Entre la experiencia y la expectativa: el conocimiento podría devenir en libertad

Foto suministrada por la autora

 

[A todas y todos los(as) estudiantes…]

 Especial para En Rojo

En este instante, reflexiono –<<pensamiento sobre el pensamiento>> (Jonathan Culler 1997)–; me pregunto. Algunas preguntas, en el momento preciso de gestación, no requieren de contestación alguna; no obstante, persiguen una reflexión –y, a su vez, acción– perenne, constante, por parte de todas y todos los que nos encontramos en este presente. En el “futuro pasado”; entre la expectativa y la experiencia (Reinhart Koselleck). ¿Qué representa el conocimiento en este País? Es necesaria esta reflexión. Y cuando iniciemos dicha reflexión con el “¿qué representa?”; en ese contexto, el concepto de “representación” lo interpreto como ese espacio de significación que permite que nuestra existencia como ciudadanas y ciudadanos, hijas e hijos de este País, trascienda lo individual y se conjugue con lo colectivo. Es decir, que nuestra existencia como seres particulares conozca también lo universal. Tan universal como lo es la [existencia] de Eugenio María de Hostos. Una existencia con una consciencia amplia. El conocimiento adquirido, desde cualquier tiempo histórico y sociedad, serán semillas “esparcidas” dentro y fuera. Y ello, desde una perspectiva de lo corpóreo, como frontera imaginada. Semillas esparcidas por todo un pueblo; por toda la historicidad de sus memorias. La educación promueve la solidaridad humana, permite un mejor País para todas y todos. Un país más solidario, ético y justo. Un país de derechos humanos. Un país con consciencia histórica y ecológica; con verdaderos derechos culturales. Y cuando hablamos del derecho a la cultura es dirigir nuestra atención al espíritu y al conocimiento de todo un pueblo del que todas y todos somos parte.

Ahora, me dirijo a las y los más jóvenes de este [futuro] presente. ¿Quiénes son las y los estudiantes de este País? ¿Quiénes son ellas y ellos? ¿Quiénes son ustedes? ¿Cuáles son sus sueños y metas? ¿Cuáles son sus expectativas y experiencias? Ustedes ya hoy, desde su presente, dan cuenta de sus logros cada día que se levantan para asistir a sus respectivos establecimientos de enseñanza. Cada instante en el que leen un libro. Cada vez que agarran un lápiz o un pincel para crear. Ustedes son un ejemplo de lo que es el honor y la virtud. ¿Y cuáles son sus deberes como estudiantes? Pues, estudiar. Promover la accesibilidad del conocimiento, no el de la ignorancia. Ese es el máximo deber de ustedes en la actualidad. Cultivar el intelecto. Lo intelectual es también lo espiritual. Leer acerca de historia, arte, filosofía, ciencia, política. Leer acerca de los derechos humanos. La educación es parte de la cultura y, a su vez, la cultura se integra a diversos ámbitos en la educación: conocimientos históricos, artísticos y científicos; ello es cultura, ello es educación. Y la educación es un derecho, al igual que la cultura. Es importante conocer acerca de lo que sucede en nuestro País y en el mundo. Y una de sus mayores responsabilidades será ampliar su mirada. Ver más allá… Estudiar una carrera que les apasione, sí, y a su vez adquirir conocimientos universales. Por ello existe la universidad. Esa es su esencia. Es necesario aspirar a la “universalidad” para experimentar la solidaridad que nos une a todas y a todos, sin importar el lugar de procedencia. Siempre debemos intentar contrastar lo universal con lo particular de nuestra experiencia. Conocer de las múltiples culturas del mundo para apreciarlas desde una justa perspectiva, y así apreciar mejor la nuestra también. Sus metas alcanzadas hasta ahora como estudiantes, y las que están por alcanzar como futuros profesionales, serán los logros de todo el País; el éxito de todo un país. Comprender esto es importante: que sus decisiones y acciones les atañe a ustedes, sí, pero, a su vez, tendrá efecto en su familia, en su comunidad y en su país. Lo que hacemos o simplemente dejamos de hacer siempre va a tener su efecto en otras y otros; siempre.

Además de estudiar –y, por consiguiente, reflexionar, analizar, profundizar…–, como su “máximo deber” –ser mujeres y hombres del futuro con conocimiento y consciencia social amplia–, pues, a ello, también se le sumará otro “máximo deber”: servir. Todo el conocimiento adquirido tiene su propósito en la vida. Ya les había adelantado que lo intelectual es también lo espiritual. Adquirir conocimientos, estudiar, nos permite conocernos mejor. Ello alude a nuestro interior, pero además de nuestro interior, también nos permite conocer lo exterior. Es decir, lo que está más allá de nosotros mismos, o sea de ustedes. Conocer de su entorno, de otras épocas, de otras mujeres y otros hombres que una vez fueron jóvenes y estudiantes como ustedes. Conocer de otras realidades, les permitirá crecer, evolucionar, madurar. Y ello siempre los llevará por el camino del bien y del servicio; del respeto y del honor. Les hablo del servicio a la humanidad, a los animales, a la Naturaleza, a la sociedad en general desde la profesión que elijan. Todas las profesiones, ya sean del ámbito pedagógico, humanístico, artístico, científico –tanto natural como social–, legal y empresarial, entre otras, son necesarias para el bienestar de nuestro País; todas.

Por último, quiero compartirles un escenario muy significativo para nuestra historia puertorriqueña y caribeña. Y este es la existencia de una “sociedad”, una organización de estudiantes y jóvenes puertorriqueños que se fundó en el año 1851. Estos jóvenes eran estudiantes en Europa. Cada uno estudiaba una disciplina particular, no obstante, se unieron allá en Europa, a pesar de su tiempo limitado, para fundar la  Sociedad Recolectora de Documentos Históricos de Puerto Rico.  Entre estos estudiantes se encontraban Román Baldorioty de Castro, José Julián de Acosta y Calbo, Alejandro Tapia y Rivera, Segundo Ruiz Belvis, Ramón Emeterio Betances, y otros. Esta Sociedad promovía el estudio y el conocimiento de nuestra historia regional [nacional]. Gracias a esta gesta e iniciativa de ese grupo de puertorriqueños, hoy, contamos con nuestra propia historiografía. Es decir, con nuestra propia identidad cultural que fortalece el espíritu de todo un pueblo. Este acontecimiento particular de nuestra historia, y una serie de sucesos posteriores y otros que le precedieron, sin duda, se analizan en nuestra historiografía –la literatura histórica– como parte del desarrollo intelectual puertorriqueño.

Dicho todo esto, hoy, desde este presente, ustedes se suman a ese desarrollo intelectual puertorriqueño. Para Hostos, <<la juventud es una fuerza intelectual; primero porque es una vida que explora su camino y en toda exploración la inteligencia es guía; segundo, porque vive en contacto inmediato con el ideal>>. Ustedes son el futuro de la intelectualidad puertorriqueña y del mundo. Un futuro que requerirá de la “mirada retrospectiva”, mientras se vive desde el presente y se “construye el porvenir”, parafraseando al escritor Félix Córdova Iturregui. Una intelectualidad necesaria en nuestro País para mejorar la calidad de vida de la sociedad puertorriqueña. Una intelectualidad que requerirá de acciones; incluso, desde la palabra misma.

Con todo ello, todas y todos convocados –no sólo las y los estudiantes, aunque, en definitiva, seguimos siendo estudiantes en esta vida–,  a la “apertura” que nos permite el estudio y el conocimiento. Un espacio que podría ser más real que utópico si así lo deseamos. El mismo espacio en el que podemos (re)encontrarnos la humanidad y aspirar a algo más. Espacios como los que se gestan en los encuentros culturales de cada pueblo. El viernes 27 y el sábado, 28 de enero de 2023, Guayama fue escenario de ello como parte del Programa Educativo y Agenda Cultural del Museo de Historia y Arte de Guayama (2004). Las y los asistentes de este evento pudieron experimentar algo de la “libertad [posible]” de Marta Aponte Alsina. Sí, el conocimiento podría devenir en libertad. Y la experiencia y la expectativa de un desdoblamiento –intelectual / espiritual– se manifestaría en el presente.

La autora es Doctoranda en Historia, UPR-Río Piedras Presidenta, Museo de Historia y Arte de Guayama

 

 

 

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