La burbuja farandulera de los partidos coloniales en Puerto Rico

 

Especial para CLARIDAD

Llevamos semanas, sino meses, registrando temperaturas extremadamente altas, tanto en Puerto Rico como en grandes espacios del Planeta. Los datos publicados por la National Oceanic and Artmospheric Administratrion (NOAA) de los EE.UU. y la Organización de Meteorología Mundial (WMO) de la ONU, indican que el récord de temperatura del Planeta para el mes de julio de 2023 supera por mucho el registro histórico. (https://www.nasa.gov/nasa.gov/press-release/julio-de-2023-fue-el-mes-mas-caluroso-registrado) Tal como pasa con la temperatura del aire también ocurre con las temperaturas oceánicas en todo el Planeta. Según avanza este proceso de calentamiento, con alta certeza este año 2023 se convertirá en el más cálido jamás registrado en la historia por la ciencia moderna. En Puerto Rico la ola de calor desde hace varios meses ha requerido la divulgación por parte del Servicio Meteorológico de la NOAA de Avisos de Calor Extremo para prácticamente toda la Isla, por semanas consecutivas debido al registro de un Índice de Calor (combinación de alta temperatura con alta humedad relativa en el aire) en exceso de 1100F. Esta desagradable y peligrosa sensación de calor plantea un alto riego de seguridad en la salud pública puesto que puede inducir serios problemas metabólicos a toda persona, pero en particular, a los de mayor edad y los que padecen condiciones respiratorias y cardiovasculares. Ese calor excesivo que puede producir, y en efecto ha producido muerte súbita a un número importante de compatriotas. Las autoridades de gobierno recomiendan a los adultos mayores en Puerto Rico (los que conforman el grupo social más empobrecido) a buscar protección en espacios con aire acondicionado. Sin embargo, para muchas familias y compatriotas, protegerse contra el calor, según se recomienda, implica elevar los ya altos gastos de la facturación de la electricidad, lo que en consecuencia trae un proceso de profundización de la condición de la pobreza. Si no se protegen de la ola de calor, corren el riesgo de enfermarse o morir; si se protegen en espacios refrigerados, se le reduce el menguado ingreso de sobrevivencia, lo que puede traer desbalance para la adquisición de alimentos o medicamentos, entre otras instancias.

La situación climática del año 2023 se exacerba con la manifestación del fenómeno El Niño en la región del Océano Pacífico, que en esta ocasión se considera un ‘Súper Niño’. Los científicos han observado que a medida que el calentamiento global progresa, se altera la manifestación de los fenómenos de los ciclos ordinarios de ‘El Niño’ y La ‘Niña’. Ambos fenómenos se están expresando con más frecuencia y, a la vez, más intensos. No parece haber duda de que el disloque en el clima global atribuido al calentamiento del Planeta se está manifestando severamente muchos años antes de lo que los expertos científicos anticipaban, es decir, se nos está reduciendo el tiempo hábil para acordar y adoptar medidas de contingencia de adaptación al cambio en el clima. Esta situación apremiante incide sobre todo el Planeta, incluyendo a nuestro archipiélago caribeño. Mientras el proceso de calentamiento se ha estado acelerando, también se está manifestando un aumento notable en la concentración del CO2 en la atmósfera producto de la incontrolada quema de combustibles fósiles. En otras palabras, se acelera y profundiza el calentamiento global y, concurrentemente, se mantiene la tendencia de aumento en la quema de combustibles fósiles para generar electricidad y para sostener la movilidad del transporte terrestre, aéreo y marítimo. Hemos construido, como especie, y estamos acelerando, un ciclo vicioso con resultados potencialmente catastróficos. Se está calentando tanto la atmósfera como los océanos a niveles sin precedente desde que existe la especie humana en este Planeta.

Desde hace décadas la comunidad científica de expertos en clima y oceanografía nos han alertado sobre las complicadas consecuencias del calentamiento global. Entre otros cambios y alteraciones, destacan el desarrollo de extensas olas de calor, de intensas y extensas sequías, de una alta incidencia de inundaciones severas, del desarrollo e impacto de huracanes y tormentas tropicales, del alza continua y acelerada del nivel promedio del mar con consecuencias de erosión costera e inundación permanente de los terrenos de baja elevación en el litoral. Así también anticipan los expertos un aumento en la incidencia y extensión geográfica de enfermedades infecciosas, en particular las que transmiten las diversas especies de mosquitos. Estas anomalías climáticas alteran la estructura y el funcionamiento ecológico de hábitats acuáticos y terrestres esenciales para todas las formas de vida que traen como consecuencia pérdida en la productividad de suelos y ambientes acuáticos esenciales para la alimentación humana y de otras especies de animales. Estos trastornos añaden la calamidad adicional de un acelerado proceso de extinción permanente de múltiples especies de plantas y animales. Nos han alertado los expertos que, si este proceso se sostiene por algunas décadas adicionales, no será viable la convivencia y bienestar de la civilización humana tal como la conocemos y anhelamos para nuestros hijos, nietos y generaciones futuras.

Entre todas las manifestaciones que el calentamiento del Planeta muestra en el año 2023 en curso, deseo destacar al menos uno que ha reclamado la atención de la comunidad internacional. Este se relaciona con los incendios forestales que están ocurriendo en Canadá desde marzo de este año. Dichos incendios han afectado a las 13 Provincias de esa nación y, hasta el 26 de agosto del año corriente, han afectado a 36,739,000 de acres. Ordinariamente en décadas recientes Canadá tenía una tasa de incendios anuales de cerca de 6.3 millones de acres, lo que indica que en el presente año la incidencia de estos eventos ha aumentado en cerca de 600%. A esta fecha del 26 de agosto de 2023 se habían identificado 5,937 sitios con incendios forestales, de los cuales, al momento que escribimos, 1,039 siguen activos y, entre estos, 675 están “fuera de control”. Los incendios en Canadá están añadiendo cantidades extraordinarias de gases de invernadero, en particular de CO2, y de esta forma se acelera el calentamiento del Planeta que produce, a su vez, más sequía y, eventualmente, nuevos y más extensos fuegos forestales en ese país y en otras latitudes del Mundo. Los actuales fuegos en las Provincias canadienses, además, han estado contaminando la atmósfera con material particulado y compuestos químicos potencialmente tóxicos. Con la fortaleza y la dirección del viento sobre Canadá, el aire contaminado se ha desplazado sobre grandes regiones del norte y este de los EE.UU.. Para principios de junio 2023, la presencia de estos gases en el aire que respira la población del noreste estadounidense alcanzó niveles de insalubridad lo que produjo la paralización por algún tiempo de muchas de las actividades sociales y económicas en la ciudad de Nueva York (capital financiera global) y urgencias de salud pública que requirió tratamiento médico a miles de personas en la ciudad. (https://edition.cnn.com/2023/06/06/us/new-york-air-pollution-canada-wildfires-climate/index.html) (https://energyandcleanair.org/record-breaking-pm2-5-pollution-levels-in-nyc-in-early-june-2023-regular-occurrence-in-over-350-cities-worldwide/) Según se mantenga la tendencia del disloque en el clima, los fuegos en Canadá, tal como está ocurriendo también en el oeste de los EE.UU., dejarán de ser eventos extraordinarios para expresarse de forma recurrente más ordinaria.

La atención a la problemática arriba planteada del acelerado proceso de calentamiento global y la necesaria adaptación que las comunidades y países deben implantar a esos efectos, ha estado en la agenda de discusión científica y política internacional por más de 30 años. Institucionalmente el gobierno de Puerto Rico ha estado ausente de esos procesos deliberativos con la limitada excepción de la presencia de observadores en la importante Conferencia de las Naciones Unidas Sobre el Cambio Climático (COP21) celebrada en París en el 2015. Es muy poca la actividad que observo que se ha hecho por las estructuras legislativas y ejecutivas gestionadas por más de 60 años por los partidos coloniales los que en las últimas décadas han abrazado y practicado la ideología neoliberal de la administración pública y de la gestión de gobierno. Las limitadas iniciativas que se han realizado hasta el tiempo presente han sido básicamente ejercicios conceptuales carentes de compromiso y capacidad de implantación y de transformación de la actividad económica y social para que resulte coherente con la protección del ambiente y la naturaleza y a su vez se ejecute en correspondencia con los cambios y transformaciones que el calentamiento del Planeta y el cambio en el clima están exigiendo. Uno y otro partido colonial se mantienen entretenidos en la burda búsqueda de acceder y mantener el poder político para el control del presupuesto gubernamental, pero ninguno muestra capacidad, sensibilidad y compromiso para la respuesta estructurada que, como País, debemos dar a la apremiante situación que nos impacta como al resto del Planeta. Esos partidos políticos, que operan como clubes privados, con membresías de exclusividad de las elites que los administran y de las que los sostienen financieramente están en pugna constante para perpetuarse en el control del gobierno. Visualizo a estos grupos de dirigentes encerrados en una especie de cápsula o de burbuja impermeable donde comparten estilos de vida, visiones y valores que no se diferencian de las distintas expresiones de las farándulas artísticas.

Con frecuencia se alude a que los individuos y organizaciones que ostentan y administran el poder público operando desde un habitáculo hermético con relativa aislación del entorno exterior y de ahí la frase “Los poderosos viven en una burbuja de impunidad”. La metáfora resulta frustrante y, en alguna medida, ayuda a explicar la enajenación prevalente de los individuos y políticos electos y los que designan para cargos ejecutivos que en su quehacer ministerial y gestiones partidistas aluden a un Puerto Rico que no existe en la realidad concreta. Actúan y articulan discursos de propaganda electoral aludiendo a una realidad material y política que no corresponde con las grandes carencias, dificultades existenciales, emocionales e incertidumbres ante un futuro turbulento colmado de riesgos y desesperanzas. Ignorantes e insensibles a la injusticia social y económica que se profundiza aceleradamente, administran loa haberes y bienes públicos con una óptica sesgada a favorecer a pequeños grupos de empresarios y profesionales que se lucran desproporcionadamente de la riqueza colectiva desatendiendo la responsabilidad de actuar coherentemente para robustecer el servicio e interés público. Y esta enajenación de nuestra realidad nacional también se manifiesta en una apatía a los fenómenos globales ambientales que aceleradamente están desajustando la estructura y funcionamiento social de grandes grupos humanos.

En la agenda del activismo social y político se hace indispensable, ciertamente urgente, el que se rompa la “burbuja” que alberga a estos dirigentes enajenados, se drene la escoria que los acompaña y los nutre mediante soborno y con actividades corruptas. Muchos de esos individuos pululan en esos espacios cerrados e inmersos, viviendo y actuando en un “medio de cultivo”, un “caldo existencial”, nutrido con visiones y actitudes denigrantes y paralizantes que los incapacitan para llevar a cabo la gestión de respuesta a las circunstancias que amenazan y empobrecen nuestro presente y futuro. Urge democratizar la gestión gubernamental, urge profesionalizar la prestación de servicio público, urge desarrollar una agenda de Proyecto de País que corresponda con todas las exigencias del tiempo presente: conciencia sobre la problemática ambiental global, justicia social y económica y soberanía política para todo el Pueblo para ejercer estas funciones de forma más eficaz. Trabajemos colectivamente para esa nueva agenda de País.

 

 

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