Continúan en alza el contagio por el COVID-19

 

Por Cándida Cotto/CLARIDAD

ccotto@claridadpuertorico.com

Los contagios por coronavirus (COVID-19), continúan en alza en la isla. Con un total de 16,692 casos acumulados a comienzos de esta semana (la segunda de septiembre) y otros 18, 683 probables, según los números del Departamento de Salud (DS), aun cuando estas cifras son altas, no reflejan del todo la realidad de los contagios, a juicio de la doctora en epidemiología Cruz María Nazario, porque estas siguen estando muy atrasadas.

Nazario trajo a la atención que hay que considerar que ahora mismo, de 435 pruebas moleculares, el 90% están atrasadas entre 7 a 14 días. “No estamos viendo un número actualizado y no estamos viendo un número real. Son dos cosas que pueden significar lo mismo, pero no necesariamente”.

Explicó que el número que no está actualizado porque el Departamento de Salud tiene un atraso muy grande. Esto puede responder a que el DS no está recibiendo los resultados de los laboratorios o a que los laboratorios no los envían a tiempo y el DS no los procesa con la rapidez que se necesita. “Hay dos posible explicaciones y pueden ser las dos, que sería la peor combinación, porque sería incompetencia por todos lados”.

El otro aspecto que indica que el número de contagios no es real es que se sabe, aunque no oficialmente, que el DS no está haciendo suficientes pruebas moleculares, como debería estar haciendo. “Escuché a una persona del taskforcedecir que se estaba haciendo un 2% de pruebas a la población. Eso es muy bajo”. Prosiguió con que cuando se compara este nivel de pruebas con el de estados donde han hecho esa misma proporción de pruebas encuentran que es allí donde existen las tasas de positividad más altas.

La doctora Nazario fue enfática en expresar que el DS no debería estar imitando esos son lugares. “Si lo que estamos haciendo es entre 2 a 1.5 pruebas por cada mil habitantes, si eso es lo que estamos haciendo porque nadie sabe, porque no lo dicen, no lo informan —solo entre ellos—, si así fuera la tasa de pruebas moleculares por población, pues, estamos igual que Misisipi, Florida, Texas, Alabama. En esos estados la tasa de positividad es 19%, 16%, 12%, 9%. No tenemos que imitar los lugares que lo están haciendo mal”.

La epidemióloga censuró que el DS esté siguiendo lo que recomendó el Departamento de Salud de EE. UU., de hacer solo un 2% de pruebas. “Esos otros lugares también están haciendo lo que el Departamento de Salud Federal recomienda, y el resultado es que tienen unas tasas de contagio de positividad altísimo”, recalcó.

Expresó que no sabe la razón por la cual la persona que dirige el DSF (Alex Azar) tiene para dar esa recomendación incorrecta. Comentó que aunque no tenga evidencia concreta, puede imaginar que las motivaciones no son salubristas, sino que son dirigidas por lo que ha expresado el presidente Trump de que no quiere que se hagan pruebas. “Pero nuestro gobierno no tiene por qué estar imitando a quien hace las cosas mal”.

Trajo que, por ejemplo, el estado de Nueva York tiene una tasa de pruebas moleculares por población de 4% por mil habitantes y la tasa de positividad de ellos es menos de un 1 %. Al ver la comparación, se puede decir que no hay que seguir lo mínimo, como recomienda el DSF, y que Puerto Rico puede tomar decisiones salubristas para controlar el contagio. En ese sentido, retó al Gobierno a tener el juicio, el criterio y la valentía para hacer las cosas necesarias para “controlar el desastre que tenemos aquí ahora mismo”.

Apuntó que este es el momento para que el DS se siente a ver lo que está funcionando y lo que no “porque ¿cómo es posible que sigamos haciendo las mismas recomendaciones y esperando que el resultado sea diferente? Yo creo que esa es la definición de la locura”.

Nazario señaló que además de aumentar el número de pruebas, hay que continuar con las medidas de higiene, distanciamiento, el uso de la mascarilla, evitar aglomeraciones y no estar en lugares por más de 20 a 15 minutos en donde el aire acondicionado no circule. Estas medidas han funcionado en otros países que han logrado aplanar la curva y han sido exitosos. De hecho, cada paso que una persona da para evitar el contagio tiene que tomarse en consideración como éxito salubrista. Pero cada paso que se hace que no tiene resultados en la dirección que se quiere es un fracaso.

La doctora Nazario expresó que no se puede seguir en la misma onda con las mismas imposiciones que no están funcionando. Debido al cansancio de la gente por las imposiciones hay que empezar a mirar ejemplos como el de Japón. Este país no impuso un encierro total, sino que recomendó a los ciudadanos (y a los negocios) que no salieran si no era necesario. Hace años que establecieron la disciplina de que las personas usen mascarillas para salir de sus casas si están enfermos. Japón, siendo un país grande, tiene muy pocos casos en comparación con Estados Unidos y China.

“No hemos asumido esa responsabilidad. En parte tenemos que evaluar en dónde es qué está el ejemplo. Tenemos que asumir que el que está frente a mí es posible que esté contagiado. Esa responsabilidad social no se está dando. Como ejemplo estamos dando el mismo ejemplo que Trump y Bolsonaro. Hay que dar el ejemplo, no es amenazar. ¿Cuántos meses han pasado y ahora es que el Departamento de Salud está haciendo campaña cuando ya la gente está harta de estar encerrados?”

Una medida que señaló se debería tomar es identificar los lugares donde hay mayor número de casos, para concentrar en ellos la atención. “Sabemos que en Puerto Rico el riesgo de contagio es diferente en cada municipio. Podemos ver que los riesgos varían por municipio. Y lo más peligroso de todo es que no podemos mirar nada más que el número de casos porque en un municipio, como San Juan, evidentemente va haber un mayor número de casos”. Añadió que hay que investigar los municipios en donde se ve una alta infección para poblaciones pequeñas, porque eso quiere decir que en esa población está pasando algo que la está poniendo en un mayor riesgo.

La expectativa de una vacuna

La doctora Nazario expresó su temor por que la lucha o empuje por desarrollar una vacuna no esté basada en la ciencia, sino en politiquería por el interés del presidente Trump en tener una vacuna antes de las elecciones, aun cuando ya hay estudios, tanto en Estados Unidos como en otros países, que ya están en la fase tres. En esta fase tres se vacuna alrededor de 30 mil personas, a la mitad de las personas se le aplica un placebo inocuo para comparar en determinado límite de tiempo la tasa de positividad de las personas enfermas entre los dos grupos. El proceso de la fase 3 se utiliza para evaluar los efectos secundarios de la vacuna en las personas comunes y corrientes y la eficacia de la vacuna en prevenir que la gente se contagie. Si se desarrollan sintomatologías, se compara con el grupo de personas que no recibieron la vacuna. Todo eso se hace antes de pasar a la fase 4, que es donde se aplica a la población completa y se puede evaluar la eficacia de la vacuna.

La eficacia se mide según la capacidad que tiene la intervención en disminuir la incidencia de la enfermedad. “Sí hay fase 3 en Estados Unidos, pero lo que a mí me preocupa es que hay una prisa muy peligrosa. Hay una competencia muy peligrosa por ser el primer país en tener una vacuna disponible y eso me da la impresión de que se puede inclinar la balanza a que se pase a una fase 4 sin haber sido evaluados rigurosamente los resultados”.

Pese a que reconoció que no cree que la Administración Federal de Drogas (FDA, siglas en inglés) se atreva a aprobar una vacuna con la que la gente se enferme, pero sí que su potencia pueda ser tan baja que en realidad no proteja tanto. Y eso no se sabe hasta que no terminan todos los análisis necesarios. “El FDE puede hacer ese disparate. Si en realidad lo que los motiva es que Trump quiera darse el crédito, está demasiado cerca. La historia de las vacunas en el mundo entero es un proceso que se toma años”.

Aclaró que no quería decir que hay que tomarse años en desarrollar una vacuna para la COVID-19, sino que lo que trata de resaltar es que las personas que trabajan en ese campo son bien rigurosas que ofrecen una alternativa hasta que no están bastante seguras que esa alternativa va a ser eficiente y no tiene efectos secundarios que pudieran ser peores que la propia enfermedad.

La epidemióloga planteó que ahora mismo el 80% de la gente que tiene COVID-19 ni se da cuenta de que la tiene. Es decir, si se tiene una proporción bastante baja como un 3 a 5 %, dependiendo del país que se lea, son las personas que mueren.“Así que la vacuna tiene que ser mejor que lo que tenemos ahora, y nosotros ahora mismo tenemos las herramientas para controlar la pandemia porque otros países la han controlado”.

Una vez más afirmó que la pandemia se puede controlar haciendo lo que se debe hacer: el uso de mascarilla, el distanciamiento físico, la higiene adecuada, evitar las aglomeraciones e identificar de dónde provienen los contagios. “Tenemos que exhortar a las personas que son ejemplos en nuestro país a que hagan lo propio, a que nos enseñen con el ejemplo que sí podemos protegernos. Esto no va a durar toda la vida, pronto vamos a salir de esto. Hay que hacer es lo que tenemos que hacer”.

 

 

 

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