En Rojo
En esta 2nda parte comento los + recientes filmes de tres directoras que proclaman tener una nueva “mirada” de la mujer en el cine. Próximamente (#3), destaco tres filmes puertorriqueños estrenados en 2024 y hago un breve resumen de algunos filmes que, sin ostentación, contaron historias conmovedoras.
Filmes exhibidos en 2024 por mujeres directoras/escritoras/guionistas han tenido una gran acogida con público y críticxs. Han sabido escoger muy bien a sus protagonistas e intérpretes y se han arriesgado a contar historias que mezclan el ‘soft porno’ con el ‘body horror’ y la violencia desenfrenada. Esto hace que estos filmes apelen a un público diverso en género y edad. Mi pregunta al ver cada filme es si ¿verdaderamente estas directoras presentan una mirada diferente donde la mujer no es objeto de deseo según lo concibe la mirada masculina con todo lo que esto todavía implica? En 1973, la inglesa Laura Mulvey, en su ensayo “Visual Pleasure and Narrative Cinema” trajo a la discusión teórica el aspecto + relevante de la imagen en el cine: ¿Quién mira? ¿Cómo se construye esa mirada? ¿Se puede cambiar esa mirada? Y ¿Cómo cambiarla?
Su análisis explora el rol de la cámara como ojo observador del/a espectador/a y la imagen proyectada que refuerza esa mirada. Tanto Halina Reijn como Coralie Fargeat aseguran con sus proyectos, Babygirl y The Substance, respectivamente, que han logrado cambiar esa mirada de contemplación masculina al cambiar los roles asignados a la mujer. Desde mi mirilla, lo veo diferente. Ambos filmes, y anteriormente Emerald Fennell en Promising Young Woman (2020) y Saltburn (2023), utilizan el cuerpo de la mujer como un instrumento de venganza hacia las restricciones sociales impuestas, pero ese cuerpo sigue viéndose estático y objeto de observación de ella y los hombres que la rodean. En todos estos filmes, se impone la mirada masculina para satisfacción del/a espectador/a que puede verlo como un acto erótico (Babygirl), o de crítica social (The Substance). ¿Pero dónde está la mirada que cambia esta objetivación? Mientras el personaje de Harvey (Dennis Quaid) es una sátira de la imposición y defensa de esa mirada en el cine, los medios televisivos y anuncios—“lo que se vende es el cuerpo joven y sexual”—los personajes de Elisabeth (Demi Moore) y Sue (Margaret Qualley) presentan una sola dimensión que sostiene esa premisa. El destruir ese cuerpo con “body horror” en escenas que parecen interminables, no resulta en un cambio de mirada. En el caso de Babygirl, la mirada presentada es todavía + masculina cuando hasta en la discusión entre el marido de Romy (Nicole Kidman), Jacob (Antonio Banderas), y el joven amante, Samuel (Harris Dickinson), son ellos los que “disertan” el por qué a ella le atrae tanto ser un objeto dominado. No niego que en la intimidad de cuerpos todos estos juegos, serios o no, causen orgasmos verdaderos y no los que supuestamente simulan las mujeres que parece nunca estar satisfechas con el libreto conocido. Pero, nuevamente, ¿dónde está la mirada desafiante que le indica al/a espectador/a que es la mujer la que establece aperturas para su propio beneficio/satisfacción?
Todos estos filmes contrastan con proyectos de otras mujeres directoras como Jane Campion, Chloé Zhao, Sofia Coppola, Ava Du Vernay, Greta Gerwig, Celine Song, Sarah Polley, Dee Rees—por mencionar tan solo las de habla inglesa—entre otras que han tenido la oportunidad, negada a la gran mayoría de las mujeres, de poder contar con guiones que atraen el presupuesto necesario para hacer el filme y distribuirlo.
Lo que nos trae al último filme que comento en esta sección: The Last Showgirl de Gia Coppola. Es precisamente en este filme donde sí se desafía la mirada establecida al forzar al espectador/a mirar un cuerpo en movimiento que no es joven ni ‘sexy’, como señala el director que recluta para un nuevo ‘show’ en Las Vegas. En ningún momento Shelly (Pamela Anderson) cuestiona su papel de objeto en movimiento en un show donde ha sido aplaudida—aunque en el presente apenas hay público en las funciones—por mover su cuerpo y ‘bailar’ eróticamente. Es la mayor del grupo de mujeres y le encanta contar cómo el público la ama, cuán importante es el vestuario y el maquillaje, y cómo se puede mover el cuerpo sin tener que ser ‘gross’ y rebajarse ante un público que posiblemente no puede apreciar el aspecto artístico de su “número”. Las bailarinas + jóvenes la escuchan, pero saben que ella vive en un pasado inexistente y cuando se anuncia que estas serán las últimas funciones, Jodie (Kiernan Shipka) y Mary-Anne (Brenda Song) van a cualquier audición que les pague una nueva temporada. La generación de Shelly se compone de Eddie (Dave Bautista), el director/manager/encargado del show y Annette (Jamie Lee Curtis), un poco mayor que ella y que en Las Vegas, como xshowgirl, solamente puede conseguir trabajo de mesera. Hannah (Billie Lourd) es la hija que Shelly le cedió a su hermana para poder alcanzar su sueño de ser una showgirl y esto se cuestiona desde la visión de la hija abandonada/rechazada y la madre que nunca se vio interpretando ese papel. Todas las miradas de lxs personajes desafían lo que se ve y se dice, sin volver a cosificar a esas mujeres que buscan un espejo de un sueño inexistente.