Marzo, sus héroes, heroínas y mártires 

Conferencia de Prensa en la llegada de los 4 nacionalistas a Puerto Rico. Foto Archivo CLARIDAD

 

Para el Movimiento Patriótico Puertorriqueño, el mes de marzo marca cuatro de los más importantes sucesos en la larga lucha de nuestro pueblo contra el colonialismo estadounidense, y por su soberanía e independencia. Ocurridos en diferentes décadas del siglo 20, dichos sucesos son el  reflejo,no solo de la constancia y valentía de una lucha heroica y desigual, sino también de los extremos de opresión y violencia a que ha llegado el régimen colonial de Estados Unidos en Puerto Rico por sofocarla y hacerla desaparecer.

En orden cronológico esos sucesos son: la Masacre de Ponce el 21 de marzo de 1937, el Ataque al Congreso de Estados Unidos el 1 de marzo de 1954, el asesinato, por parte de la Policía de Puerto Rico, de la estudiante de la Universidad de Puerto Rico, Antonia Martinez Lagares, el 4 de marzo de 1970, durante una protesta contra la presencia del militarismo estadounidense y del ROTC en nuestro principal campus universitario, y el asesinato de Santiago Mari Pesquera, hijo del líder independentista y Secretario General del Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), Juan Mari Brás, el 24 de marzo de 1976. Cuatro fechas que han quedado inscritas en la historia y en la conciencia colectiva de nuestro pueblo entre los sucesos más dramáticos e imponentes del convulso siglo veinte en Puerto Rico.

La Masacre de Ponce fue un acto de violencia indiscriminada y fatal del régimen colonial de Estados Unidos en Puerto Rico -entonces capitaneado por un gobernador norteamericano y matón llamado Blanton Winship- contra una manifestación pacífica de miembros del Partido Nacionalista Puertorriqueño y otros independentistas en la ciudad de Ponce. El saldo fue de 19 muertos y 235 heridos, todos civiles desarmados excepto dos policías que cayeron bajo el fuego cruzado de sus propias armas. La reacción masiva a la barbarie fue tan fuerte en Puerto Rico, Estados Unidos e internacionalmente que el propio gobierno estadounidense nombró una comisión que produjo el informe que sacó de Puerto Rico al susodicho gobernador colonial y trajo el descrédito y la reorganización del cuerpo policial.

Pero la Masacre de Ponce no ocurrió en un vacío. El siglo veinte en Puerto Rico fue un hervidero de lucha política en todos los frentes, con un aguerrido Partido Nacionalista Puertorriqueño, dirigido por don Pedro Albizu Campos, y convertido en punta de lanza de la lucha de nuestro pueblo por sus derechos como nación puertorriqueña, caribeña y latinoamericana, a lo largo de la primera mitad del siglo. El activismo y prédica Nacionalista había captado la atención y el apoyo creciente del pueblo, y eso los había convertido en blanco del odio y la represión del régimen colonial, que desató un ciclo inacabable de violencia de Estado que costaría muchas vidas jóvenes, cientos de años de cárcel y represión de todo tipo contra los militantes Nacionalistas y cualquier simpatizante de la independencia.

El ataque al Congreso de Estados Unidos el 1 de marzo de 1954-hace 70 años- fue la culminación y consecuencia de ese ciclo de violencia anti Nacionalista y anti independentista que el gobierno de Estados y sus  administradores coloniales habían desatado. En el año 1950 ocurrieron dos actos trascendentales: la insurrección Nacionalista en Jayuya y otros pueblos, y el atentado contra la vida del entonces presidente de Estados Unidos, Harry Truman, por los héroes Nacionalistas Griselio Torresola y Oscar Collazo, el primero, abatido por uno de los guardias presidenciales y el segundo, condenado a pena de muerte.

El Congreso de Estados Unidos, donde reside el poder último e inapelable sobre Puerto Rico, se convertiría entonces en el espacio escogido para la heroica gesta del 1 de marzo de 1954, cuando Lolita Lebrón, Rafael Cancel Miranda, Irvin Flores Rodriguez y Andrés Figueroa Cordero protagonizaron la acción armada que hizo resonar el grito de la  independencia de Puerto Rico por todos los rincones del planeta. A ella y ellos  les costó décadas de cárcel.

Iniciados los años 60 y 70, le correspondería al Movimiento Pro Independencia (MPI), y su sucesor, el PSP, el reagrupamiento de las fuerzas que, con vigor, se lanzaron a las calles a organizar la lucha del pueblo- estudiantes, trabajadores y comunidades- contra el colonialismo en Puerto Rico y las injusticias que este acarrea.

 

La lucha contra la Guerra de Estados Unidos en Vietnam y el reclutamiento militar obligatorio a jóvenes puertorriqueños para pelear en Vietnam, junto a la presencia de la milicia estadounidense (ROTC) en el campus de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, movilizó protestas estudiantiles masivas durante las décadas de los años 60 y 70, provocando la más feroz represión por parte del Estado y la Policía. El 4 de marzo de 1970, una manifestación estudiantil contra el ROTC, liderada por la Federación de Universitarios Pro Independencia ( FUPI) y otras organizaciones estudiantiles, fue violentamente reprimida por la Policía de Puerto Rico. El suceso culminó con arrestos, heridos y el asesinato por el disparo de un policía  de la estudiante Antonia Martinez Lagares, a quien la historia ha convertido en mártir, símbolo y ejemplo de lo mejor del estudiantado universitario puertorriqueño.

En el año 1976 el PSP estaba en el punto más álgido de su lucha. Su acción y prédica le había hecho crecer y fortalecerse en talleres de trabajo, escuelas y comunidades en todo Puerto Rico, y por primera vez participaría del proceso electoral de ese año, con Juan Mari Brás encabezando la papeleta como candidato a gobernador. La reacción del régimen colonial fue brutal. El 24 de marzo de 1976, el hijo mayor de Mari Brás, Santiago Mari Pesquera, fue secuestrado y asesinado dentro del auto que manejaba por un tiro en la sien.  Su cuerpo exhibía las marcas de la violencia a que había sido sometido. Un asesinato político – al estilo de las peores dictaduras – que tenía todos los trazos de la represión y violencia anti independentista que ha sido signo de toda  nuestra historia política. Hoy, 48 años más tarde, el asesinato de Chagui Mari Pesquera sigue sin esclarecer, sumergido en la conspiración del silencio y obstrucción de la información en los archivos del Negociado Federal de Investigaciones (FBI), con la complicidad, dejadez e  indiferencia de todos los departamentos de justicia  coloniales de Puerto Rico transcurridos desde entonces.

La conciencia nos prohíbe olvidar. Por eso, mientras quede un Puertorriqueño o una Puertorriqueña luchando por la libertad, la paz y la justicia en nuestro país, cada mes de marzo revivirá la memoria de estos sucesos, y de los héroes, heroínas y mártires que los protagonizaron.

 

 

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