Me parece igual a los dioses
Me parece igual a los dioses
el hombre sentado frente a ti
que muy cerca te escucha
cuando hablas con voz plácida
y ríes, provocando el deseo.
En el pecho, el corazón teme
y aletea: brevemente
te miro, y la voz no me llega,
la lengua, rota, hace silencio,
un fuego suave, súbito, surge
bajo la piel, los ojos no ven,
silbido en los oídos,
sudor me embebe,
temblor me toma
toda, pálida soy
más que hierba,
parezco casi casi
morir
–pero, hay que apostarlo todo, porque
Fragmento 31 de Safo traducido del griego antiguo por Cristina Pérez Díaz
Dibujo en tinta sobre papel de Emanuel Torres
Nota de la traductora
Podría decirse que Safo 31 (el fragmento 31 de Safo) es el mayor hit de amor de todos los tiempos. Se trata del concepto mismo del amor, si se quiere, pues los síntomas que describe han sido, desde que se escribió este poema en el siglo VII a.C., esos con los que frecuentemente hemos interpretado el estado del cuerpo enamorado. El amor como un cuerpo que se quiebra y pierde sus funciones está presente en el Fedro de Platón, Teócrito cita los síntomas del poema en su segundo idilio, Catulo lo tradujo libremente en su carmen (poema, canción) 51. La lista de reverberaciones del fragmento del poema de Safo desde la antigüedad hasta nuestros días es inabarcable. Safo 31 está metido en nuestros imaginarios sobre cómo se ama y se desea. Curiosamente, este poema, en tantos sentidos fundacional del erotismo en nuestras culturas, es un poema lésbico.
¿Cómo traducirlo? ¿Cómo presentar de nuevo a la mirada lectora ese poema en el que se funda la idea misma del amor erótico en las culturas herederas de la antigüedad griega y romana? Aquí un intento.