El reto de un cine documental necesario

Adocpr en el Festival de CLARIDAD

 

En Rojo

El trabajo de un documentalista implica, en el contexto actual que atraviesa el país, una tarea de resistencia cultural y política. También, conlleva darle voz a comunidades marginadas en una colonia gobernada por estructuras censoras. Las producciones del cine documental son, en palabras de la documentalista Inés Mongil, como <<un llamado al reconocimiento de nuestra historia, a la reafirmación de la identidad nacional>>. Un llamado que, desde la Asociación de Documentalistas de Puerto Rico (AdocPR), reúne a más de 70 cineastas, profesores, estudiantes y otros profesionales del cine documental.

En entrevista con CLARIDAD, Mongil– tesorera de la AdocPR– destacó que el cine documental es uno de los únicos sectores en Puerto Rico que expresa su oposición a las políticas públicas del Estado a través de producciones que nutren “la expresión pública”. Junto al presidente de la organización, Juan Carlos García, ambos resaltaron la importancia de este medio expresivo y algunas de las actividades que realiza la AdocPR.

“El cine documental es el resguardo y la memoria que puede expresarse visualmente. A través del cine, se pueden contar muchas historias que, de otra manera, no podrían ser contadas o rescatadas para la memoria. El cine documental y los documentalistas estamos dejando un legado de historia cultural y política para que, en el futuro, otras generaciones tengan dónde mirar y cómo se vivió este período”, expresó García.

Pero para producir cine en el país, agregó Mongil, el asunto es cuesta arriba. A juicio de la artista, tanto el cine documental como el cine de ficción enfrentan complicaciones por no ser un cine subvencionado por el Estado. De hecho, Mongil recordó que, en 2014, la Corporación de Cine de Puerto Rico fue transferida al Departamento de Desarrollo Económico y Comercio (DDEC). Mercantilizada la creación de cine, las inversiones del Estado se limitan a “producciones rentables”.

“El cine puertorriqueño no es rentable, ¿pero qué pasa? No están midiendo unos intangibles como beneficios sociales o el fortalecimiento de la identidad nacional. Esas cosas no tienen peso ante los ojos del Estado. Somos uno de los pocos países en Latinoamérica y en el mundo donde el gobierno no subvenciona su cine”, advirtió Mongil sobre los riesgos que esta realidad impone a los cineastas. Además, enfatizó que esta falta de apoyo puede crecer por cambios como la posible desaparición del Fondo de las Humanidades Puerto Rico.

De ahí, el valor que cobran las producciones artísticas que presentan los cineastas y AdocPR: representan piezas de un país cuya cultura pervive entre la creciente desidia. Por ejemplo, la organización ha emprendido, en los últimos meses, el Cine en ruta por el país, donde diversas voces del cine local exponen sus historias. Una de ellas, The Tax Paradise, de Ana María García, explora la inseguridad de la vivienda en comunidades afectadas por las Leyes 20, 22 y 60 de incentivos contributivos. La gira comenzó en abril, en el Teatro Municipal de Ciales, continuó en espacios como el Festival de CLARIDAD y acabará el próximo 4 de junio, en El Hangar, Santurce.

“Hay un gran número de personas y de creadores dedicándose al cine, de distintas generaciones. Personas que comenzaron hace 40 años hasta personas que están comenzando desde un año, dos años. Gente interesada en hacer cine de Puerto Rico… Creo que se van a quedar aquí, no van para ningún sitio. Vamos a seguir insistiendo en que se haga un cine de aquí”, añadió García.

“Que nosotros hayamos podido presentar seis películas en el Festival de CLARIDAD y convocar la matrícula para compartir allí, en el jangueo de Adoc en CLARIDAD, fue bien importante. Abre la puerta para que el año que viene hagamos algo mucho mejor, porque nuestro cine tiene su público natural en CLARIDAD”, agregó el presidente de la AdocPR.

AdocPR: Intermediario del cine puertorriqueño

En ese sentido, el presidente de la AdocPR contrastó el cine local que se producía en la década de 1990 con el cine que se produce actualmente. Para García, las nuevas tecnologías permiten abaratar significativamente los costos de producción, de modo que ahora que la creación de cine es más accesible. No obstante, salvó el portavoz, la tarea del cineasta aún requiere de “muchos recursos” para sostener a un artista.

 Además, García destacó la existencia de la AdocPR como parte de los crecimientos del cine documental en Puerto Rico. Fundada en 2011 por iniciativa de la cineasta Ana María García, la AdocPR se comprometió con trabajar el cine documental como una forma elemental de exhibición en el país. Desde luego, la comunidad cineasta creció con colaboraciones de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de Santiago de los Baños, en Cuba, y de la Universidad de Puerto Rico (UPR).

“De ahí, surge Adoc con el objetivo de dar a conocer el cine documental, producir cine puertorriqueño, apoyar a nuestros cineastas en ese proceso e ir consolidando una estructura organizativa que nos permitiera tener una voz en el espacio público… La gente reconoce en Adoc una estructura que puede ser en un momento dado fuente de apoyo para cineastas y documentalistas”, compartió el presidente de la organización. Asimismo, García detalló los tres enfoques que asume la AdocPR en sus tareas organizativas: política pública, educación de cine y exhibición de cine.

Por su parte, Mongil calificó el vínculo entre las producciones del cine local con el cine de la diáspora como “fluido”. Además de Cine en ruta, la AdocPR realizó Cinema on the road en lugares como Nueva York, Filadelfia y Boston, donde se dan diálogos enriquecedores entre comunidades del archipiélago y los Estados Unidos (EE UU). Recientemente, Mongil regresó de una presentación en la ciudad de Chicago, en el estado de Illinois.

“Se dan diálogos entre las producciones. Se inicia una conversación sobre cómo lo que ven en la pantalla se ve reflejado en sus vidas… Nuestra diáspora es, para muchos, no una barrera sino algo fluido, que se mezcla. Porque viajamos a Nueva York, nuestros compañeros vienen aquí y hay un influjo, un movimiento fluido que va mucho más allá de decir ‘la diáspora y Puerto Rico’. Estamos todos descubriéndonos”, acotó Mongil.

Para la tesorera de la colectividad, la AdocPR funge como una suerte de intermediario entre las presentaciones dadas en el archipiélago y las del continente estadounidense. Inclusive, García resaltó que el cine creado en Puerto Rico se produce para consumo de personas que viven en la diáspora porque, más allá de compartir una identidad, sufren muchas de las problemáticas que expresan estos documentales.

Menos apoyo para el cine en el futuro: una razón para hacerlo más

 Tanto García como Mongil coincidieron en que las futuras producciones de cine local se verán sujetas a mayores condiciones de austeridad, particularmente por los recortes propuestos por el presidente de los EE UU, Donald Trump. Por ejemplo, el posible cierre de la National Endowment for the Arts y la National Endowment for the Humanities representan una postura contrariada con la cultura.

“Estos recortes tienen que ver con una mentalidad de que el cine, la cultura y el conocimiento no tienen un valor en sí mismo si no pueden traducirse en una ganancia económica o utilitaria. Eso significa un cambio grande en la historia de fundaciones como la National Endowment for the Arts o National Endowment for the Humanities, que nunca habían sufrido un cambio de financiamiento o posición que peligrara su existencia”, aseguró García.

Por esta precarización, sostuvieron ambos, la tarea de AdocPR cobra mayor importancia para robustecer a la comunidad documentalista en el país y la comunidad internacional. Desde pódcasts, encuentros internacionales y más exhibiciones, la organización continúa difundiendo el cine local. El 16 de junio, presentarán en Nueva Jersey 10 películas locales a través de una colectividad del estado, y actualmente trabajan con distintos jóvenes de entre 13 y 18 años para producir documentales.

“El resultado de los trabajos es bonito y alentador, y en el caso de los jóvenes significa la posibilidad de dejar de ver el cine como algo lejano e inaccesible y de verla como una posibilidad de vida y forma de expresión”, concluyó García.

 

 

 

 

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