Mirada Cooperativista: Vientos sostenidos

Nota: CLARIDAD agradece a la Liga de Cooperativas el que nos dieran un espacio en medio de la oscuridad para poder continuar con nuestro trabajo a través de la página web.

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¡Qué susto hemos pasado! Irma primero y María después. Fenómenos atmosféricos que nos dejaron sumidos en la devastación material y espiritual. Muchos sin techo, ni agua, ni electricidad, ni gasolina, ni comida y hasta sin empleo. Las enormes filas para todo y las noches largas por el calor, los mosquitos y los ruidos de generadores todavía secuestran el sueño de muchos. A pesar de todo, en los días siguientes se propagó un sentimiento común entre todos, una fuerza interior y un empuje que nos llevó a una conducta fundamentada en el trabajo colectivo y la solidaridad.

Esta conducta, que se centra en el bienestar y la felicidad del ser humano es lo fundamental en el cooperativismo que investido de principios fue convocado a mostrar su mejor cara y así lo hizo. Los testimonios son muchos. En las comunidades cooperativas de vivienda las manos no faltaron para crear de inmediato brigadas de ayuda para rehabilitar las áreas comunes, identificar a los más necesitados e instalar comedores comunales en cada piso. Las cooperativas de supermercados, farmacias, negocios y otras se aprestaron a organizar jornadas de distribución de alimentos y clínicas de salud. Mención aparte la Cooperativa de Farmacias Puertorriqueñas, COOPHARMA, que cuando colapsó el acceso a medicamentos y servicios médicos sirvieron como nunca en las comunidades. Con o sin sistema y aun sin servicio de electricidad estuvieron ahí para servir en sus respectivas comunidades.

Las cooperativas de ahorro y crédito estuvieron colosales, algunas abrieron a tan solo dos días del evento. Cuando era necesario dinero en efectivo para suplir las necesidades básicas ahí estuvo un sistema con 116 cooperativas en casi todos los pueblos y más de 250 sucursales.  Muchos empleados que incluso habían sufrido pérdidas personales hicieron los arreglos y dejaron a los suyos para organizar filas y atender a socios y clientes con esmero. Muchos clientes de bancos comerciales optaron por cambiar sus cuentas al sistema cooperativo al identificar su apego y rapidez en la respuesta. Casi tres semanas después del golpe huracanado, en 17 pueblos del país el único servicio financiero disponible era la cooperativa.

Muchos son los testimonios que validan la pertinencia y el compromiso social del cooperativismo con los nuestros. Por eso no es de extrañar que el cooperativismo mantenga el respaldo y la confianza de un pueblo que ha sido sometido a vejaciones y desmanes por aquellos que cada cuatro años levantan su mano derecha y hacen un juramento de servicio y honestidad. Ni hablar del desmadre y la burla que representa la Junta de Control (Supervisión) Fiscal.

Cada día que pasa el panorama se complica más. La incapacidad de responder efectivamente es lo peor. Los servicios, médicos, de comunicación, transportación, electricidad y otros están seriamente afectados y en muchos casos no hay esperanza de una pronta recuperación. El sufrimiento por los muertos no contabilizados, la carencia de información certera sobre la recuperación del servicio eléctrico y la emigración constante tienen impacto intenso en la familia. Es un horizonte que presagia abatimiento. Sin embargo, una vez más nuestro pueblo da muestras de arrojo al mostrar la capacidad de superación y la unidad de propósitos que se han desarrollado en muchas comunidades y organizaciones que desde el primer día han forjado un gran espíritu de lucha y fortaleza.

La solidaridad se desbordó y la autogestión se mostró como proceso idóneo para que las personas comenzaran a organizarse para atender situaciones que afectaron su entorno. Comunidades que armaron comedores sociales, identificaron a los más necesitados, abrieron caminos, levantaron la voz, limpiaron escombros, cubrieron techos con lo que encontraban y dieron albergue o transportación son algunos ejemplos. No esperaron por nadie. Estaban ellos, allí devastados, pero con los bríos necesarios para allegarse al vecino e iniciar la recuperación.

A casi 100 días el descontento, la desconfianza en la respuesta oficial parece ser fructífera para identificar nuevas vías para salir adelante. Las redes sociales y otros medios de comunicación a diario acogen las voces que reclaman acción sin más dilación y otras que convocan e invitan al accionar por el bienestar colectivo.

No debe haber duda alguna sobre la capacidad que tenemos para salir adelante por complicado que sea el panorama. Lo que es necesario es identificar la forma de generar el empuje para que esa voluntad asuma un rol más destacado en la solución de los problemas que nos aquejan como país. Sigamos fraguando esa fuerza desde las comunidades apegados a la ayuda y mutua, la solidaridad y la fe en nuestras capacidades. Pronosticamos que esas no serán ráfagas pasajeras, sino vientos sostenidos.

Comentarios a: mildredkairo@gmail.com

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