Un nuevo libro sobre Arturo Alfonso Schomburg

 

Especial para En Rojo

Antes de comenzar a leer el nuevo libro que Haydée Elena Reichard de Cardona sobre Arturo Alfonso Schomburg ( Arturo Alfonso Schomburg: identidad racial y afirmación cultural afrocaribeña, Aguadilla, 2023) ya sabía que nos separan marcadas diferencias ideológicas.  Pero también sabía que nos unía un fervoroso sentimiento por nuestro pueblo, Aguadilla.  En su caso este fervor se ha convertido en pasión, pasión que sobrepasa el obvio aprecio por las raíces individuales y colectiva y que desemboca, en su caso, en un gran compromiso intelectual, en tarea con finalidad colectiva. Reichard ha puesto todo su empeño en desenmarañar ciertos árboles genealógicos aguadillanos, especialmente los de nuestra burguesía decimonónica, burguesía que en muchos casos era de origen catalán o alemán y que, como toda clase poderosa, dejó más documentación que los pobres.  Su apellido paterno tiene raíces en esa emigración de comerciantes alemanes que desde la aparición de la Real Cédula de Gracia de 1815 vinieron a establecer almacenes frente a la bahía de Aguadilla desde donde salían cargamentos de productos agrícolas, especialmente de café, café que iba de las montañas del noroeste de la Isla, de Lares, digamos, a ciudades alemanas, como Hamburgo por mencionar una de las más importantes, todo vía el entonces activo puerto de Aguadilla.

La gran pasión de nuestra cronista es la genealogía, labor que se nutre muchas veces de los archivos eclesiásticos: de las actas de bautizos, de los certificados de matrimonio y de las  partidas de defunciones.  Contrario a nuestro gran historiador Fernando Picó, ella no explora los archivos de la policía para construir un cuadro de la vida de los obreros y de los marginados del pueblo.  Por el contrario, en sus trabajos intenta recrear un pasado aguadillano donde se evidencia una cierta prosperidad y una supuesta armonía social que le sirve para crear un cuadro placentero de un pasado donde las señoritas de la alta sociedad se paseaban por el centro de la plaza del pueblo, no por la periferia como “el populacho”, mientras sus padres vigilaban a los obreros que cargaban sacos de café en barcos con rumbo a Europa.

Pero ahora descubro que a Reichard y a mí nos une otro interés intelectual.  Este es Arturo Alfonso Schomburg (1874-1938), el boricua de ascendencia negra, tabaquero socialista, masón comprometido con sus compatriotas e intelectual que primero se identificó con Martí y su lucha por la independencia de las Antillas y, más tarde, con la investigación sobre los aportes culturales de los afro descendientes en todas las Américas.

La fructífera investigación de Schomburg se plasmó en breves artículos en inglés que publicó en revistas que intentaban reconstruir la historia y los aportes de los afro descendientes en todas las Américas.  Uno de esos artículos hoy sirve de base a una importante  exposición en el Metropolitan Museum  de Nueva York: “Juan de Pareja, afro-hispanic painter in the age of Velázquez”.  La misma tiene como base – además de algunos pocos cuadros de Pareja y el magnífico retrato que Velázquez pintó de este – un artículo sobre Pareja que Schomburg escribió tras un viaje a España cuando trató de documentar la presencia de este y de otros afro descendientes injustamente olvidados.  El texto de Schomburg sobre este pintor español, “In quest of Juan de Pareja”, es de 1927 pero hoy sirve de marco intelectual para esta importante exposición que también intenta establecer la reputación de Pareja como pintor relacionado al gran Velázquez – de quien fue esclavo y ayudante de taller – y como artista independiente.  Para entrar a la exposición hay que pasar por una hornacina que, como detalle dantesco, lleva en el tope una cita de nuestro tabaquero y bibliófilo, entrada que sirve para enmarcar el maravilloso retrato de Pareja pintado por Velázquez, una de las grandes joyas entre muchas de este museo.

Advierto que llegué a Schomburg por la lectura de las memorias del gran poeta afro estadounidense Langston Hughes quien recuerda las tardes que pasó en la casa del bibliófilo boricua leyendo sobre los aportes de sus antepasados negros.  Más tarde otro tabaquero socialista, cayeyano este, nos ofreció un retrato de la comunidad boricua en Nueva York.  Bernardo Vega, también a través de sus memorias, vino a consolidad mi aprecio y mi admiración por Schomburg.  Mientras otros puertorriqueños del momento le criticaban al comprometido bibliófilo su dedicación a la exploración de los aportes de los negros americanos, americanos en el más amplio significado del término, Vega aplaudía ese esfuerzo, intelectual y político, y por ello consideraba su labor como “magnífico ejemplo de identidad de pueblos oprimidos”.

Bernardo Vega rescata a Schomburg por su interés en presentar un amplio cuadro de la comunidad puertorriqueña en Nueva York y sus luchas políticas, mientras que Reichard llega a nuestro gran bibliófilo por su pasión aguadillana.  No creo que Schomburg jamás visitó nuestro pueblo.  Pero es que una de esas familias de origen alemán que se establecieron allí llevaban el mismo apellido que el tabaquero socialista convertido en erudito bibliófilo.  Esa coincidencia es, en verdad, la mecha que enciende el interés de Reichard por este ilustre personaje.  Su pasión por la genealogía la lleva primero a explorar el problema de las probables actas de bautizo de Schomburg y así a desentrañar parentelas, fechas y localidades que se pueden asociar su nacimiento y a su infancia.  La segunda parte de su nuevo libro es típica de la investigación de la cronista ya que se centra en nuestro pueblo y en ese idealizado pasado de emigrantes europeos que le trajeron al mismo cierta prosperidad.

Quizás para algunos los datos que nos ofrece Reichard sean obvios o puedan parecerlos.  Pero recordemos las sabias palabras del gran poeta y pensador mexicano Octavio Paz: “La realidad histórica tiene muchas maneras de ocultarse.  Una de las más eficaces consiste en mostrarse a la vista de todos.”  Pero ese juego de ocultamiento y revelación es en el fondo una invitación a continuar explorando la vida y la obra de este excelso boricua porque la historia siempre está en una etapa de revisión.  Sea como sea, estas páginas del nuevo libro de Reichard, típicas de todo su trabajo, contribuyen al conocimiento de ciertos datos de la vida de Arturo Alfonso Schomburg, personaje muy digno de recordarse.  Y también y como es costumbre suya, su libro contribuye al conocimiento de la historia de Aguadilla, pueblo que compartimos.

 

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