CLARIDAD
¿Recuerdan aquel “banquete total”? Puede que alguien haya olvidado el contenido de la frase, pero todos vivimos sus consecuencias desde hace 15 años. La acuñó Jorge de Castro Font cuando controlaba la mayoría del PNP en el Senado puertorriqueño entre 2005 y 2008. (El presidente del cuerpo era Kenneth McClintock, pero el poder real lo ostentaba el que apodan “Ñañito”.)
En aquel cuatrienio el gobernador era Aníbal Acevedo Vilá, del PPD, pero el PNP controlaba las dos cámaras legislativas. Abusando de ese poder, se dispusieron a impedir que se llenaran las vacantes que fueron surgiendo en cargos claves de todas las ramas de gobierno para atribuírselas a partir de 2009, cuando esperaban retomar el control de la rama ejecutiva como efectivamente ocurrió con la elección de Luis Fortuño en las elecciones de 2008. Según se jactaba de Castro Font, con los nombramientos que se esperaban se estarían sirviendo un “banquete total”.
Aunque el creador de la frase no pudo disfrutar del festín porque un mes antes de las elecciones de 2008 fue arrestado por el FBI e imputado de numerosos cargos de corrupción, su partido efectivamente se dio un banquete total, cuyas consecuencias todavía el País sufre. El más importante de los platos que conformaron aquel banquete fue el control del Tribunal Supremo. Debido al retiro de dos jueces y a la inesperada muerte de otro (Jaime Fuster), Fortuño inmediatamente llenó las vacantes con tres personas relativamente jóvenes y cercanas al PNP, logrando una mayoría 4-3. Entonces esa nueva mayoría le “solicitó” a la Legislatura que aumentara la membresía del cuerpo de 7 a 9 (de acuerdo con la Constitución esa petición sólo puede gestionarla el propio Tribunal) para que Fortuño hiciera dos nombramientos más. Así fue como gracias al “banquete total” ideado por el posterior convicto de Castro Font, la nueva mayoría en el Supremo pasó a ser de 6 a 3. Gracias a ello, todas las controversias claves surgidas en torno a asuntos electorales (como el reciente caso que invalidó las candidaturas del Movimiento Victoria Ciudadana) se han resuelto a favor del PNP. La lista de otros casos importantes surgidos del banquete total es bien larga (el de los llamados “cabilderos pro estadidad”, el del próximo plebiscito, el ataque al Colegio de Abogados y Abogadas, etc., etc.) y todavía faltan muchos más antes de que esa mayoría pueda cambiar.
Además del Tribunal Supremo, el banquete de “Nañito”, también permitió el nombramiento de jueces del Tribunal Apelativo, mantener la Oficina del Contralor (desde 1997 -¡27 años!- la jefatura de la Contraloría está en manos del PNP), de la Oficina de Ética Gubernamental y otras cargos que se supone combatan la corrupción. Tras 2016, cuando volvieron a ganar el Ejecutivo y la Legislatura, asumieron control absoluto de la Comisión Estatal de Elecciones y extendieron su sábana sobre otras oficinas claves.
Mantener vivo el recuerdo de lo que pasó tras 2009 es importante, pero el propósito de este artículo es advertir que, si no derrotamos al PNP en las elecciones del próximo noviembre, las tropas de Jennifer González y Thomas Rivera Schatz, estarían disfrutando de otro banquete total. La división del gobierno en el cuatrienio que termina (PPD en la Legislatura y PNP en la Fortaleza) junto a oportunas decisiones del Tribunal Supremo, han dejado la mesa servida para un nuevo festín.
El más importante plato será otra vez el Tribunal Supremo. Desde finales del 2020 allí hay una vacante, la que dejó el retiro de Annabelle Rodríguez, y, por mandato constitucional, durante el próximo cuatrienio se producirán otras dos: Edgardo Rivera García en 2025 y Mildred Pabón Charneco en 2027. Por tanto, la persona que asuma la gobernación el próximo mes de enero podrá hacer tres nombramientos al Supremo durante su mandato, los que deberán ser confirmados por el nuevo Senado. Esos tres nombramientos cambiarían significativamente la composición del Tribunal si el gobernador electo no es del PNP o, en caso contrario, le garantizaría a ese partido el control de nuestro más alto foro judicial por, al menos, otros 15 años. Ya sabemos, por lo que ha ocurrido en la última década, lo que ese control extendido puede representar.
Además del Tribunal Supremo, está otra vez sobre el tapete la Oficina del Contralor. El cargo de la actual contralora, Yesmín Valdivieso, nombrada por Luis Fortuño, venció hace más de seis años, pero sigue en el cargo porque antes Wanda Vázquez y Rivera Schatz no pudieron ponerse de acuerdo y, en este cuatrienio, Pedro Pierluisi se negó a negociar con el Senado un nuevo nombramiento. Lo mismo pasó con la presidencia de la Comisión Estatal de Elecciones tras la renuncia del anterior presidente. En este último caso se produjo una intervención salvadora del sistema judicial porque el Senado acudió a ese foro solicitando que, por la importancia de la CEE, se le ordenara a Pierluisi negociar la nueva presidencia. Como se esperaba, la decisión del Tribunal fue a favor del gobierno del PNP y una presidenta alterna sigue al frente del crucial organismo. (El día anterior al que se escribe este este artículo, se unió a los comisionados del PNP y el PPD para impedir que se diera más tiempo para la inscripción de nuevos electores.)
Como vemos, del resultado de las próximas elecciones depende que el PNP no pueda disfrutar de otro “banquete total”. Si lo logran, las consecuencias sobre el País serán, otra vez, funestas.