La víspera del pueblo

JUAN MARI BRAS

Por Juan Mari Brás, Claridad

Roy Brown y Noel Hernández están aportando una nueva modalidad de la expresión patriótica a la lucha independentista. Es la versión puertorriqueña de la canción protesta; música y poesía que recogen el clamor popular en carne viva. En las dos últimas concentraciones independentistas, en Guánica y Aguada, hemos visto como cala entre los independentistas esta novel manifestación artística.

Lo que pasa es que en la creación de estos jóvenes se conjuga una alta calidad estética con la más clara comprensión de las inquietudes de nuestro pueblo y su fiel expresión en el lenguaje cotidiano de los puertorriqueños de hoy.

Una de las más conocidas canciones de Roy Brown advierte a los inversionistas, capitalistas y politiqueros que todo su poder va a hacerse trizas y van a tener que cruzar “el mar a nado”. “Porque el pueblo borinqueño está pronto a despertar, es la víspera del pueblo que ya mismo va a gritar”.

El artista, como el escritor, es sobre todo un testigo de su época. En la medida en que atestigua con fidelidad el pulso de su tiempo se logra como creador.

No hay cuatro palabras que definan mejor este minuto histórico de Puerto Rico que “la víspera del pueblo”. Sería ilusorio creer que el pueblo puertorriqueño ha entrado ya en plena realización de su función estelar. Todavía el andamiaje colonialista logra asfixiar el afloramiento d su voluntad. Pero es torpe quien no alcance ver que ese afloramiento empieza a despegar desde todos los costados de la nacionalidad.

El régimen cree, por pura miopía intelectual, que puede contener los brotes de inconformidad que se producen en todas partes a base de una especie de aplicación en reverso de la teoría revolucionaria del foco guerrillero. Si ésta es discutible en su validez táctica, su versión represiva es totalmente inoperante, y en ocasiones contraproducente para los defensores del statu quo.

Tal es la situación del actual gobierno de Puerto Rico en su empeño de parar el desarrollo de la nueva lucha de independencia. Han elucubrado que todo el problema consiste en destruir los focos desde los cuáles se desarrolla la actividad patriótica y revolucionaria. Y creen, los pobres diablos, que así van a parar el curso de la historia. Lo que hacen es acelerarlo.

Ejemplo claro de la desesperación del régimen es el plan maestro de Mellado para la represión del movimiento estudiantil en todos los niveles. El plan se funda en tres criterios igualmente contraproducentes para el régimen: 1) la persecución y el acosamiento a maestros y dirigentes estudiantiles independentistas, 2) la descentralización de los focos de mayor actividad patriótica y 3) la creación de instituciones oficiosas que canalicen la expresión estudiantil en forma mediatizada y dirigida por la maquinaria del sistema.

La persecución, se ha demostrado hasta la saciedad, lo que logra es redoblar la rebeldía y obligar a ésta a convertirse en eficaz acción revolucionaria.

La descentralización de los focos de actividad patriótica lo que hará es generalizar esa actividad. La lógica de Mellado es tan mellada como su apellido. Como la Facultad de Ciencias Sociales es donde se concentra el mayor número de activistas, proporcionalmente, en todo el Recinto de Río Piedras de la UPR, él ha propuesto mutilar esa facultad y sacar varios de sus departamentos para otras facultades. De igual manera, como el Recinto de Río Piedras es el más politizado, sugiere ampliar los centros regionales para menguar la matrícula de este recinto. Ambas medidas redundarán en proyectar hacia un radio mayor la influencia de los sectores politizados.

La creación de instituciones oficiosas redundará en que éstas serán arropadas por el movimiento estudiantil que, o las convierte en suyas, o se las lleva de frente.

En fin, ninguna de estas medidas puede contener el desarrollo del movimiento estudiantil. Tampoco podrán aislar al movimiento estudiantil para dejarlo al margen del resto del país. Porque la realidad es que nuestro pueblo empieza a despertar masivamente. Y despertar quiere decir, no solo comprender su realidad, sino disponerse a transformarla. 

Quien haya seguido de cerca la vida puertorriqueña de la última década, y no esté en babia, percibe que se está operando un cambio dramático en la psicología de los puertorriqueños. Los imperialistas, que no son tan babosos como los colonialistas del patio, empiezan también a comprender este cambio. Véase la cantidad de reportajes sobre Puerto Rico que se está produciendo en la prensa, la radio y la televisión norteamericana, y podrá notarse que el míster inversionista empieza a recibir el mensaje de Roy Brown. Intuyen que, en efecto, ya es la víspera del pueblo.

Publicado el 9 de agosto de 1970.

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