Liuba María Hevia llega a Puerto Rico

Liuba María Hevia. Foto cortesia de Misuko

Especial para En Rojo

Conversación de Liuba María Hevia con Benjamín Muñiz para «En Rojo», suplemento cultural del Periódico Claridad, como antesala al primer concierto de la cantautora cubana en Puerto Rico el 6 de abril en el Teatro de la UPR.

BM: Desde que escuchamos tu primer disco, «Coloreando la esperanza» en los años 90 y seguimos con avidez tu extensa trayectoria, muchos amantes de la música cubana hemos soñado con un concierto en Puerto Rico. Se acerca el momento del encuentro, el 6 de abril en el Teatro de la Universidad en Río Piedras. ¿Qué significa para ti ese evento? ¿Qué añoras y qué podemos esperar?

LMH: Me consta que el disco «Coloreando la esperanza» y otros se vendían en tu tienda de discos Saravá, y tuve el honor de que difundieras mi música y la de infinidad de cantautores y, desde que hice un recorrido en el 2015 por los medios de comunicación en Puerto Rico, actuar en este país ha sido uno de mis sueños más recurrentes. Cantar para el público puertorriqueño, quizás porque es también una isla caribeña, muy parecida a Cuba, más pequeña, pero con mucho en común, sobre todo el mismo encanto, siempre pensé que ahí iba a encontrar un público cómplice, cálido, ese que históricamente ha distinguido y consumido los más disímiles géneros de la música cubana.

Deseo mucho que los boricuas, y también los cubanos y latinoamericanos que viven en esa mágica Isla me acompañen, porque ese día se van a reencontrar con sus raíces, con su historia. Espero y deseo que el programa que he elegido para este concierto cumpla todas las expectativas que pueda tener el público en particular y en general. El repertorio hace un recorrido por temas emblemáticos de mi carrera y sé que voy a disfrutar mucho porque además tendré la oportunidad de compartir ese trabajo con varios músicos puertorriqueños que interpretarán el violín (Olga Juliá), el chelo (Keren Torres), la percusión (William García) y muy particularmente el cuatro (Maribel Delgado), instrumento que tanto me emociona, por lo que decidí integrarlo a mi formato.

Tendré además el acompañamiento de dos cubanos: Yusa (tres), por iniciativa de Myrna Rivera, lo cual me complace mucho, y por supuesto, contaré con la presencia imprescindible de Arnulfo José Guerra (bajo y guitarra), mi director musical, quien ha hecho y adaptado los arreglos de todos los temas en función de la composición que soñé para este concierto. Dentro de esta selección donde aparecen temas de prácticamente todos mis discos, hay momentos especiales de mi más reciente producción, «Canciones que no se extraviaron», disco con el cual estoy muy contenta porque he recuperado obras que estrené alguna vez a dúo o, que formaron parte de algún disco colectivo, realizadas para el teatro, o para algún documental, que nunca fueron grabadas solas en mi voz, junto a otras absolutamente inéditas. «Canciones que no se extraviaron» ya se encuentra en todas las plataformas y cuenta con una carátula muy atractiva realizada por una gran artista y amiga colombiana, Carolina Caicedo, con la que me siento contenta y honrada. (www.youtube.com/@LiubaMariaHeviaofficial)

BM: Además de la riqueza armónica y rítmica, tu obra se caracteriza también por un lirismo que te distingue. Puedo intuir que, además de escuchar música diversa, eres lectora ávida de poesía. ¿Cuáles han sido algunas influencias?

LMH: Realmente crecí en un entorno musical amplio y colorido. Mi madre era una mujer melómana que escuchaba los más diversos géneros musicales, la poesía la fui conociendo primero a través de las canciones, porque los textos de la Trova, desde la Vieja Trova hasta la Nueva Trova, se entroncan con la belleza y era muy fácil sumarse a esa poética musical y diferenciar esos temas de otros, que aunque algunos también me gustaban, iban por caminos distintos. Quizás por esto, básicamente desde mi adolescencia, todo libro de poesía que cayó en mis manos en esos años, fue devorado, y en la lectura descubrí que me encontraba en lugares donde me sentía hechizada, feliz, desandando imágenes que me llenaban de libertades y me hacían cómplice de poetas tan diversos como José Martí, Mario Benedetti, Dulce María Loynaz, Eliseo Diego, Nicolás Guillén, César Vallejo, Jorge Luis Borges, Gioconda Belli, Alejandra Pizarnik, entre otros.

BM: Hay una gran diversidad de tu registro interpretativo, desde la Trova tradicional y la Nueva, hasta la música infantil y el tango. ¿Cuáles han sido algunas de las fuentes más constantes e importantes?

LMH: Son muchas las influencias y casi todo sucede a partir de la guitarra, que es una de mis obsesiones amorosas. En primer lugar, la nueva Trova, quiero decir Silvio y Pablo básicamente. Pero también me gustó mucho la Trova tradicional que era muy escuchada en mi casa en los diversos programas de la radio. También me sentí atraída por la música latinoamericana y puedo mencionar nombres como Chabuca Granda, Violeta Parra y géneros como el tango, la música brasileña, el jazz, incluso la música clásica y en cuanto a esta última, quizás sea el motivo por el cual en mis arreglos hay elementos clásicos y no son casuales, es una afinidad que tengo por diferentes períodos. No es difícil encontrar en una obra mía una fuga entrelazándose con una guajira o con una canción, por ejemplo “En el surco de la ternura” o “El sitio de los ángeles”. Siempre he querido mezclar pasajes clásicos con la música autóctona de mi país, por eso es que en mi formato base aparecen instrumentos como el violín, el chelo, el tres, el laúd, que en el concierto de Puerto Rico será sustituido por el cuatro boricua. Esos son los instrumentos con los que yo prefiero acompañar mis canciones, además de las percusiones y las guitarras, y otros timbres a los que tampoco renuncio y disfruto sumar cuando creo que son oportunos.

BM: Cada uno de tus producciones se caracteriza por un fino balance entre el rescate de tradiciones musicales y la innovación, un gran reto para cualquier artista. ¿Cómo lo has logrado?

Sí, la verdad es que siempre he tratado de diferenciar los discos, intento lograr que cada uno tenga su propia personalidad, porque cada uno responde a momentos diferentes, busco que las canciones congenien unas con otras desde la complicidad. Siempre digo que los discos son las casas donde viven los hijos, que son las canciones, y hay constantes, por supuesto, en las temáticas que abordo, porque son fundamentales y rigen mi vida: la defensa de la belleza, la esperanza, los sentimientos, el amor la familia, las reflexiones desde el simbolismo. Soy una cronista de mi vida y la vida me sorprende en canciones muchas veces.

BM: Además de tu intensa agenda habitual de trabajo, has dedicado desde tus comienzos un esfuerzo enorme y constante a una obra social, comunitaria y solidaria, a través de presentaciones musicales en diversos lugares y escenarios, y para públicos diversos. Háblanos de esas experiencias.

LMH: Es una de las labores que para mí es esencial y comienza a finales de los 80 con una gran amiga, Alba Pérez, quien lamentablemente partió muy joven, compositora de una buena parte de las canciones infantiles que yo interpreto. Comencé esa labor y la sostengo hasta hoy y no solo en Cuba sino en diferentes países que he visitado. Me honra haber sido nombrada Embajadora de buena voluntad de UNICEF pues me permite llegar a hospitales públicos, barrios y otros espacios alternativos muy importantes. Dar alegría a los más necesitados, porque con frecuencia permanecen mucho tiempo en hospitales o están en casas de acogida y requieren y merecen una atención directa y especial, personalizada.

Y hablo también de los ancianos, tan solos y desvalidos a veces. Cantarles a sus penas, en sus residencias, llevarles un poco de alegría, que coreen mis canciones y las de otros compositores, dejarles un poco de fe, conseguir que aflore la sonrisa… eso no tiene precio. Es algo que sobrepasa la cuestión artística, pasa por lo espiritual, lo emocional, que para mí es vital porque me renueva, me reconforta para vivir y para sentir utilidad a través de mi trabajo. Creo y ojalá así sea, que me hace mejor persona.

BM: Eres una referencia imprescindible respecto a la difusión discográfica de un excelso repertorio infantil, cubano y latinoamericano, que no subestima la capacidad de la niñez para apreciar la mejor música. ¿Cuán relevante ha sido esa gestión y cuál ha sido tu experiencia con el público a lo largo de toda tu carrera?

LMH: Me alegra y me honra saber que estas canciones han sobrepasado las fronteras de mi país, donde creo que efectivamente he trabajado mucho para todos los públicos, y en especial para los niños, de manera que, si he conseguido proyectarlo en otros países, eso ennoblecería el tiempo que dedico al trabajo social que tanto merecen los pequeños. Uno de los mayores premios que he recibido ha sido encontrarme, (cosa que me ocurre con frecuencia), con jóvenes en diferentes países que se acercan y me dicen: «Liuba, yo crecí con tus temas infantiles, pero además me enamoré con tus canciones para adultos y ahora a mis niños les devuelvo las canciones con las que crecí». Un círculo mágico, absolutamente mágico que me hace feliz y le otorga un sentido a un trabajo de cuatro décadas, además de un propósito a mi vida.

BM: Ya hemos establecido que si bien la guitarra, de la cual eres una intérprete excepcional, ha sido tu eterna compañera, en tus discos y conciertos has experimentado con una amplia variedad de instrumentos y conjuntos musicales en la interpretación de diversos géneros musicales. ¿Podrías hablar de ese proceso de rescate, recreación, experimentación y difusión?

LMH: Bueno, son más de 20 discos y ha sido una fiesta cada uno de ellos, como visitar un
planeta nuevo cada vez. Soy una mujer que ha tenido y tiene inquietudes, curiosidades profundas sobre los géneros musicales y el rescate de la memoria. Es una urgencia para mí preservar el antes y tratar de transmitir a las nuevas generaciones las maravillas que a veces se quedan en el camino injustamente, por lo cual he realizado varias antologías: como la de habaneras, la única antología que se ha hecho en Cuba. La hice gracias a la doctora María Teresa Linares, gran musicóloga, en ese momento Directora del Museo Nacional de la Música, que me convocó y me retó para que también yo expusiera algunas de las mías. Tengo antologías dedicadas a la música de María Elena Walsh (Argentina), Gabilondo Soler (México) y de Teresita Fernández (Cuba), las tres grandes voces del cancionero infantil latinoamericano. También una sobre el Grupo de experimentación sonora del ICAIC, porque con las canciones de Silvio y de Pablo aprendí incluso a tocar la guitarra.

Otra especial fue la que realicé sobre el tango, género telúrico, que me cautiva desde la infancia, pero no solo he sido feliz realizando estas antologías, que son mi modesto homenaje a esos grandes creadores, sino que también me he sentido plenamente dichosa y agradecida con las grandes versiones que le han hecho a un grupo de mis canciones. Algunas son realmente un sueño y un regalo para mí, algo inesperado, como la versión de «De monte ciudad», junto al “tren de la música cubana”, la Orquesta Los Van Van.

He compartido mis canciones con artistas de la talla de Ana Belén, Silvio, Pablo, el boricua Danny Rivera, Omara Portuondo y grandes intérpretes han interpretado una de mis más emblemáticas canciones, «Ausencia», cantada por Ivette Cepeda, Sara González y Silvio, de Cuba, y Maridalia Hernández, que es una voz extraordinaria de República Dominicana. En fin, he sido feliz de muchas maneras, especialmente gracias a la música.

BM: El año 2023 fue un año extraordinario, con cerca de 25 conciertos, especialmente en Cuba, Colombia y España, ¿qué esperas en el futuro próximo?

LMH: Quiero siempre que el año que vivo sea el mejor y sinceramente este 2024 ha empezado de manera excelente, porque hice en enero, un concierto con el pianista y amigo querido Miguelito Núñez, quien fuera director musical de Pablo y arreglista durante muchos años, y con la chelista Alicia Fernández Báez en el Teatro Monumental de Madrid, sede de la Orquesta Sinfónica de la Radio y Televisión española. Ese concierto fue grabado y en breve se transmitirá en la propia televisión española. A partir de ahí fui al Festival Barnasants, uno de los más relevantes y antiguos de la canción de autor que se celebran en Europa y donde he estado cuatro veces. Ahora me espera Puerto Rico. Cuando regrese a España estaré en otro importante Festival de autor que tiene lugar en Granada y donde actuaré en la Sala Magna de la Universidad de Granada, y en mayo tengo previsto realizar un documental sobre mi abuelo Hevia, quien tanto ha influido en mi vida, además de haber inspirado una de las canciones más emblemáticas de mi repertorio, «Con los hilos de la luna», también conocida como «El abuelo», y será una experiencia tremenda porque iré a la zona donde él vivió y desvelaré por primera vez cosas de las cuales nunca he hablado.

No sé si sabes que también tengo la experiencia de haber dirigido cortos sobre grandes figuras de la música, como Cecilia Todd, entrañable amiga venezolana, Teresita Fernández, Lucía Huergo y ahora en Asturias también dirigiré este audiovisual junto a un pequeño equipo que me acompañará. Mi abuelo es mi talismán y esta es una deuda que tenía con su memoria y que saldaré. Luego tendré un concierto en Langreo, Asturias, cerca también de donde nació el abuelo Hevia. Termino el semestre con una gira por Suramérica que se inicia en Bolivia el 13 de junio en el Teatro Doña Albina, y continúa en Chile el 18 de junio en la Sala de la Radio de la Universidad de Chile, concierto en la Sala Master de la radio de la Universidad de Chile, y todavía hay países que están pendientes de precisar, así que el año no puede ser más espectacular.

Quiero añadir que también en junio haré en La Habana mi evento «Alma creadora», que este año celebra su novena edición, espacio que realizo en defensa de la creación protagonizada por mujeres. Yo soy, insisto, una defensora de la recuperación de la memoria, esa que nos reafirma, que nos convoca, de manera que hemos realizado homenaje en distintas ediciones a algunas de las maestras que nos precedieron, como por ejemplo María Teresa Vera, Marta Valdés, Teresita Fernández, Miriam Ramos, Sara González, y otras grandes compositoras e intérpretes imprescindibles latinoamericanas como Chabuca Granda, Violeta Parra, Eladia Blázquez, María Elena Walsh, entre otras. Hemos tenido como invitadas a figuras como Zoraida Santiago de Puerto Rico, María Pretiz, de Costa Rica, o Marta Gómez de Colombia. Y por supuesto, también es una prioridad de este evento difundir y dar a conocer la obra de las jóvenes compositoras, quienes serán mañana las maestras de las nuevas generaciones. Soy defensora del papel de la mujer en todos los frentes, pero especialmente lo hago desde mi trinchera, la canción de autor, donde creo que aún hay mucho que hacer, para que tengamos la presencia que merecemos.

BM:  A pesar de tener una amplia discografía, con temas muy reconocidos y que parecen el fruto de «Tantas vidas», como se titula una de tus canciones, sigues componiendo y produciendo discos que sorprenden por la calidad y diversidad, por ese fino balance entre rigor e inspiración ya mencionado. En resumen, alcanzas también una meta muy elevada: no repetirte.

LMH: Para ser exacta son 24 discos los que ahora mismo tengo. Mientras mi alma me lleve a componer y expresar mis sueños y desvelos seguiré defendiendo mis canciones, independientemente de lo que me alegra que otros también las canten y las hagan suyas. Crear está en mi ADN, es una necesidad, yo vivo para la música, es el amor más profundo y al que he sido más fiel en mi vida.

No quiero terminar sin dejar patente mi agradecimiento más profundo a Carmenchi García, primera gestora de este sueño de cantar en Puerto Rico; a Pro Arte Musical y a su presidenta Myrna Rivera, productora que ha materializado este sueño; a Espectáculos y ediciones, la empresa española que lleva con tanto cariño mi trabajo y ha colaborado en conjunto con Pro Arte para hacer realidad este sueño; a Radio Universidad, donde se ha difundido mi música por décadas y a ti, querido amigo Benjamín, seguidor de mi trabajo desde hace tantos años.

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