Será otra cosa: Ese lugar en el mundo

En ese lugar en el mundo se distribuye pizza para pensar en temas serios. Las humanas que, heroicamente, allí se han quedado luego de la huida en masa registrada en todos los noticiarios globales, no tienen donde refugiarse para hacer arte y ritual. Se la pasan de lado a lado bajo un sol inclemente, haciendo reuniones y más reuniones en las que discutir los temas serios mientras comen pizza. Así, se entretienen del flujo descomunal de malas noticias que espepita La Asociación de Control Visual. Tantas horas, días y semanas, tantos meses, años y siglos, a la intemperie, les ha cambiado la composición del ojo. Son incapaces ya de ver aquello que sea más cercano y evidente. En marcado contraste, ven todo perfectamente bien si está en la lontananza, por allá lejos, en un lugar que llaman Grande y Mejor, como cuando Pirulo vio el mar por primera vez. Pero, ¿qué digo? Ya en ese lugar en el mundo no se recuerda dicha referencia, pues leer novelas resulta imposible.

La encargada de la preparación y distribución de la pizza para pensar en temas serios es La Asociación de Control Visual, un grupo de siete miembros principalísimos, además de alternos y asistentes, provenientes de las mejores familias y de las más ávidas congregaciones de fe que, en el pasado, avivaron los bienes tanto de quienes escaparon, como de quienes permanecieron. En su página del libro de las caras, que reúne toda la información relevante para la vida, la ACV declara como su misión y visión “mejorar la salud y el bienestar de las humanas-en-transformación-geológica que viven en ese lugar en el mundo.” Los miembros de la ACV han retenido su ojo intacto, merced a una inversión foránea, de nombre Pepepe, que cayó del cielo del lugar Grande y Mejor.

Ante la irrefutable evidencia de la ceguera a distancia chica, situación que, según se me explicó, afecta el procesamiento crítico de la realidad, la ACV ha aprobado un Plan de Alimentación que permite a las habitantes seguir pensando en temas serios, mientras se auspicia la confección de robots que, con su avanzada tecnología, podrán operar los ojos atrofiados. Los robots se han ido diseñando en una propiedad con varios recintos que antes se llamó “universidad.” La ACV prohíbe so pena de hambruna el uso de esa palabra –rarísima, por cierto–, pero logré averiguarla con una habitante a cambio de mi propio pedazo de pizza.1

El material de construcción de los robots consiste en células y cantitos de piel imperceptibles (sobre todo para quienes no pueden ver a distancia corta) que pierden las habitantes con cada mordida de pizza. Ellas, no obstante, se muestran convencidas que la ACV les regala el alimento sin esperar nada a cambio, pues su extensa trayectoria de filantropía desinteresada está más que probada. Esto último me lo dijeron con actitud de exasperación combativa, exhortándome a examinar el Archivo Nacional de Contribución sobre Ingresos de la ACV, cuya localización se les hizo difícil de precisar, aunque no tenían duda alguna de que existía. Luego de varios días de búsqueda, encontré un edificio minúsculo en cuyo tope prendía y apagaba un nombre parecido, pero no igual: “Archivo Nacional de Exención Contributiva de la ACV.” Concluí que las habitantes se habrían equivocado como resultado de su afección visual.

Beatriz Llenín Figueroa

Según declaraciones de sus miembros, la ACV está convencida de que los robots podrán salvar ese lugar en el mundo y sus habitantes. Para probarlo, han mostrado a las habitantes, asombradas y sumisas ante el sortilegio de la inteligencia planificadora, incontables tablas con numeritos y colores, pero sin un solo nombre. En su Plan para Ese Lugar en el Mundo consignan que, cuando sean curadas y puedan ver lo que tienen más cerca, las habitantes decidirán, como quienes les precedieron, escapar despavoridas. Nótese que el Plan no está escondido; incluso a mí me lo mostraron con la confianza de que reseñara La Verdad, en lugar de esparcir mentiras y falsedades como hace el resto de los medios. Por la situación de salud que atraviesan, las habitantes no pueden leerlo, claro, pero nadie duda de que el Plan es su única salvación.

Para cuando llegue el momento del desenlace planificado, ya hay conversaciones en curso con el Panel de Corporaciones y Entidades del Gobierno del lugar Grande y Mejor. El Panel está interesado en reclutar los cuerpos e ideas de los miembros de la ACV, a cambio de una jugosa suma de aparatos inteligentes y chavos. Como en ese lugar en el mundo hace ya años que no circulan ni lo uno ni lo otro –porque requieren de una vista capaz de captar lo cercano y lo obvio–, los miembros de la Asociación están sosegados y dichosos con las proyecciones de su Plan.

Del mismo modo se siente el Panel con su propio Plan de añadir otra propiedad a las arcas del lugar Grande y Mejor. Una vez controlen en su totalidad, por vacío, ese lugar en el mundo, el Panel podrá asolarse sin que la peste de las que no ven de cerca les contagie. Solo una cosa les sigue preocupando: los mosquitos. Con esos tienen la intención de bregar en cuanto terminen con las habitantes, pues la eficiencia requiere un sólido orden de prioridades. De todas maneras, el Panel ya ha encaminado, con miras al futuro y ayuda de la Asociación, el diseño de un Plan de Drones para el Control de los Mosquitos.

Si nada de lo anterior funcionara, la ACV seguirá impávida su curso de acción. Tiene un Plan B infranqueable, con el que recibiría los mismos beneficios de parte del Panel. El Plan B, cuyo borrador me mostraron, se titula “¡La independencia!”

Ah, casi olvido los ejemplos de temas serios en que piensan las habitantes mientras comen pizza y pierden células y cantitos de piel. Les pedí una lista de las diez favoritas y esto fue lo que me dijeron mientras contemplaban, salivando, un crucero en el horizonte. Eso sí, me advirtieron que todos los temas serios se formulaban con signos de interrogación porque el lugar Grande y Mejor les ha dicho muy claramente que deben siempre ocuparse de las grandes preguntas:

• ¿Cómo podemos renunciar a esta situación?

• ¿Cómo podemos arrepentirnos de renunciar a esta situación?

• ¿Cuál es el protocolo para estos casos y quién lo establece?

• ¿Qué planes y tablas podemos hacer nosotras?

• ¿Cómo podemos hacer planes y tablas sin hacer planes y tablas?

• ¿De qué modo podemos tomar las decisiones sin que parezca que las tomamos porque, de hecho, nunca las tomamos?

• ¿Cuál es la mejor estrategia para oponernos a la ACV de manera que cumplamos al pie de la letra con todas sus instrucciones?

• ¿Qué pasará con los robots después que nos salven?

• ¿Por qué es un problema no ver lo más cercano y evidente, si vivimos de lo más bien con tanta gente tan importante que se preocupa por nosotras?

•¿Por qué nos han abandonado?2

1La ACV es muy hospitalaria con las turistas, y más aún si son periodistas. De hecho, mantiene una reserva de pizza para dichos propósitos en no de os recintos donde se construyen robots, al oeste de ese lugar en el mundo.

2Este último tema serio lo trastabilló una de las habitantes en el momento en que me encaminaba al puerto de salida de ese lugar en el mundo. Parecía aterrorizada. Pero, inmediatamente añadió, “Bueno, pensándolo seriamente, de seguro la explicación es lo que merecemos.

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