En Reserva-Apertura a una serie amorosa. Blonde on Blonde de Bob Dylan.

 

Especial para En Rojo

Se ha dicho que el disco Blonde on Blonde de Bob Dylan “comienza con un chiste y termina con un cántico” (de “Rainy Day Women #12 & 35” a “Sad-Eyed Lady of the Lowlands”). La frase subraya la monumentalidad de la obra (el primer doble disco de música original en LP), en la medida en que abarca todo un mundo de temas, de géneros y de subgéneros, de formas y de estilos, dentro de una esencia novedosamente roquera. Pero la frase subraya, también, que hay cierta arquitectura a Blonde on Blonde, cierta articulación como proyecto coherente, hecho que, hasta donde he podido investigar, no se ha desarrollado lo suficiente. Vale la pena examinar este cuerpo antes de entrar de lleno a nuestro propósito: examinar algunas de las canciones de amor emblemáticas del disco.

El contexto previo a Blonde on Blonde resulta clave para entender su canción de apertura. En un periodo breve pero intenso de tres años, Bob Dylan ha pasado de convertirse en un ícono del movimiento folk [The Freewheelin’ Bob Dylan (1963), The Times They Are A-Changin (1964), Another Side of Bob Dylan (1964)] a transgredirlo, primero, a medias (en un disco literalmente mitad eléctrico y mitad acústico: Bringing it All Back Home, 1965), y luego, a son de guerra: Highway 61 Revisited (1965).

La guitarra acústica ha sido sustituida por la eléctrica; la sencillez de las grabaciones a guitarra, armónica y voz ha sido reemplazada por la agresividad de la agrupación de rock; la letra de protesta social se ha volcado hacia la rebelión social, adentrándose tanto en la individualidad como en la necesidad de ir por encima de una sociedad que queda demasiado pequeña para la expansión del yo.

Highway 61 Revisited, liderada por “Like a Rolling Stone”, se convirtió en arma de guerra. Pero para guerrear se necesitan dos bandos, y el bando contrario a la transformación de Dylan no respondió ligeramente. Las acusaciones más intensas giraban en torno a la traición de Dylan hacia su pasado, la traición hacia la tradición folk, incluso la acusación de haberse vendido al mercado. La crítica no venía solo desde afuera, sino desde adentro, desde su propia fanaticada, hasta entonces fiel.

Así llegamos a “Rainy Day Women #12 & 35”. La canción cumple una función similar a la de “Preludio en boricua” de Tun tun de pasa y grifería. “Preludio en boricua” simula la bienvenida al público/lector, previo a que se abra “el telón isleño” y que comience el panorama lírico de “embustes y cuentos” de Luis Palés Matos. “Rainy Day Women #12 & 35” le da, igual, la bienvenida a sus oyentes, pero advirtiéndoles que, para adentrarse a Blonde on Blonde, hay que, primero, prepararse para la experiencia. En este caso, arrebatarse y unirse al evento.

 

Well, they’ll stone ya when you’re trying to be so good

They’ll stone ya just a-like they said they would

They’ll stone ya when you’re trying to go home

Then they’ll stone ya when you’re there all alone

But I would not feel so all alone

Everybody must get stoned

“Rainy Day Women #12 & 35”, con un juego de palabras, conjuga paródicamente la crítica despiadadamente violenta y moral de sectores religiosos hacia todo lo que no entienden o aceptan, con el arrebato por parte de los incomprendidos. Es, por supuesto, una respuesta a las críticas que recibió Dylan de sectores todavía demasiado conservadores como para acoger su metamorfosis. La voz lírica se refiere a un otro plural, un “they”, que, independientemente de los actos del “yo”, le apedrearán. La intolerancia de este otro es sincera (por lo menos) y despiadada. Ante este castigo, parecería inicialmente no haber escapatoria.

Por eso, la voz lírica, de manera indirecta, le comunica al destinatario su soledad y le invita a unirse, ya no a las pedradas, sino al arrebato. La crítica será inevitable; pero lo que verdaderamente no se puede soportar es la soledad. De ahí, el llamado al destinatario. El juego de palabras, pues, termina transformando el castigo individual en la posibilidad del placer colectivo.

Curiosamente, el otro elemento que funciona como iniciación al disco, la portada, captura a un sujeto – el rapsoda – como ser borroso, quizás también inestable, pero mirando a uno fijamente y con seriedad, casi interpelándolo desde la “borrosidad”. Para colmo, se nos presenta de lado – la imagen del cuerpo completo está colocada de manera horizontal; hay que abrir el LP y, uno mismo, enderezarlo, para verlo entero. Fuera de foco y fuera de ángulo. Pero supongo que así a veces estamos.

Well, they’ll stone you when you’re walking on the street
They’ll stone you when you’re tryin’ to keep your seat
They’ll stone you when you’re walkin’ on the floor
They’ll stone you when you’re walkin’ to the door
But I would not feel so all alone
Everybody must get stoned

 

Para que la apertura de Blonde on Blonde sea efectiva, no solo requiere un juego de palabras. La canción, en un sentido estricto, es sencilla: sigue la estructura de un “12 bar blues” en Fa (I – IV – V). La clave tendría que estar, entonces, en una puesta en práctica musical que homologue el mensaje que busca comunicar.

La historia, sobre la grabación de la canción – o por lo menos su mitología – es conocida. En un principio, quiso Dylan grabarla con la banda del Salvation Army, pero le dijeron que quizás eran demasiado serios como para lo que buscaba. Habló con los músicos con los que grababa en Nashville sobre lo que quería, y acordaron en que era muy posible lograr el ambiente deseado. Se arrebataron entre todos, intercambiaron instrumentos, o los tocaban simultáneamente – Charlie McCoy tocó trompeta y bajo a la vez, una mano para cada instrumento.

Tuba, trombón, armónica, pandereta, tambor… “Rainy Day Women #12 & 35” parece tener mucho de “embuste”. Más que disco de rock, parece que estamos frente a una comparsa, una “banda de marcha”, que deseamos seguir para continuar la diversión. La música, en efecto, que simula una agrupación en movimiento por las calles de alguna ciudad estadounidense. Parece implicar que nos uniremos a la banda en un recorrido inusual. El énfasis está puesto, pues, en el movimiento.

La canción es, por supuesto, una provocación. La agrupación, liderada por el rapsoda, parece que nos conduce hacia su propia lapidación. Pero la resolución de las estrofas y el tono de la canción indicarían, quizás, que esta puede superarse, que no representa un fin. No estamos frente a un Hamelín que nos libera de la plaga, pero sí de una banda que nos ayuda a sobrellevarla, en comunión, y continuar las transformaciones que el yo requiere en un mundo hostil.

El resultado de esa primera grabación, en ocasiones fuera de ritmo, a veces interrumpida por risas, siempre irreverente, es la canción inicial de Blonde on Blonde. Y su acometida, efectiva. Evan Schlansky afirma que hasta la armónica suena ebria en la grabación. Y tiene razón.

They’ll stone you when you’re at the breakfast table
They’ll stone you when you are young and able
They’ll stone you when you’re tryin’ to make a buck
Then they’ll stone you and then they’ll say “good luck”
Tell ya what, I would not feel so all alone
Everybody must get stoned

 “Rainy Day Women #12 & 35” no tenía más remedio que ser la canción de apertura. Es, precisamente, una invitación que se le hace al oyente, y que le advierte que la experiencia de Blonde on Blonde será una que abruma los sentidos, que embriaga, y que posiblemente pueda llevar al escarnio público, a la incomprensión, pero también a la consolidación de un colectivo-otro, sino liberado, por lo menos contento con su nota. Este aspecto de la canción como inicio e invitación no he visto que se haya destacado.

Por eso, el paralelo con “Preludio en boricua”. Ignorar ese poema, o ignorar esta canción, es entrar a la obra, como conjunto, con el pie izquierdo (digamos, mejor: el pie equivocado). Se pierde no solo el humor, pero el artificio de mucho de lo que vendrá después.

 Well, they’ll stone you and say that it’s the end
Then they’ll stone you and then they’ll come back again
They’ll stone you when you’re riding in your car
They’ll stone you when you’re playing your guitar
Yes, but I would not feel so all alone
Everybody must get stoned alright

 Dylan, como todo rapsoda, tiene un lado profético. Poco después de concluir las grabaciones de Blonde on Blonde, aunque antes de que saliera al mercado, se embarca, con The Hawks, a la gira mundial que inicia en Australia y que luego lo llevará a Europa. Los abucheos – contradictorios – que recibió en el festival de Newport el 25 de julio de 1965 se hicieron conocer, y se fueron replicando, sobre todo en Inglaterra.

Los conciertos se manifestaban con carácter bifronte: una primera mitad acústica y una segunda mitad eléctrica. Sin embargo, ya la transformación había sido demasiado profunda – pudiera volver a cantar “She Belongs to Me” o “Mr. Tambourine Man”, pero no era la misma persona de hace apenas año y medio. No había manera de replicar esa forma, ese estilo, y no había manera de complacer a la fanaticada.

El 17 de mayo de 1966, en su concierto en el Free Trade Hall en Manchester, entrada ya la segunda mitad del concierto, arreciando los abucheos, se escuchó un grito acusador hacia Bob Dylan: “¡Judas!”. La acusación sintetizaba todo lo que veían algunos en Dylan: traición hacia ciertos principios trascendentales y cooptación por los intereses mercantiles de la música. La violencia religiosa que parodiaba, grabada unos meses, se manifestó verbalmente aquel día. Dylan, sorprendido, confundido, se acerca al micrófono y dice: “I don’t believe you”.

La canción que le siguió a aquella acusación fue, y con fuerza, “Like a Rolling Stone”. Al mes, saldría Blonde on Blonde. Como si fuese una respuesta a aquel evento, nos encontramos con este singular comienzo.

 Well, they’ll stone you when you walk all alone
They’ll stone you when you are walking home
They’ll stone you and then say you are brave
They’ll stone you when you are set down in your grave
But I would not feel so all alone
Everybody must get stoned

Que esta columna inicial sirva igualmente de apertura para el proyecto que sigue: un recorrido de algunas de las canciones de tema amoroso de Blonde on Blonde.

Iniciemos, pues, esta experiencia embriagada y embriagadora hacia Blonde on Blonde, aunque hagamos el esfuerzo por interpretar desde la mayor serenidad sensorial y lógica.

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