levantar sospechas. A través de toda su educación y entrenamiento Stallworth se ha formado una imagen de ser racialmente neutro: no habla como los negros de ghetto o sureños (sus palabras), desconoce y escoge no involucrarse con movimientos de derechos civiles, antiguerra, asociaciones universitarias e igualdad de derechos, aunque su gigantesco afro es impecable. Por eso cuando asiste a su primer mitin de jóvenes presidido por Kwame Ture queda muy impresionado, casi como si estuviera descubriendo otro mundo. Y cuando conoce y queda prendado de Patrice Dumas, una de las dirigentes de los estudiantes universitarios negros de Colorado College, amplía sus perspectivas.

Lo que sus jefes y compañeros en la unidad de inteligencia sí están de acuerdo es en la ilegalidad de las acciones del Ku Klux Klan y cuando Stallworth—que como siempre nos recuerda, habla como los blancos educados—logra establecer comunicación telefónica con uno de los reclutadores en Colorado Springs, le dan luz verde para infiltrarse. El problema por supuesto es el encuentro presencial y por eso su compañero detective blanco, Flip Zimmerman, se convierte en otro Stallworth, el que conocerá a los dirigentes locales y luego al Gran Maestro (Grand Wizard), David Duke, cuando asiste a su iniciación. En toda esta farsa donde ponen sus vidas en la línea de fuego, Stallworth/Zimmerman tienen que enfrentar reclutadores que creen ciegamente en lo que hacen, otros obsesionados con la paranoia de que el gobierno, los negros y los judíos vienen a destruirlos, otros que no cuestionan lo que les predican aunque puedan tener objeciones a sus tácticas y por supuesto, los que creen que es su deber moral defender a la única raza superior existente.

Blackkklansman es un filme con el sello directorial de Spike Lee en su manera de unir la seriedad de un asunto con eventos absurdos que solamente podemos reaccionar con una carcajada (Stallworth tratando de detener a Connie con una bomba a punto de detonar y la policía cayéndole encima porque la escena solamente se puede leer como un negro abusando de una mujer blanca); sosteniendo conversaciones nuevamente absurdas pero totalmente coherentes para los que sí creen en la desigualdad y discriminación; la ironía de cómo pigmentos, voces, vestimenta, prácticas religiosas son accesorios puestos y removidos al azar. Y como he planteado anteriormente cuando escribo de los filmes de Lee, sin duda los personajes blancos son los mejor desarrollados que en este caso exalta a un Adam Driver (Zimmerman) que en muy poco tiempo ha probado ser un intérprete de una diversidad de personajes: The Man Who Killed Don Quixote, Star Wars: The Last Jedi, Logan Lucky, Silence, todos desde 2016 a 2018.

En ningún momento, Spike Lee se ha dejado amedrentar por las medidas desalentadoras de los productores hacia el cine político y por eso aquí encara el presente: este filme se estrena en Estados Unidos el 10 de agosto que marca un año de la manifestación “Unite the Right” en Charlottesville. Y para que no haya duda de lo que significa este filme, Lee finaliza con pietaje de ese evento, los grupos anti-fascistas que se enfrentaron al grupo y el asesinato de Heather Heyer.

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