Reír y pensar: El cuartito

 

En Rojo

Una de las grandes sorpresas de esta producción puertorriqueña/independiente es que los avances no revelan la complejidad de los personajes que habitan esta historia. Por eso nos sorprende cada viraje en el limitado tiempo y espacio en que se desarrolla la gran parte de su trama. Como ya parece ser obligatorio por el éxito que siempre han tenido, las actuaciones exageradas y los “one-liners” componen la introducción de los caracteres que se encuentran en la fila de la aduana en el Aeropuerto Internacional de Isla Verde. Vienen de Argentina, Francia, México y España, aunque todos(as) parecen estar “en tránsito” ya que no está claro por qué vienen a Puerto Rico. Cuando todos(as) tienen que ocupar el mismo espacio—el cuartito del título—en lo que esperan que las autoridades federales decidan qué hacer con ellos(as), entonces vamos poco a poco conociendo sus agendas.

Uno de los factores que apartan a este filme de otros “locales” es la manera que presentan a Puerto Rico, una nación que tiene diferentes definiciones para cada individuo. Para Toti (Mario de la Rosa) como extranjero y parte de la clase musical que necesita estar en tour para mantenerse conocido, Puerto Rico es una escala en su gira por reubicarse en este circuito. Como pasa con varios de nuestros “hermanos” latinoamericanos, maltrata y degrada a su agente puertorriqueño a quien culpa por cualquiera de sus errores. Lina (Claribel Medina), mujer madura y experimentada tiene la seguridad de tener dinero y, aunque casada, poder moverse de sitio en sitio por no tener apego a ningún país en particular. Por eso la actitud de criticar a todos(as) y ella siempre tener la verdad, aunque se la haya inventado. El nervioso Jesús (Ianis Guerrero), mexicano de nacionalidad que responde al perfil creado por los EEUU, luce nervioso e inseguro frente a los pulcros y caras de “business only” de las autoridades aduaneras, pero tampoco permite que otros pasajeros detenidos lo categoricen. Mariel (Isel Rodríguez), la puertorriqueña que ha vivido en Argentina los últimos 15 años y ahora regresa para reconectar con su familia y su país, a pesar de ser apartada por los oficiales como alguien que no cumple con su reglamento 100%, expresa a todos(as) su alegría de estar de vuelta en su país.

Y entonces llega el pastor Santo (Fausto Mata), dominicano que sostiene—no importa las pruebas—que su pasaporte es legítimo y tiene derecho a entrar a Puerto Rico. Pongo a Santo aparte, porque otros de los aciertos del filme es saber cuándo insertar al personaje que va a mover la historia en otra dirección que es el caso de Santo. Por supuesto, cuando vemos al inconfundible actor Mata, lo asociamos de inmediato con las populares comedias Sanky Panky y Los dominirriqueños y creemos, equivocadamente, que su personaje es más de lo mismo. Su integración al grupo puede sacudir a los otros en un principio, pero muy pronto se mueve con ellos para denunciar la situación en que se encuentran debido a decisiones de los oficiales federales.

¿Y cuáles son los delitos que no permiten que estos cinco pasajeros entren a Puerto Rico, territorio/colonia de los EEUU? Un pasaporte expirado, una visa de turista en vez de negocio, un pasaporte demasiado perfecto para ser legítimo, un contacto al parecer falso y un despliegue de pastillas recetadas o no, que huele a venta y distribución y no a uso personal son las categorías sospechosas que permiten su detención. Excepto una pareja que solo habla árabe y que es liberada al corroborar sus razones para estar en la isla—negocios en grande—los oficiales a cargo no saben qué hacer con los detenidos ya que se acerca un huracán y deben vaciar el aeropuerto. No hay tiempo para estudiar cada caso y, lo que casi siempre hacen, deportarlos a su lugar de origen. Braulio Castillo interpreta a un perfecto jefe de aduanas que se presenta como la figura de autoridad frente a los(as) detenidos(as) y a sus subalternos, pero a la misma vez desearía no tener que estar en esta situación de juzgar a otros.

El cuarto de detención es el lugar designado para que se den intercambios y confesiones entre los cinco personajes que poco a poco puede que cambie sus actitudes y prejuicios hacia lo que cada uno parece representar, pero los verdaderos cambios se dan fuera del enclaustramiento obligado. El cuartito hace un excelente uso de los exteriores y cada uno de los actores aprovecha su espacio bajo la dirección del argentino Marcos Carnevale, a quien conocemos por sus exitosos filmes presentados en Fine Arts de Elsa y Fred (2005), la de más larga duración en una sala de cine, Corazón de león (2013) e Inseparables (2016) que es una versión algo aguada de Intouchables (2011) del francés Olivier Nakache. La cinematografía a cargo de Santiago Benet Mari añade otro renglón a la propia historia al igual que la música de Eduardo Cabra. Y qué mejor comienzo y final que escuchar la voz de Ricky Martin expresando la movilidad de la gente y el deseo de derrumbar murallas reales e imaginarias.

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