Cómo sería una Cuba sin bloqueo

 

 Corresponsal CLARIDAD

 La Habana, Cuba-Cada 3 febrero se cumple un año más de la instauración de las legislaciones que sirvieron como base para la mayor y más compleja política de persecución contra otro país impuesta por los Estados Unidos en su historia. En esa fecha de 1962, el entonces presidente John F. Kennedy emitió la Proclama 3447, que decretó un “embargo” total del comercio con la isla y otorgó carácter oficial a las acciones de persecución económica –que ya se venían gestando– contra el país caribeño y la incipiente Revolución cubana de aquel momento.

Más de 61 años han pasado y contrario a la postura mayoritaria de la comunidad internacional, que clama por un fin a esa medida, la política de amedrentamiento y asfixia contra Cuba se mantiene prácticamente inalterable.

Salvo en los –cada vez más lejanos– últimos años de la administración del presidente Barack Obama, cuando un leve giro en la postura de Washington hacia La Habana permitió una fugaz bocanada de oxígeno para la isla, el bloqueo económico, financiero y comercial de los EE.UU. no ha hecho más que apretar el nudo alrededor del pueblo cubano bajo la premisa de que la necesidad y el cansancio de los cubanos tumbarán a la Revolución.

Para la sociedad cubana en general, sin embargo, tener conciencia sobre lo que implica para su país la política de Washington es vital para seguir resistiendo. “El bloqueo se ha convertido en la política del capricho, la política de ver y hacer sufrir a un pueblo por más de seis décadas”, opina Alejandro López Pérez, para quien la resiliencia de su país entraña un amplio valor.

“[Esto es] un pueblo, además, que ha demostrado cierta capacidad de heroísmo, porque soportar un bloqueo económico, financiero, un bloqueo que además ha implicado actos terroristas, es un acto heroico.”, subraya.

Para algunos, es precisamente ese ejemplo y esa capacidad de resistir las que llevan a Estados Unidos a mantener el bloqueo.

“El bloqueo no existe simplemente porque le caigamos mal a los americanos, sino [para] ahogarnos económicamente, es una manera de [tratar de] probar que el socialismo no sirve, no funciona y por tanto [evitar] que más gente quiera seguir el ejemplo de un país como Cuba y que no quiera tratar de construir el socialismo”, coincide Javier Sánchez Rivero al hablar de las razones por las que Washington no da su brazo a torcer con respecto a la medida.

Para el joven sociólogo, el bloqueo es además “la expresión del deseo de los Estados Unidos, en su política imperialista, de apagar el ejemplo que significa Cuba para el mundo y el ejemplo que significa un proyecto socialista para el mundo”.

 En entrevista para CLARIDAD López Pérez, quien es ingeniero eléctrico, explica que el bloqueo impide la concreción de los planes materiales, así como espirituales, del pueblo cubano, al privarlo de los recursos para satisfacer sus necesidades básicas.

“Materialmente, me ha impedido muchas cosas que para cualquier persona en el mundo es normal y para nosotros, para un cubano no, porque cuesta mucho trabajo, [por ejemplo] productos de primera necesidad que no siempre tenemos a la mano”, dice.

“Espiritualmente, yo creo que ha dañado también al pueblo, porque es la lucha constante entre lo material y lo ideal, o sea entre la revolución y el materialismo, en un mundo globalizado donde las redes juegan un papel súper importante y en el cual los cubanos no estamos fuera tampoco”, añade.

Hasta el pasado año, el bloqueo había ocasionado pérdidas materiales a Cuba por más 154 mil millones de dólares, según cifras oficiales. Las áreas más impactadas son la salud y la educación, sectores fundamentales para garantizar el bienestar de las familias cubanas.

En palabras de Sánchez Rivero, “el bloqueo es tan transversal al funcionamiento de la sociedad que afecta en todos los parámetros de la vida de todos los cubanos”.

Como ejemplo, el sociólogo menciona las limitaciones diarias que sufre los cubanos en “cosas tan cotidianas como buscar algo en internet y que no puedas entrar a tal sitio [web], o descargar un libro para leerlo para una investigación”, también las dificultades que encierra “el encarecimiento de los productos por no poder acceder a ciertos mercados internacionales y la escasez de esos productos en Cuba”.

Además del bloqueo, su inclusión en la lista estadounidense de países que patrocinan el terrorismo impide a la mayor de las Antillas realizar efectivamente transacciones con bancos internacionales, así como solicitar financiamiento a instituciones bancarias. Una política delineada en Washinton y revestida, además, de carácter de extraterritorialidad, pues el gobierno estadounidense persigue y sanciona a terceros países que violen dicha norma e incurran en negocios con Cuba.

Más del 60% de la población cubana actual no ha conocido otra Cuba que no sea la bloqueada por los Estados Unidos. Sí ha conocido, no obstante, los esfuerzos y malabares que hace el Estado por intentar garantizar los servicios básicos y los derechos fundamentales a su población: salud y educación gratuitas, alimentación, empleo, artes, deportes y acceso al proceso de toma de decisiones.

En medio de este escenario, muchos cubanos se preguntan cómo sería Cuba si no existiera el bloqueo.

Yo creo que sería una Cuba con más desarrollo y una Cuba donde el gobierno, a todos los niveles, tuviera más recursos para ayudar al pueblo, principalmente, a las personas más vulnerables, las personas que más lo necesitan”, sostiene López Pérez, quien asegura que la razón principal por la que se mantiene dicha medida es porque “el bloqueo se ha convertido en un negocio, es un lobby en los Estados Unidos.”

“Una Cuba sin bloqueo mostraría el potencial que tiene nuestro país que ha ido construyendo durante 60 años en formación de las personas y en formación de nuestros recursos humanos y de nuestras capacidades”, añade Sánchez Rivero.

Diversas administraciones y políticos estadounidenses han admitido en el pasado que la política de bloqueo tiene como fin último despertar el malestar de la población y provocar un levantamiento popular que acabe con la Revolución cubana.

Alejandro está consciente de ello: “piensan que un día el pueblo va a estar en contra [del gobierno] y [que va querer] que se caiga la Revolución”.

Pero para jóvenes como Javier está claro que Cuba, como pueblo y como país, tiene todo el potencial para lograr su propio desarrollo; si se lo permitieran.

“Como dijo Galeano, Cuba no es lo que ha querido ser, sino lo que la han dejado hacer, lo que ha podido ser”, concluye.

 

 

Artículo anteriorExigen cuentas a la Policía y al Departamento de Justicia
Artículo siguienteWilma Reverón Collazo digna heredera de Blanca Canales