Mirada al País: La internacional del odio y sus sucursales en Puerto Rico

 

 

Especial para CLARIDAD

Luego del nombramiento de la nueva Procuradora de la Mujeres, hemos escuchado los más disparatados argumentos en contra de la persona nombrada. La Senadora Keren Riquelme proclamó que se necesita una procuradora no amarrada a la “ideología de género” sino para “todas las mujeres”. Pero la perspectiva de género (que la senadora llama “ideología de género”) pretende analizar la realidad desde el punto de vista de lo que todas las mujeres tienen en común en nuestra sociedad, es decir, precisamente su situación de género. La perspectiva de género no aplica solo a las mujeres feministas, aplica a todas las mujeres. No tiene sentido, entonces, pedir una procuradora para “todas las mujeres” y oponerse a la perspectiva de género. También se ha dicho que debemos preocuparnos por los problemas que las mujeres enfrentan (violencia, bajos ingresos, brecha salarial, falta de servicios de salud, etc.) y no por la “agenda de género”. Pero la perspectiva de género lo que pretende es examinar todas las situaciones (estado del sistema de salud, de la oferta de vivienda, del empleo y los salarios, etc.) desde el punto de vista de cómo afectan a las mujeres. No tiene sentido pedir que se atiendan los problemas de las mujeres y rechazar la perspectiva de género. Para eso precisamente es que sirve la perspectiva de género, tan atacada por los que manejan estas objeciones.

Por eso la misma ley que creó la Oficina de la Procuradora de la Mujer afirma explícitamente que la persona que ocupe el cargo debe estar dispuesta a hacer un estudio continuo de la realidad del país a partir de una perspectiva de género y enumera entre sus funciones asegurarse de que la política pública se ajuste a una perspectiva de género. En fin, cuando se nombra a una persona que asume tal perspectiva se esta cumpliendo con la ley. Cuando se solicita lo contrario, como han hecho varios legisladores del Partido Nuevo Progresista, se está solicitando que se viole la ley. Esto, por supuesto, no debe sorprendernos. La creación de la Oficina de la Procuradora de la Mujer fue una conquista democrática, una de muchas de la llamada segunda ola del feminismo en Puerto Rico y en el mundo. Pero como siempre ocurre, los sectores que se sienten amenazados por el cambio democrático no se resignan. Al contrario, lo resisten. Intentan detenerlo primero y revertirlo después. Hay que reconocer que son persistentes. Cincuenta años trabajaron para revocar la decisión Roe v. Wade en Estados Unidos, que protegía el derecho al aborto a nivel federal. Recién lograron revocarla. No es raro que en Puerto Rico hayan ido minando la Oficina de la Procuradora de la Mujer nombrando personas poco comprometidas con su misión o invitando a que se ignoren las disposiciones de su ley orgánica.

Pero no podemos olvidar el panorama más amplio en que se desarrolla este debate. Se ataca a la perspectiva de género planteando que se trata de una “agenda ideológica”. Quienes esgrimen este término lo usan para designar las ideas a las que se oponen. Los demás tienen “agendas ideológicas”, ellos y ellas son neutrales y objetivos, no tienen ni agenda ni ideología. Es la realidad invertida: todo el ataque a la perspectiva de género, presentada como “ideología de género”, es parte de la agenda ideológica de la derecha internacional, en ascenso en muchas partes del mundo. Es lo que el teólogo católico Juan José Tamayo a ha llamado “la internacional del odio”. Los más destacados representantes de esa internacional de odio son figuras como Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, el partido VOX en el estado español, Le Pen en Francia, Meloni en Italia (muy celebrada por la senadora de Proyecto Dignidad), Camacho en Bolivia, Kast en Chile, entre otros.  La “agenda ideológica”, como a ellos les gusta decir, de esta internacional del odio es monótona. Es la misma en todas partes. Si uno escucha a uno los escucha a todos. Esa agenda incluye la lucha contra todos los avances en la batalla por los derechos y la igualdad de la mujer. Parte de eso es la demonización del feminismo, la lucha contra el derecho al aborto, la negación del problema específico de la violencia machista (objetan incluso el término feminicidio) y la guerra contra la perspectiva de género. También incluye la lucha contra el reconocimiento de la diversidad de orientación sexual e identidad de género. Se oponen a la prohibición de diversas formas de discriminación, al matrimonio igualitario, quisieran negar hasta la existencia de las personas trans y perpetúan los más primitivos prejuicios contra las personas LGBTQI.

Todo esto se hace a nombre de la familia, como si entre los seres humanos solo existiera una forma de la familia, una orientación sexual, una identidad de género, una manera de convivir las personas, una expresión del amor y del afecto. Se dice que se quiere gobernar para todos, pero en realidad se pretende excluir y reprimir a quienes tengan una concepción distinta de la familia o la sexualidad o del amor de los que defienden esa agenda de la intolerancia.

No podemos ignorar esta realidad. Esa internacional del odio ya tiene sus representantes y sus afiliados en Puerto Rico. Tiene su partido y tiene sus afiliados en otros partidos. Se vinculan y asesoran con las redes internacionales del odio. Aquí y en todas partes, la internacional del odio se alimenta del malestar justificado de las personas con la descomposición social provocada por el capitalismo salvaje: en lugar de señalar a los culpables de ese descalabro le echan la culpa a los derechos de la mujer, a la destrucción de la familia por “ideología de género” o a la inmoralidad de los homosexuales. Es decir, en Puerto Rico la crisis del capitalismo colonial y el desprestigio de sus dos partidos dominantes crean un terreno fértil para el crecimiento de estas fuerzas antidemocráticas. No hay duda de que pueden tener una buena cosecha. Para evitarlo, quienes defendemos la igualdad, la equidad y el reconocimiento de la diversidad tenemos que trabajar con igual capacidad de coordinación, en todos los terrenos, incluso el terreno electoral. Aquí también necesitamos una gran alianza de país. Cada nombramiento, cada proyecto de ley, cada reglamento, cada política pública, cada elección es ahora un terreno de batalla entre esas fuerzas. Ante la internacional del odio tenemos que construir la internacional de la solidaridad y de la diversidad y tenemos que organizar sus fuerzas en Puerto Rico. En la legislatura y en la calle seguiremos trabajando en esa dirección.

 

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