Santiago Apóstol, Vejigantes y la Fundación Eugenio Granell

En Rojo

Cuando uno mira las obras de [Eugenio] Granell, pinturas al óleo, dibujos, fotomontages… se queda sorprendido por la homogeneidad que recorren tantos años de trabajo, como si se tratara para él de seguir una sintaxis iconográfica que se ha resuelto bastante pronto y que le deja, luego, una total libertad para proponer unas imágenes en las cuales el aspecto narrativo está más que presente, se hace incluso necesario. (Ramón Tío Bellido)

Hace poco regresé de una visita a varios pueblos en la parte norte de Portugal y a Santiago de Compostela en España. El viaje tuvo el doble propósito de dar una charla sobre las Fiestas de Santiago Apóstol (especialmente el personaje enigmático del Vejigante) de Loíza, Puerto Rico, en la Fundación Eugenio Granell en Santiago y de fotografiar máscaras (y personajes) de “diablos” ibéricos dentro de las recurridas festividades de carnaval en Lazarim (municipio de Lamego en el distrito de Viseu) y Podence (municipio de Macedo de Cavaleiros en el distrito de Bragança) en Portugal. Escribiré de los carnavales en otro momento para concentrar en la Fundación Granell.

Recibí una invitación de Natalia Fernández Segarra, directora de la Fundación Eugenio [Fernández] Granell (y la hija del artista), varios meses después de haber publicado An Archipelago of Caribbean Masks (Isla Negra/Ian Randle) en abril de 2019. Ella había recibido una copia a través del estudioso puertorriqueño William Acevedo, y como la sección sobre la máscara del Vejigante de las fiestas de Santiago Apóstol en Loíza es central al enfoque del libro, decidió invitarme a Santiago de Compostela para dar una charla en la Fundación.

Entonces intervino la pandemia de COVID-19 y la espera. Cuando nos comunicamos de nuevo en noviembre de 2021 acordamos en el 3 de marzo, fecha justamente después de la celebración del entroido (martes de carnaval) y miércoles de ceniza para que también pudiera seguir mi otro proyecto de documentar las máscaras precristianas ibéricas de Portugal.

Como la gran mayoría de puertorriqueños, no sabía mucho del pintor gallego surrealista Eugenio Granell ni de la fundación (museo) dedicada a su obra de vida. Es una situación curiosa porque Granell es parte de la historia moderna de Puerto Rico y su desarrollo artístico e intelectual. Al igual que Juan Ramón Jiménez, Pau Casals, Carlos Marichal, Federico de Onís, Sebastián González García-Paz, entre otros, invitado por el entonces rector Jaime Benítez, Eugenio Granell fue profesor de la Universidad de Puerto Rico y residente aquí durante siete años (1950-57). Dejó un historial de estudiante-artistas que incluye Juan Maisonet Crespo, Roberto “El Boquio” Alberty, Otto Néstor Bravo, Frances del Valle, Rafael Ferrer, Cosette Zeno y los otros participantes del grupo “El Mirador Azul”, lo que hace a Granell el “padre” del surrealismo puertorriqueño. En 2014, José Correa Vigier organizó la exposición “Camino al Mirador Azul” uniendo pinturas de Granell, Maisonet, del Valle, Zeno y Ferrer en la Galería de Arte de la Universidad de Sagrado Corazón. Más reciente ese mismo conjunto de obras forma parte de la amplia colección de surrealistas internacionales que compone la exposición “Surrealism Beyond Borders” del Museo Metropolitano de Nueva York (octubre de 2021) que ya se ha traslado a la Galería Tate (febrero de 2022) de Londres.

En El país (España) del 5 de marzo de 2022, Juan Gallego Benot escribe sobre la posición clave de Granell entre los surrealistas de esta exposición de, además de Puerto Rico, países como Cuba, Colombia, México, Egipto, Irán, Japón, Siria, Tailandia y Turquía: “La exposición dedica especial atención a estos apátridas, como Eugenio Granell (1912-2002), gallego militante en el POUM durante la Guerra Civil y exiliado en Francia, donde vivió el horror de los campos de concentración para luego ir a París, donde encontró en contacto con los surrealistas, y más tarde en República Dominicana, Guatemala y Puerto Rico, lugares a los que importó el surrealismo dando clases de dibujo. Su estilo, forzosamente híbrido, encaja a la perfección en el relato ampliado del surrealismo que rige la exposición, a la vez que reclama una interpretación del movimiento vanguardista como fundamentalmente ectópico”.

Parece que las obras de Granell, sus colaboradores puertorriqueños y otros surrealistas caribeños como el gran pintor cubano Wifredo Lam todavía lucen en el amplio horizonte del arte moderno-contemporáneo. De hecho, los estudios del surrealismo europeo continúan señalando a Salvador Dalí, Joan Miró y Eugenio Granell –dos catalanes y un gallego—, el cubano Lam y el francés André Masson como los artistas plásticos destacados del movimiento.

De haber sido estudiante de violín, después de la Guerra Civil se transforma en artista plástico surrealista. Se encuentra y entrevista a André Breton durante su exilio en la Republica Dominicana, y desde Santo Domingo hasta Guatemala y entonces su mudanza a Puerto Rico en 1950 su desarrollo y productividad creativa asombran. Establecido en la Universidad de Puerto Rico, fue ya maestro de su oficio y figura de atención internacional, y especialmente de la comunidad de artistas exiliados en Nueva York como Marcel Duchamp, Max Ernst, Marc Chagall y otros dadaistas, surrealistas y expresionistas abstractos.

En 1957, se muda a Nueva York, donde además de reconocimiento crítico, termina un doctorado y desempeña como profesor y artista residente en la Universidad de la Ciudad de Nueva York hasta su regreso definitivo a España en 1985. Por un lado, los pasos de Granell en Puerto Rico parecen borrarse después de los años 1950, y por otro, la fama que ganó en Nueva York deja poca huella en la España de Franco.

Explica Ramón Tío Bellido: “Es decir, y esto no acaba de sorprender, que ha habido que esperar su regreso a España para que, aunque tarde, se dediquen manifestaciones que permitan reconocer la cualidad y la importancia de su trabajo. . . . No creo que sea muy útil averiguar las causas de dicho ‘olvido’ que pueden deberse a varias razones, y en primer lugar la del ‘exilio’, pero, sin ninguna duda, el hecho de que este artista haya sido miembro del POUM bastaría ya para entender más la distancia en la cual —y con la cual— se ha quedado alejado de un problemático reconocimiento nacional. . . . Y además —y no ‘sobretodo’— el vivir en países latino-americanos parece haber complicado todavía más la tarea de su alejamiento patriótico”.

Diferente a otros compañeros exiliados en Puerto Rico, Granell había sido combatiente en la Guerra Civil y militante del pro-Trotskista, anti-Estalinista POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y su proyecto surrealista debe haber parecido radical dentro del ambiente cultural del recientemente establecido Estado Libre Asociado. Por eso, tal vez, una especie de “olvido” empezó a borrar su huella en Puerto Rico después de su traslado a la ciudad de Nueva York a finales de los 1950.

El punto aquí –porque no hay espacio– no es explorar como tal el arte de Granell (artista plástico, cuentista, dramaturgo, ensayista, sociólogo, historiador político y coleccionista) tanto como desvelar la exposición de sus obras y textos en la fundación ubicada en el casco antiguo de Santiago de Compostela que conlleva su nombre y que se dedica a ser el museo único dedicado al Surrealismo.

Lo primero que impresiona sobre la Fundación es cómo muestra la magnitud de la productividad de Granell desde 1941 a su muerte en 2002 –sesenta años sin parar de crear tanto en términos plásticos-visuales como textuales-intelectuales. Parece haber sido un dínamo de acción y expresión perpetua. Hay salas de exposición, la biblioteca, los archivos y las bóvedas de obras no en exposición y una librería con textos (muchos escritos por él o sobre Granell y el surrealismo) y otros artefactos relacionados al artista y las actividades de la Fundación.

La biblioteca tiene amplia base en su biblioteca personal además de la colección del artista inglés Phiiip West y se aumenta continuamente como un centro de estudio del surrealismo. Hay otras salas históricas dedicadas a la Guerra Civil y especialmente el papel del POUM y mostradores de fotos y documentos de su juventud, su marcha al exilio, primero en el sur de Francia en los campos franceses de concentración para los exiliados y entonces brevemente a Paris antes de evadir la invasión Nazi para llegar al Caribe.

Cada país de su exilio –República Dominicana, Guatemala, Puerto Rico, Nueva York—está representado a través de fotos, textos y artefactos. La documentación de los años 1950 en Puerto Rico es especialmente instructiva por la familiaridad de los nombres, caras y lugares. Ver la cara brillante de Victoria Espinosa al lado de Juan Maisonet Crespo o el joven poeta Roberto “El Boquio” Alberty (padre del querido y recién fallecido colega-amigo Carlos Alberty) o el multifacético artista plástico y escenógrafo Carlos Marichal (original de Islas Canarias) dentro del ambiente de sus compañeros exiliados, entre muchos otros, es especialmente gratificante.

Además de su historia personal, el museo ofrece una sala dedicada a su pintura y otra sala de Surrealismo que incluye trabajos de amigos suyos como Duchamp, Breton, Max Ernst, Francis Picabia y Juan Maisonet, entre mucho otros. El surrealista inglés y residente en España Philip West donó casi la totalidad de su obra y biblioteca a la Fundación, que dedica una sala a una muestra de sus cuadros.

Hay una sala reservada para el trabajo de su esposa, Amparo Segarra, reconocida dentro del campo surrealista como artista de collage y fotomontaje y otra colección de las colaboraciones de Segarra y Granell. Su estudio de trabajo también está reconstruido como parte de la exposición permanente.

Fotos suministradas por el autor

Dentro de los varios pisos y múltiples salas de exposición, también hay un salón de artes populares –“La colección étnica”: tambores de la República Dominicana, máscaras de madera de las luchas festivas entre moros y españoles de Guatemala, árboles de la vida de México, “kachinas” originarias norteamericanas, máscaras africanas, santos de palo de Puerto Rico y muy felizmente una colección de siete máscaras rústicas de coco de Vejigantes de Loíza. La colección incluye una máscara icónica de Castor Ayala que probablemente es la más “moderna”, porque está pintada en el estilo y con los colores que marcan la transformación de la máscara que hizo Ayala y que domina su forma hasta el día de hoy.

Las otras máscaras son más oscuras, sus tonos más naturales y sus aspectos más crudos y amenazantes. Fuera de la sección de la “Herencia Africana” del Museo de las Américas en el Cuartel de Ballajá esta es la colección de máscaras históricas de Loíza más impresionante que he visto. Son máscaras de los 1950, o antes –máscaras que ya no se encuentran en Puerto Rico– y descubrirlas en Santiago de Compostela y dar una charla sobre el carácter enigmático de Santiago Apóstol y los Vejigantes de Loíza frente a ellas me llenó de orgullo a la vez que me hizo sentir profundamente privilegiado.

Cada año cientos, si no miles de puertorriqueños viajan a España para seguir uno u otro de los caminos de Santiago para llegar a la catedral de Santiago de Compostela. La Fundación Granell queda en una línea directa solamente cuatro cuadras de la catedral dentro del mismo casco antiguo de la ciudad. Allí pueden visitar y descubrir un pedazo de la historia, arte y cultura de Puerto Rico.

Agradezco a Natalia Fernández Segarra, directora, Paula López Ojea, administración, Teresa Taboada, secretaria técnica y el resto del equipo profesional y técnico por la amabilidad de su recepción y la generosidad de su ayuda en el manejo de cada detalle de nuestros días en la Fundación Eugenio Granell. Si hay interés en la charla, está disponible a través de la pagina de la fundación:https://www.fundacion-granell.gal/2022/03/01/el-enigma-de-santiago-apostol-y-su-corte-caribena/

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