Lola Aponte Ramos / Especial para En Rojo
tras los rios de Etiopia…andan mensajeros veloces…
la nación de elevada estatura y tez brillante
..cuya tierra es surcada por ríos. Isaías 18;1-2
in Ethiopia the folk lie all naked in rivers
and waters men and women together
John de Mandeville Travels (año,1322)
En su guía de viajes, el turista medieval, John de Mandeville, nos asegura que Etiopía es tierra de enormes diamantes, ópalos y esmeraldas. Le conmueve que los habitantes mismos conserven las cualidades de las piedras preciosas. El indescifrable color de la piel, el cabello, la prestancia con que caminan, la manera en que la carcajada se anida en el silencio, descubriré yo muchos siglos más tarde. Teoriza el viajante de escritorio que los niños como el ópalo, nacen de un tono amarillo-dorado y sólo al crecer se vuelven negro-cuervo por lo que más bien parecen rojizos con destellos dorados y aun azules sobre la piel y el cabello. Hijos de Salomón, descendientes de Saba. Tanta belleza rayana en lo imaginado, se debe probablemente al clima de la región intenta explicar. Una parte de Etiopía es ardiente, y la otra de abundancia tal, que las cataratas se convierten en diamantes. Hay minas de sal blanquísima que reflejan el cielo. Arenas oscuras que recuerdan la noche. Rocas sulfúricas y lagos ardientes. Una tierra en que carencia y exceso son invocadas como equivalentes. Y su habitantes son el fruto estético de todo ello.
Mientras camino por el valle de sulfuro me digo Caminas por la paradoja. Más temprano habría descubierto, que aquí comes metáforas. Porque mi viaje inicial es hacia la tripa. Voy hacia el pan, injeera, descubierto en Chicago y desde entonces indispensable. Cuando lo comes, comes pasado. la imposibilidad que el tiempo posibilita: es agrio, casi insaboro; delgado. elástico y poroso. Receptáculo para los guisos, una especie de vajilla masticable. es pan para comer entre muchos, en familia, los vecinos, los amigos, los visitantes. pan que convoca sabores y textura, alegría y resonancia, dulce y salado.
..el proceso de crear esa crepa gigante que se llama pan, invoca el tiempo que pasa. Se deja levar por cuatro días. el teft va organizando cultivos bacterianos, granos minúsculos redondos que son incapaces de unirse, comienzan a romperse bajo el calor, un poco de agua, y paciencia. amasar dos veces al día. huele mal. . en mi cocina cuando lo hago lo resguardo, lo niego, lo borro. ahora sin embargo en Debark, se une a los otros olores y resulta en un aroma dulce, alrededor del cual las mujeres magníficas y sin par hacen bromas, se abrazan y se alimentan en la boca. Las hijas de la reina de Saba, que me observan con la generosidad que produce mirar desde la belleza inevitable. Ni siquiera soy una pregunta. Mi color de piel nos acerca, la torpeza rayana de mis movimientos, la fealdad de mi vestuario occidental las conmueve. Sobre ellas se escribió el Cantar de los cantares y me digo Salomón no era ningún pendejo.
… el ritual de alimentarse me vuelve a marcar como extranjera, lavarse las manos se hace en conjunto, la comida es precedida por un café servido en un vaso de porcelana profusamente decorado, es un café fuerte y casi espeso. trato de evitarlo. ( no tomo café, pero no puede decirse no a la comida.) voy devorando y me miran. cada bocado me hace más torpe, inadecuada, lejana. la mano equivocada el ritmo disonante, los bocados desproporcionados. la mesa es quizás uno de los espacios más culturales que existen, me consuelo cuando percibo que me tratan como a una infante maleducada, solo yo sigo comiendo, tengo gula, mientras los demás dejan elegantemente bocados de cada guiso. ah-meh-seh-gih-nah-lah-hyoon. me dicen.
En Etiopía no podemos ser extranjeros; catequizo. Lucy (Dinkinesh) nos recibe siempre me digo. Cada vez que me levanto sobre mis patas traseras la reclamo. AL288-1 dice el catálogo del museo. Los Beatles, le contesto al calce y me alegra el silencio de esa sala que solo nos contiene a Lucy/ Dinkinesh y a mí. Sé que de incorporarse sobre las patas traseras nace la necesidad de la mirada. y de la traición al olfato, la palabra como epistemología y que es solo posible en estas tierras.Lucy/ Dinkinesh. Tu temblo,r le digo al fémur. Tu peso, le comento a la tibia. La distancia la multiplicada belleza explica a Lucy/Dinkinesh Solo aquí se vuelve imprescindible levantarse sobre las patas traseras ante lo sublime. Lucy: solo puedes ser aquí.
Los ojos, Lucy, los ojos, Dinkinesh, en su hambre de este paisaje rojo y desértico te hacen levantar buscar equilibrio sobre las caderas; la sal, Lucy; la sal obliga a tus manos a herramentarse .
Lucy/ Dinkinesh me hace pertenecer trato de convencerme; pero la turista siempre queda enmarcado al perímetro de la foto, leyendo el calce del museo. La turista busca pasado, busca paisaje y vuelve a ser Lucy. No puedo ser extranjera repito, aunque desconozco lengua y materia. La reina de Saba pulsará siempre en mi sangre Con esa mujer morena que el sol miró aprendí a calibrar mi cuerpo; a salir sin ser notada, estando mi casa sosegada. a conjurar a los guardias de Jerusalem, aprendí a ir al lecho prohibido.
Pero Lucy y la reina de Saba no acolchonan mí estadía, a mi no me pide el vaso de agua Salomón, no es mi tálamo el que se vuelve suyo. sus descendientes me sonríen la sonrisa grande, la cortesía y familiaridad exquisita parece acomodarme pero me marca como ex/cedente. Me toca la mejor silla no la silla, me corresponde el bocado más exquisito no el bocado que me haría comulgar con la cotidianidad. Me guían me cuidan, el extranjero es infante siempre. Yo gateo torpe, donde Lucy ya danza.