Previsible el derrumbe en paseo de Puerta de Tierra

 

 

 

Varios expertos destacaron las contradicciones y fallos del proyecto

 

CLARIDAD

 

A ocho años de su inauguración, el Paseo Lineal en Puerta de Tierra sufrió otro colapso en uno de sus tramos, particularmente el que, en 2021, fue “disparado” con hormigón para mitigar el continuo derrumbe del proyecto, cuyo costo rondó los $32 millones. En entrevista con CLARIDAD, diversos profesionales relacionados con el tema reaccionaron al reciente deslizamiento, que dio fecha el pasado 12 de noviembre.

“Las etapas iniciales de este proyecto tenían que haber tomado en cuenta la condición geomorfológica de este lugar, y no la tuvieron. De ahí siguen las decisiones de convertirlo un proyecto que inicialmente era para estabilizar los terrenos que quedaban al frente de El Hamburger […] se volvió un proyecto fuera de escala”, comentó el arquitecto Pedro Cardona Roig.

Al principio, agregó el excandidato al Precinto 1 de San Juan, fue un proyecto que buscó enmendar los peligros del terreno inestable en los farallones del área norte de la isleta de San Juan. Con aceras y rutas modestas, el Paseo Lineal de Puerta de Tierra también planteó suplir un camino peatonal con paisajes, para un espacio comunal en que dominan los carros.

“Insistían en que había que tener mucha precaución. De momento, se convierte en un megaproyecto con un restaurante, con unas plazoletas enormes y, en lugar de hacer un paseo que era muy deseable, se hizo todo en exceso”.

Con vistas al océano Atlántico, lugares para encadenar bicicletas y barandas colindantes con las uvas playeras, la idea de un espacio caminable en este corredor de la isleta se remonta a antes de la administración de Alejandro García Padilla, quien lideró el proyecto a finales de su cuatrienio. El Paseo, explicó Cardona Roig, se presentó como una solución razonable al trecho que, para entonces, estaba en desuso, mal pavimentado y concurrido por “actividades propias de la marginalidad”.

“Parte de este proyecto se monta sobre lo que estaba antes, que era de la década de los 70, y se hizo sin que hubiera una revisión de la capacidad estructural de ellas. Esto simplemente se encajó encima sin que se hubiera analizado si existía la capacidad para aguantar ese peso adicional”, criticó el también integrante del Movimiento Victoria Ciudadana (MVC).

Por otro lado, Cardona Roig advirtió sobre la roca caliza en que se construyó el Paseo. Sin la integridad estructural que tienen otras piedras, este tipo de suelo puede erosionarse fácilmente por sus cualidades porosas, “susceptibles a agua de lluvia, escorrentías y erosión costera”. En ese sentido, “El Urbanista” enfatizó en que se debieron hacer “unos retiros más prudentes” entre el borde del acantilado y la construcción.

“Aquí se llevó la estructura hasta el mismo borde del acantilado, y hemos visto cómo ha fallado”, reparó Cardona Roig. Además, el experto añadió que la remoción de árboles y otra vegetación acelera el deslizamiento de cualquier terreno.

Pero más allá de los fallos en su diseño, amplió el arquitecto, el deterioro de esta obra responde a factores que se lastran desde su origen. Por ejemplo, el primer contratista de este paseo, Bayside Construction, no completó la construcción por quebrar antes de culminar el proyecto. El segundo contrato —“empujado en un tiempo reducido” hacia Desarrollos Metropolitanos—  terminó el paseo sin contrastar los estudios de la empresa anterior con los suyos, de acuerdo con el excandidato.

“Una de las cosas que menos hacemos es ser prudentes. Hay que entender que hay unas realidades físicas en unos sectores, unos riesgos conocidos, que no pueden tratarse desde una perspectiva puramente ingenieril, con una arrogancia técnica”, sostuvo el profesional.

En ese sentido, Cardona Roig coincidió con la licenciada en Derecho Ambiental Jessica Rodríguez Martín, quien advirtió sobre los desperfectos de la obra desde el 2015. Según la abogada, “el movimiento de terreno y la colocación de una estructura pesada sobre un suelo arenoso e inestable afectaría irremediablemente la carretera que da acceso a la ciudad histórica”.

“Antes de que se colocara la primera piedra, era bien sabido que ese proyecto no era viable y colapsaría. Ya se han destinado fondos adicionales para reparaciones inútiles. Para ese proyecto no se realizaron estudios geológicos ni una Declaración de Impacto Ambiental (DIA), tal y como requiere la Ley. De haberse respetado, el Estado de Derecho, las evaluaciones habrían concluido lo inviable y estúpida que era la idea.” declaró Rodríguez Martín a CLARIDAD, por escrito.

Del mismo modo, la abogada de temas ambientales recordó que esta franja de terreno, que queda al norte de la isleta de San Juan, es un ejemplo claro del tipo de costa amenazada por el cambio climático. Sin un estudio geológico que cerciorara la estabilidad del suelo, como requería la ley, era muy “previsible” que los derrumbes de ahora se convirtieran en una realidad.

“Peor aún, si existiera [un estudio], tal y como exige la ley previo a que se otorguen los permisos, el mismo habría demostrado que el área no debe ser tocada en lo absoluto [a menos] que no sea para ir preparándonos a la realidad de que el acantilado seguirá colapsando. Me atrevo a adivinar que tampoco se cuenta con una Declaración de Impacto Ambiental, también requerida por ley”, presagió Rodríguez Martín en 2015, para NotiCel. CLARIDAD corroboró que, en efecto, este paseo lineal no contó con una DIA.

Para el planificador José Rivera Santana, el proyecto atendía una necesidad vial en el tramo del norte de San Juan. Como mencionaron los demás expertos, Rivera Santana criticó el proceso de permisos del proyecto. Reiteró que, en su concepción, la estructura iba a mitigar la estabilización del talud y, también, habría provisto un espacio para peatones, ciclistas y corredores. En fin, que era beneficioso para la ciudad.

“Los permisos se obtuvieron de formas que no fueron conformes con las reglamentaciones. Se supone que se hiciera una consulta de ubicación, que hubiera permitido más discusión pública y un mejor análisis de los asuntos del proyecto; pero eso se obvió. Nunca hubo una garantía de que el volumen del proyecto no comprometía la integridad de ese talud”, aseveró Rivera Santana.

Para concretar el Paseo, hubo una deforestación en el área para dar paso a las construcciones y la creación del nuevo espacio. Por separado, tanto Cardona Roig como Rivera Santana aseguraron que la tierra, como resultado de las raíces extirpadas, entró en mayor riesgo de sufrir derrumbes y empeorar su proceso de erosión, como pasó el pasado 12 de noviembre.

“Ahí se removió vegetación madura para sembrar vegetación nueva. Eso no es lo mismo, porque un árbol o arbusto que lleva muchos años en un lugar se ha adherido bien al suelo, sus raíces se han amarrado a la tierra. Eso permite evitar la erosión. Arrancarla y traer vegetación nueva es perder esa característica”, argumentó el planificador.

En el contexto de un cambio climático acelerado, los tres profesionales concordaron en que, para el futuro, es necesario que se hagan estudios geológicos para identificar los puntos débiles del talud. Sin una “mirada estratégica” que reconozca los cambios ambientales como un factor inminente, añadió Rivera Santana, este tipo de efecto se hará más frecuente a largo plazo, inclusive a nivel de archipiélago.

“Nos costará indefinidamente, pues habrá que repararlo de manera continua según los desprendimientos aumenten en intensidad y frecuencia como consecuencia de la furia del mar. En resumen, es un hoyo profundo para tirar al desperdicio valiosos fondos del erario, y que pagamos nosotros”, previó la licenciada Rodríguez Martín un año antes de estrenarse el Paseo.

 

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