Capernaum: la realidad dolorosa que nos rodea

Por Maria Cristina

(directora Nadine Labaki; guionistas Nadine Labaki, Jihad Hojeily, Michelle Kerserwany; cinematógrafo Christopher Aoun; elenco Zain Al Rafeea, Yordanos Shiferaw, Boluwatife Treasure Bankole, Kawsar Al Hadddad, Fedi Yousef, Haita Izzam, Alaa Chouchnieh, Nadine Labaski)

Capharnaüm (originalmente la casa de Jesús en esta ciudad Palestina), de la realizadora libanesa Nadine Labaki fue la ganadora del Premio del Jurado y del Premio Ecuménico en Cannes, Mejor Filme en el Festival Internacional de Sao Paolo, del Festival del Nuevo Cine de Montreal y de la organización independiente con sede en Alemania, Cinema for Peace Foundation. Es una historia desgarrante por la realidad que presenta de las tantas familias a nivel de la sub-pobreza en Beirut. Sabemos que este no es un caso aparte sino que las que antes fueron las grandes ciudades en el Medio Oriente—como en las capitales europeas y latinoamericanas (y oriente como nos indica The Shoplifters, filme japonés ganador de la Palma de Oro en Cannes)—tienen cordones de pobreza extrema cuando familias viven en “casas” de cartón y tienen que hacer lo indecible para poder alimentar y sostener la fragilidad de infantes y niños. Zein es un chico de doce años (nadie está seguro de su edad) cuya constitución física parece de diez por su falta de alimentación, que no conoce lo que es una escuela, que trabaja todo el día vendiendo chucherías en la calle para darle a su suplidor la mayor parte del dinero, que cuida a su hermana menor de 11 años a quien su madre quiere vender en matrimonio, que desprecia su entorno familiar porque no tiene nada de hogar, cariño, protección. Por eso decide llevar a sus padres a la corte para demandarlos por haberle dado una vida de maltrato y negligencia. 

El encuadre de la historia de Zain es el caso que trae a la corte: al principio no entendemos por qué este niño quiere demandar a sus padres que parecen tan amorosos con él pero al final sabemos exactamente porque es una cuestión de supervivencia. Zain escapa de casa montándose en un autobús que lo lleve lo más lejos posible de su familia y vecindario. Siente que ya ha dado el todo por mantener a una familia que solo entiende este concepto como un negocio: poner a los hijos a trabajar desde muy chiquitos y en el caso de las niñas, venderlas en matrimonio una vez llegan a la pubertad o antes si es posible. Pero este manejo humano no garantiza que comerán bien o tendrán una cama o espacio para dormir. Esos privilegios pertenecen solo a la madre y el padre. Nada de esto es una excepción; este tipo de maltrato es muy común en comunidades donde la pobreza es la que dicta el comportamiento de adultos.

Zain encuentra seres afines y dispuestos a compartir una parte de su tiempo y espacio como el viejo con vidas mágicas de un mini-circo, pero especialmente con Rahil y su niño de un año, Yonas. Serán estos últimos los que harán sentir a Zain que alguien lo quiere, lo cuida y lo mima. También habrá intercambio: Zain puede quedarse en ese espacio que Rahil llama hogar si le cuida a Yonas mientras ella desempeña los múltiples mini empleos que consigue por ser mujer migrante sin papeles. Zain, como hacía en su propio barrio, se familiarizará con este nuevo entorno para saber cómo conseguir lo que necesita y será muy creativo al buscar y construir juguetes para Yonas. Pero ¿qué hacer cuando pasan los días y Rahil no regresa?

 El regreso de Zain a su “casa” y los incidentes que lo descontrolan son las razones por la que se clasifica como delincuente y el Estado tiene que hacerse cargo. Su caso en corte es la razón para que el juez entienda que el peor castigo para él sería el ser devuelto a su familia. Cuando su madre lo visita antes del juicio, Zain la rechaza y su noticia de reconciliación—que está nuevamente preñada—es la gota que colma la copa. El filme argumenta contra la maternidad irresponsable y, a través del testimonio de Zain, aboga por el control forzoso de la natalidad, algo que es escandaloso dentro de esta sociedad y también la nuestra.

Nadine Labaki, conocida actora que siempre es parte del elenco de sus tres largometrajes de ficción (anteriormente Caramel de 2007 y Where Do We Go Now? de 2011) se caracteriza por enfocar en los problemas sociales que enfrentan mujeres y niños en su país, que de paso sirve como denuncia social y política de la mayoría de países que conocemos. Siguiendo el elemento esencial del realismo social que caracteriza los filmes del británico Ken Loach (Ladybird Ladybird, Land and Freedom, My Name Is Joe, The Wind that Shakes the Barley, I, Daniel Blake), el elenco  de los filmes de Labaki lo compone personas comunes y corrientes de la comunidad donde se centra la historia, lo que permite la improvisación y veracidad de las situaciones presentadas. En Capernaum esto se multiplica ya que todos los miembros de la familia consanguínea y la adoptada por Zain (cuyo verdadero nombre es Zain Al Rafeea) son parte de la realidad presentada. Eso es precisamente lo maravilloso y fascinante de tener a este niño como el centro del filme. 

Artículo anteriorAnimal Híbrido: Lo erótico y lo sagrado
Artículo siguienteSignum