Editorial-Palestina se desangra: ¿quién detiene la matanza?

Foto Archivo CLARIDAD/Alina Luciano

 

Mientras Palestina continúa desangrándose bajo el implacable azote de las fuerzas armadas israelíes contra su población en la franja de Gaza, y simultáneamente avanza la violencia de los colonos que, con la protección de las milicias israelíes, despojan de sus tierras y propiedades ancestrales a los habitantes de Cisjordania, el territorio palestino en la ribera occidental del río Jordán, el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) lleva varios días intentando aprobar una resolución que logre un alto al fuego, al que tenazmente se oponen los gobiernos de Israel y Estados Unidos. Si hay alto al fuego o no- o si se permite el flujo continuo de más ayuda humanitaria a las víctimas de la guerra- depende ahora de la delegación estadounidense que, el pasado 8 de diciembre, ejerció su poder de veto para impedir la aprobación de una resolución similar del Consejo de Seguridad. La meta de los países favorecedores del alto al fuego- que son la inmensa mayoría- es lograr que el voto de Estados Unidos se cuente entre las abstenciones a la resolución, en lugar de derrotarla mediante el veto. Hasta ahora, Israel y Estados Unidos han tenido éxito en sabotear los esfuerzos de la ONU y  la voluntad inmensamente mayoritaria de la comunidad internacional, impidiendo una decisión sobre el reclamo para que se decrete un alto al fuego.

Al cierre de estas líneas, la situación humanitaria en la franja de Gaza era crecientemente terrible. La hambruna y sed generalizadas, la falta de alimentos, agua potable, medicinas y bienes básicos, la destrucción de la infraestructura eléctrica, de agua, hospitalaria y de salud, el deterioro en las condiciones sanitarias en la franja por los cadáveres descompuestos bajo los escombros y la amenaza inminente de enfermedades y plagas que sigan cobrando vidas, y un invierno despiadado sobre una población sin techo,  derrumban los mitos y las excusas que tratan de justificar como “legítima defensa” las atrocidades, con categoría de crímenes de guerra, cometidas por Israel a nombre de un supuesto “derecho a existir” que nadie les niega.

El sufrimiento en Gaza va más allá de la desesperación. Cerca de 20,000 palestinos han sido asesinados como resultado de las agresiones inmisericordes de las fuerzas armadas israelíes. Las víctimas son principalmente mujeres, ancianos y niños. Solamente este pasado lunes, medios de prensa de todo el mundo informaron que 100 personas fueron asesinadas en Gaza como resultado de ataques aéreos israelíes. El periódico británico The Guardian publicó un extenso reportaje, con puntuales detalles de los crímenes cometidos por Israel durante dichas 24 horas. Informó que en Rafah, en la parte sur de Gaza, una serie de ataques aéreos destruyeron tres casas contiguas, asesinando a 25 personas en el acto. Diez personas más fueron asesinadas en un centro para refugiados en Jabalia, al norte de Gaza. Ese mismo día lunes, “las fuerzas israelíes arrasaron uno de los últimos hospitales que seguían en funciones, el hospital anglicano Al –Ahli, donde arrestaron a la mayoría del personal del hospital, y efectivamente, cerraron el mismo, según informó la St. George Cathedral de Jerusalén, quien opera el hospital”, informó The Guardian.

Precisamente, ese proceder errático y cruel de las fuerzas armadas israelíes, y su aplicación arbitraria de las reglas de enfrentamiento en la guerra- o como dicen en inglés, the rules of engagement- han “levantado una bandera” en la opinión pública mundial, que hoy se pregunta cuál es el verdadero objetivo de Israel en esta guerra. La pregunta es si verdaderamente lo es “la destrucción militar y política” de la organización palestina Hamas, como han proclamado todos los altos oficiales de su gobierno y repiten sus homólogos del gobierno de Estados Unidos, o si, por el contrario, Israel persigue un objetivo más perverso. Este sería, por ejemplo, la “limpieza étnica” y el desplazamiento físico de la totalidad de la población palestina fuera de sus actuales lindes territoriales, para expandir a dichos territorios el “Gran Israel”, o peor aún, el exterminio o genocidio del pueblo Palestino. Otro ejemplo que “levanta bandera” sobre la conducta arbitraria de la milicia israelí hacia quienes no son sus soldados, fue el asesinato a sangre fría de tres de sus propios rehenes, contra los cuales se abrió fuego a mansalva, a pesar de que estaban desarmados y portaban una bandera blanca.

Este es el contexto en el que se debate la nueva resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que propone la “suspensión de hostilidades” y que se abra libremente el flujo de ayuda humanitaria a la población de Gaza, bajo la supervisión de la ONU, y cuya aprobación fue aplazada por Estados Unidos hasta este miércoles o en adelante esta semana. Es claro que Estados Unidos se encuentra cada vez más solo en el respaldo incondicional a Israel y a su campaña militar sin precedentes en métodos y alcance, la cual próximamente entrará a su tercer mes de ofensiva encarnizada. Mientras Estados Unidos se regodea en determinar qué hará en cuanto a la resolución del Consejo de Seguridad- lo que no es muy difícil de predecir- los otros catorce países miembros de dicho cuerpo siguen enfrascados en las negociaciones que hagan viable el alivio humanitario urgente que desesperadamente necesita la población de Gaza.

Mientras se conducen los debates y las negociaciones que pueden ser fructíferas o inútiles, continuará el martirio para la indefensa población palestina de Gaza al margen de las maquinaciones, cálculos y estrategias geopolíticas del imperio del Norte y de su Estado gendarme en la región del Medio Oriente.

 

 

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