Una primicia de Kámalas, de Rosa Vanessa Otero

 

 

Especial para en Rojo

 “Escribo como quien ignora el valor oculto en cada letra. Es muy larga la caravana que me precede para pretenderme innovadora de la gran poesía. No me lean quienes buscan enjaular un ejemplar antológico. Soy y seré una polilla que horada las aliteraciones, o una nota perdida en busca de su jazz que se le niega. Mientras tanto, aquí florece:

Cuando se pierden las formas
-las buenas, las malas, las peores-
un amor en garabato
porfía perfección al loto.”

 Con esta nota de contraportada llama Rosa Vanessa Otero a la lectura de su nuevo poemario: Kámalas, formas para papel calado (Editorial EDP University, 2023). La colección reúne 66 textos agrupados en torno a los motivos  “Formas sin fondo” y “Al fondo de las formas”. A cada sección precede un caligrama a modo de telón de apertura. El libro, diseño de la autora, contiene ilustraciones por la artista gráfica Nívea Ortiz. La diagramación es de Linette Cubano.

La aparición del libro coincide con el festejo por los 27 años de Otero en la publicación de poesía, por lo que se invita al público a participar del “Lectu-Party” de Kámalas el jueves 8 de febrero de 2024 a las 7:00 p.m. en la librería Casa Norberto de Plaza las Américas. Acompañarán a la autora la poeta y gestora cultural Natalia Ortiz-Cotto en los comentarios y Edgardo Machuca, editor del poemario y Director de la casa publicadora. La entrada es libre de costo.

 

Como antesala,  la autora nos comparte una muestra especialmente seleccionada para En Rojo.

 

Gemas

 Caen gotas milenarias
coagulando estalactitas
en la curva de una oreja:
son perfectas las palabras
cuando nada suyo entregan.

“Amor”, jamás debió escribirse.
El afán profundo no resiste
uña de letra que lo constriña.
O las hay como gemas, tan macizas,
que alguien las engasta con temblor
en los cuencos de sus ojos
para no decirlas: “Sufro”.

Pero yo vivo indultando a mi rehén:
algún pájaro pequeño,
una piedra o un león.
Ninguna sabe maldecir.
Pero maldicen, y yo, sonriendo
me tapo los oídos.

 

Peciolo

En la hondura
de un silencio
preñado de clamores
–las palabras detenidas
en el borde
de su abismo,
donde todo se desliza
lentamente
hacia su límite–,
caía el cuerpo
atraído por el vértigo
de una soledumbre
de boca profunda,
hoja mecida
en espirales
por fin leve
que su yacer prolonga
ala~brisa.

 

Modelaje

El ritual es uno
tras los párpados:
la secuencia se repite a ojo cerrado.
Cambio de espacio,
aunque no de tiempo luz.

“No te muevas,
la velocidad de un pestañeo
perturba la danza de las libélulas
en torno al pensamiento
que te entretiene sin alumbrarte.”

Poco importa que lleves
difuminada la alegría
en paños de acuarela
o revisites el retrato realista
de estas calles agujereadas
con tu sonrisa de luciérnaga.

“Exactamente como una sombra
que se aclarará sin prisa hacia lo blanco
volvamos a empezar.”
Pero no es posible
fijar el gesto sin fingirse
ni soy yo tu Mona Lisa.

 

Sinestesia color-tiempo

Borrar el ritmo
no es igual que tropezar
ni reiniciar es retroceder.
Un cielo en pausa de nube,
un agujero negro, no responden
al detenimiento que cuestiono.

Vaciar el contenido, trasvasarlo,
no equivale a mejorar el frasco.
Aun así, borro el metro o lo recubro
de figuras complacientes
que nunca supieron contar
ni cumplir sus tiempos
y dejo al oxígeno
todo el espacio que ocupaba
mi ungüento para tu sien;

sí, tal vez tropezar o retroceder
será más fácil como concepto
que respirar a contratiempo
el aire desgajado por unos girasoles
que no recordarán
la invención de su amarillo.

Te sospecho lustre desvaído
en una postalita de Van Gogh.

Borde

 Olvidándome
en tu cuerpo
casi toco
la sustancia
del vacío.

 Ira

Indivisa
la luz nos fabricó ventana.
Un pedrisco,
y el rayo que nos funde
verá su imagen
fragmentada.

 Comunión

 Ofrecidos, comulgándonos
en esta hora de temor y desconcierto
pero no descobijados,
el dolor doblega su cerviz
acomodándose a nosotros.

Cuando más perdida me desencontraba
te encontré sin tú, sin mío,
una en uno que ya suma
sola a solo.

Finis Terrae

 Cuándo si no hoy,
se entregará a la dádiva
tu inocencia asaltadora.

Cuándo si no ya
será plena
la caricia del viento
en las corolas.

El espíritu suelta
las amarras de esta orilla,
lanza sus barquitos de papel
sin temor del mar océano.

La fijeza del aquí
desdibuja su contorno
aprendido en mapas
extranjeros.

Solamente paz afuera
desaprenden cobardía
las niñas de los ojos
y abrillantan su alegría
allí, donde los monstruos.

 Poema

La belleza centellea dentro
sin restañar lo que lacera.
El habla, ala doblada
replegándose al murmullo
elide el vuelo. Se estrecha
el cuerpo hacia su centro
ovillado en la escritura.
En este ombligo oscuro
esconderé tu orfandad de mundo.

 Los nuevos petroglifos

Aquí no están ni estarán
los codos que se rozan en la calle.
Quizás, ciertas rodillas nerviosas
y rítmicas como castañuelas
que solían salir, asomarse brevemente;
pero afuera el vacío impresionaba más
que el exceso de enredaderas
en el patio interior.

Las baldosas quebradizas
forman un mapa a capricho:
sobre todas pinta flores
de acrílico, abejas y un prisionero:
pájaro inriri o quetzal transido.

Yo leo su mueca -el rictus otra pincelada-,
no sus símbolos. Los árboles descienden
del techo frotándose contra las paredes,
gobiernan hábilmente la luz
sobre la jaula abierta.

En esta pieza no entrará
mano fingidamente tropical
como al palacio de invierno
de María Cristina en Viena.
Aquí florece.

 

 

Rosa Vanessa Otero, puertorriqueña, es la autora de siete poemarios publicados y cuatro inéditos. Son sus colecciones poéticas más recientes Salmo a la saliva de John Doe (2022), Premio Nacional de Poesía del PEN CLUB Internacional en Puerto Rico y Kámalas (2023).  Ha sido editora en la Universidad de Puerto Rico. En 2019 funda el podcast semanal Alapoesía para Cadena Radio Universidad de Puerto Rico.

 

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