Editorial-Acción y voluntad para la preservación y protección ambiental y de recursos naturales

 

En Puerto Rico, la lucha por la preservación y protección del ambiente y los recursos naturales es de importancia estratégica. El futuro desarrollo sostenible de nuestro archipiélago depende de ello. Somos islas de pequeño tamaño, con recursos limitados que no pueden ser dilapidados ni utilizados mal. Cada pulgada de llano, costa y montaña debe poder apoyar un plan de uso que propenda a la sostenibilidad económica y social a través de las generaciones.

En CLARIDAD, siempre hemos tenido claro la necesidad de ese balance. Por eso, temprano en nuestra historia comenzamos a investigar y denunciar los.crímenes ambientales que ocurren en Puerto Rico, principalmente de la mano de los intereses del gran capital estadounidense.

En los años 50, 60 y 70 del siglo veinte fueron las industrias del turismo, la guerra, las petroquímicas y farmacéuticas las primeras grandes enemigas de los recursos naturales de Puerto Rico. Así se quedó San Juan sin malecón, con toda su costa, desde la isleta hasta Isla Verde, sembrada de edificios en la zona marítimo terrestre, cuya erosión hoy presagia una tragedia que puede ocurrir cualquier día.

En el área de El Yunque se hicieron los primeros ensayos con el desfoliante agente naranja que luego se utilizó como arma mortífera contra los pueblos indochinos durante la llamada Guerra de Vietnam. En nuestras tierras agrícolas se ensayaron poderosos plaguicidas y yerbicidas como el DDT, el malathion y el dyazinon que ahora se sabe que son  cancerígenos. Luego, nuestro aire sufrió las descargas contaminantes de las refinerías de petróleo- CORCO, Phillips y Sunoco, entre otras, y termómetros de mercurio desechados de la fábrica Beckton & Dickinson en un riachuelo en Juncos fueron descubiertos y denunciados en nuestras páginas. Se denunció y organizó la oposición a la construcción de un superpuerto para cargueros de petróleo en Aguadilla y contra dos empresas metalúrgicas Anaconda y Kennecott Copper que  pretendieron explotar los yacimientos de cobre y otros metales en Lares y Adjuntas, el corazón de nuestras montañas. Aquellos dos últimos  proyectos dañinos al ambiente y al futuro de Puerto Rico -el superpuerto petrolero y la minería de cobre a cielo abierto- fueron rechazados y eventualmente  derrotados por el activismo de nuestro pueblo.

No obstante, como la.voracidad del gran capital es infinita, los crímenes contra nuestro ambiente y recursos naturales siguen proliferando. En décadas recientes ha habido un renovado interés del capital extranjero por los recursos naturales de Puerto Rico, en contubernio hoy como ayer, con los gobiernos coloniales PNP-PPD, que faltos de poderes reales, de nuevas ideas y de compromiso con el país, se han unido para facilitar la faena de los depredadores en un círculo vicioso que parece no tener otro fin que la entrega y el despojo de nuestro patrimonio, a cambio de la prebenda política y el cuantioso donativo de campaña.

Así nos han llegado en las últimas décadas la carbonera AES, y sus cenizas tóxicas en Guayama y Peñuelas; Monsanto y sus productos alterados genéticamente y la contaminación de nuestro suelo por el glifosato cancerígeno; la proliferación de antenas y satélites con radiaciones contaminantes; más construcciones ilegales e intentos de privatización de playas en las zonas costeras, como en San Juan, Dorado, Rincón e Isabela, entre otras; la destrucción de humedales y manglares para construir ilegalmente en áreas protegidas como Luquillo, Bahía Jobos en Salinas o La Parguera; el plan para privatizar el Parque de las Cavernas del Río Camuy, y más recientemente la extraña intervención del Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos en un proyecto para la re canalización del Río Piedras que implica la masiva destrucción de arboledas, el desplazamiento de la población aledaña y una construcción de diques en cemento en una ciudad que lo que necesita urgentemente es ser más verde para poder proteger mejor a sus habitantes de las altas temperaturas del verano.

Afortunadamente hoy, como ayer, hay un activismo ciudadano, renovado y productivo, en favor de la preservación ambiental y de la protección de nuestros recursos naturales. Hay también una nueva consciencia ciudadana de la.realidad del cambio climático y la necesidad de atemperar la actividad humana para prevenir catástrofes ambientales.

Esta necesidad, sin embargo, no parece haber calado hondo en el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), agencia encargada de la protección ambiental y de los recursos naturales de Puerto Rico, la cual arrastra los pies en el cumplimiento de su misión mientras los depredadores de nuestro ambiente mueven su agenda a ritmo vertiginoso.

Confortados por la inacción gubernamental, estos violadores de las leyes y reglamentos del DRNA siguen burlándose de las autoridades y del País en total impunidad y hasta complicidad. Ya vimos el despliegue de fuerza bruta policial contra un puñado de manifestantes que protestaban una construcción ilegal en un manglar de La Paguera el domingo pasado.

Puerto Rico necesita urgentemente un DRNA libre de ataduras políticas y que responda a la necesidad del país de una agenda de protección ambiental y sostenibilidad a largo plazo. No podemos permitir que el yugo del coloniaje, ni la impunidad y la complicidad de un gobierno enclenque nos amarre las manos y la voluntad.

 

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